La mayoría de los pequeños accidentes se producen en los meses de verano y no es casualidad. Pasamos más horas fuera de casa, en lugares poco conocidos, por lo que la incidencia de riesgos externos es mayor. Por otro lado, la tranquilidad que suponen los periodos vacacionales hace que se den menos importancia a todas las cosas y a menudo se den sorpresas. En otras ocasiones, sin embargo, los accidentes son consecuencia de la mala suerte.
¿Y sabemos qué hacer en estos casos? En cualquier momento puede ocurrir algún problema que pueda suponer un riesgo para la salud, por lo que en las siguientes líneas os daré algunos consejos para poder hacer frente a estos imprevistos.
Para evitar que en la playa, en la piscina, en el tipo de aquapark o en la orilla del río haya un buen día de diversión, sobre todo si hay niños pequeños, lo mejor es tener en cuenta unas sencillas normas.
* Independientemente de si saben nadar o no, los niños menores de 6 años deberían estar siempre bajo la supervisión de sus padres o cuidadores. Y también se recomienda estar atentos a los niños más curiosos.
* La mayoría de los accidentes en las piscinas se producen por saltos y juegos acuáticos. Los niños, adolescentes y jóvenes, sobre todo, suelen ser "un burro" y sus juegos pueden resultar peligrosos. No deberían correr en la piscina, empujarse en la orilla del agua, saltarse de espaldas o hacer silbatos, etc.
* Cuando vamos a la piscina y por supuesto a la orilla del mar, ver al socorrista no es razón suficiente para olvidar a los padres y cuidadores de la responsabilidad de los niños. A menudo, los socorristas se dedican a otras cosas; además, su trabajo no es evitar las ridículas de niños o jóvenes, sino ayudar a los que están en peligro.
* La mejor forma de entrar en el agua es hacerlo poco a poco. Primero se moja el cuello, después los brazos y las piernas y por último todo el cuerpo. Después de comer, lo más prudente es esperar hora y media antes del baño, ya que de lo contrario puede producirse un corte de digestión. Esta suspensión aparece inmediatamente y aunque se perciben como una picadura dura que impide nadar, a veces no suele haber tiempo para reaccionar. En los niños puede ser aún más grave, ya que a pesar de sentir dolor en la cabeza y en la zona del cuello, pueden no dar importancia y seguir nadando o buceando hasta perder el conocimiento. Asimismo, los cambios bruscos de temperatura (por ejemplo, la irrupción en las aguas frías tras una exposición prolongada de sol) pueden provocar mareos o dolores de cabeza.
* Si, estando en el agua, observas escalofríos, cansancio, dolor de cabeza, picores y mareos sin haber cumplido el periodo de reposo digestivo, lo mejor es salir del agua y ir a la sombra. Si continúan los escalofríos, no duermes y con lo que tengas a mano (toalla, o cualquier otra ropa) cubrir el cuerpo. Bebe verano en pequeños sorbos y si tras una hora persiste el malestar, acuda al médico.
* Los saltos de inmersión también pueden ocasionar problemas, sobre todo si se realizan de forma peligrosa (y a los chavales les gusta más hacer una pequeña carrera por delante y de cabeza abajo, incluso sin ayuda de las manos, o con los brazos doblados detrás). Antes de sumergirse en el agua, analizar la profundidad del fondo y, si es posible, no tirarlo de arriba abajo, sino hacia delante. Los brazos deben colocarse delante, como continuación del cuerpo, protegiendo el cuello y la cabeza.
* Si tú o alguna otra persona te sacaran del agua medio ahogado deberíais hacer inmediatamente una respiración boca a boca: tumbarlo boca arriba en el suelo con la cabeza inclinada hacia atrás y ponte manos a la obra. Debe tener la boca libre hasta la garganta y el cencerro; si tiene dentadura o prótesis, quítelo. Cerrar los orificios nasales (los suyos, por supuesto) y soplar cada cinco segundos dentro de su boca hasta que vuelva a respirar. Si lo desea, mientras sopla, puede aplastar su pecho y su abdomen. Una vez realizado el ensayo, colócalo sobre una costilla y manténgalo lo más protegido posible, cubierto de ropa. No obstante, alguna persona adiestrada debería cuidarla lo antes posible.
Herir con una puntera afilada y semi-oculta en la arena o con una lata de conserva que no podemos abrir en la cocina es algo corriente. Si la hemorragia es leve, limpiar la herida con agua y jabón y después de aplicar yodo o antiséptico. Por último, cubrir con un vendaje la herida. Si no hay sangre y la herida no es muy grande, lo mejor es dejarla sin tapar. Si el aparato causante de la herida está sucio u oxidado, es preferible acudir al médico para que decida si es necesario vacunarse antitetano.
La mejor medida ante una hemorragia relativamente grande es acudir al médico de urgencias. Mientras tanto, la herida se puede apretar con gas o trozos de tela (si están limpios, claro). Si no es suficiente, apretar una arteria importante por encima de la herida, es decir, más cerca del corazón. Si la herida que produce la hemorragia se encuentra en el brazo, deberá comprimir la arteria braquial (arteria del brazo) en el interior del brazo, entre la axila y el codo. Si la hemorragia es en la pierna, hay que comprimir la arteria femoral en el paso por el muslo. En ese mismo lugar hay que pulsar con fuerza, poniendo los dos pulgares a la vez. Si aún así no fuera suficiente y todavía no se ha encontrado ningún médico, habrá que hacer un torniquete en dichas zonas y tranquilizarlo unos 5 minutos para dejar que la sangre almacenada en ellas fluya.
Si la hemorragia es nasal, a pesar de haber oído lo contrario, lo que hay que hacer es sentarse y tirar la cabeza hacia delante apretando la fosa con la pulpa de pulgar durante unos diez minutos. También sería conveniente colocar las compresas de agua fría en la cumbrera o en la frente.
Cuando se produce un golpe o accidente de este tipo, es relativamente difícil saber si se ha roto un hueso a primera vista. En caso de duda, es mejor pensar que sí y no provocar más daños. No forzar ninguna articulación dolorosa ni dar comida ni bebida al herido, ya que puede ser necesario que posteriormente sea anestesiado en el hospital para traer los huesos a su sitio. Si la parte afectada empieza a crecer, quítese cualquier cosa que apriete y aplique hielo para bajar la inflamación. Si el dolor se ha producido en el brazo o hombro, inmovilizar la extremidad con una toalla, por ejemplo, y luego acudir al servicio de urgencias. Si el golpe se ha producido en la pierna o en el respaldo, es mejor esperar a la ayuda sin mover el afectado.
Para combatirlos y eliminarlos conviene tomar alimentos o bebidas con sal. Frotar toda la parte del cuerpo con agua fría, por ejemplo, si las calambres se sienten en un pie, el masaje se extenderá a toda la pierna. Por otro lado, mantener el cuerpo en reposo es también un buen remedio para ahuyentar las calambres.
Si el objeto (al decir, la canica, el botón o cualquier cosa que el niño haya tragado) se encuentra en la garganta, y le resulta imposible respirar, hay que sacarlo inmediatamente. Una vez inclinado el cuerpo, un fuerte golpe en la espalda puede expulsar el objeto. Si el niño es pequeño, coge de los pies y con la cabeza abajo, dale un golpe con la mano abierta en el centro del hombro (no demasiado fuerte, claro). Si ha metido el objeto en la nariz y lo ves, cubrir la fosa nasal que tiene libre y, una vez cerrada la boca, decirle que sople: puede ser suficiente. Pero si el objeto está más alto o ha entrado en el oído, no intente salir y acuda al médico.
Las picaduras de insectos, a no ser que se produzca alguna alergia especial, suelen ser poco preocupantes. Si alguna abeja o avispa te ha picado y el punzón ha quedado presente, saca la piel con unas pinzas o rascando suavemente la piel, limpia la herida con agua y jabón y finalmente el hielo en la zona de punción.
* Si se trata de una punción del escorpión o mordedura de serpiente. No obstante, en caso de que se actúe pero aparezcan espasmos o inflamaciones musculares, así como en caso contrario, es conveniente que sea visto por un médico para evitar complicaciones.
* Si la punción es provocada por una medusa, limpiar la herida con agua de mar, después humedecer la herida con alcohol o amoniaco (una vez removido con agua). Se puede sustituir por vinagre. Utilizar compresas frías o hielo para aliviar el picor. Evite el contacto excesivo con la herida para evitar que la infección se extienda a otra parte del cuerpo.
Cuando hace mucho calor, estar mucho tiempo expuesto al sol, trabajar al aire libre, o estar haciendo ejercicio, puede provocar un golpe de calor: el cuerpo se calienta demasiado, pero la persona no suda lo suficiente como para bajar la temperatura. La piel está caliente y enrojecida, se acelera el ritmo cardíaco y también el ritmo respiratorio. Es muy normal que esté confuso o desorientado, que se pierda la consciencia y que haya convulsiones. El paciente debe ser trasladado inmediatamente al hospital y mientras tanto tapado con sábanas mojadas y/o con hielo envuelto en ropa o en un pañuelo.
Si estás de vacaciones con los niños:
* Intenta localizar en todo momento. No dar por sabida ni por realizada. * Si no son muy pequeñas, el primer día las instalaciones (casa, hotel, etc.) muéstrales para que conozcan el entorno y conozcan dónde están los puntos de peligro (piscina, cables eléctricos, insectos...).
*Al igual que haces en casa, no dejes a disposición de los niños productos de limpieza ni medicamentos.
* Respeta las banderas de seguridad: VERDE (baño libre); AMARILLO (cuidado en el baño); ROJO (baño prohibido).
* Bañarse sólo en zonas vigiladas.
* Evitar que sólo los niños menores de 12 años se bañen.
* No saltes boca abajo en un lugar desconocido.
* No nadar contra corriente ni alrededor de los mozos.
* No avanzar en zonas que no te tocen con el pie.
* No entrar bruscamente en el agua después de estar tomando el sol.
* No bañarse inmediatamente después de comer, esperar hora y media.
* No ingerir bebidas alcohólicas en la playa.
* Sacar inmediatamente del agua en caso de escalofríos o dolor de cabeza.
* Seguir siempre las instrucciones de los socorristas.