Vacunación

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

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Vacunación
01/07/2011 | Galarraga Aiestaran, Ana | Elhuyar Zientzia Komunikazioa

En los últimos meses los casos de sarampión en Europa están creciendo. Llama la atención porque hace una década los responsables sanitarios creían que la enfermedad estaba muy cerca de ser erradicada. Así lo recogió, por ejemplo, el plan contra el sarampión que puso en marcha Osakidetza en el año 2000.

Ahora, sin embargo, se están dando cuenta de que esas previsiones eran demasiado optimistas. Según datos publicados en mayo por la revista científica Nature, en 2010 se recogieron 30.000 casos en toda Europa, cinco veces más que la media de los cinco años anteriores. Muchos de ellos estuvieron en Bulgaria, pero posteriormente la enfermedad se ha extendido a otros 33 países. Alemania, Rusia, Holanda, Suiza, Gran Bretaña... Este año, tres de cada cuatro casos han tenido lugar en Francia y también en Euskal Herria, especialmente en Gipuzkoa

"A algunos se les ha olvidado que el sarampión puede ser muy grave", señaló Rebecca Martín, en declaraciones a la prensa con motivo de la peste. Martín, secretario de la Oficina de Enfermedades Prevenibles por Inmunización de la Organización Mundial de la Salud, considera que una de las causas de la peste es que la gente tiene más miedo a la vacuna que a la enfermedad y que por tanto se niega a vacunarse.

Sin embargo, la vacuna del sarampión es muy efectiva y segura. En raras ocasiones, los responsables sanitarios reconocen que la vacuna tiene graves efectos secundarios (en uno de cada millón vacunados produce encefalitis), pero ha sido fundamental para evitar la muerte de millones de niños. De hecho, en 1980, cuando todavía no se había extendido la vacuna del sarampión, cada año 4 millones de niños enfermaban en todo el mundo, de los que 2,6 millones eran muertos. Para 2009, los casos de sarampión disminuyeron un 95% en el mundo gracias a la vacuna.

Como antes, ahora

De hecho, las críticas contra las vacunas son tan antiguas como las vacunas. Prueba de ello es el suceso ocurrido en Boston en 1901. Baztanga estaba causando muchos muertos y, para detener la peste, las autoridades obligaron a toda la población a vacunarse y a castigar a quien se negaba.

(Foto: © Sura Nualpradid/350RF)

La obligatoriedad de la medida suscitó una actitud contraria a ciertos colectivos, cuando el Presidente del Consejo de Salud respondió con un reto: "Si uno de los líderes de los grupos anti-vacunas quiere demostrar su fe en la idea que tiene, yo le daré la oportunidad de expresar su creencia, poniéndola en contacto con la marginación, sin estar previamente insertada". El doctor Pfeiffer mantuvo el reto y se trasladó al hospital. Allí contactaron con cien pacientes con viruela.

Dos semanas después de aquella visita al hospital, Pfeiffer confirmó su gravedad y así lo publicaron en prensa: "Pfeiffer tiene margen. Es posible que los anti-vacunas no sobrevivan". Tras ello, en 1903 sólo hubo unos pocos casos de marginación en Boston y en 1932 se declaró el último caso en aquella región.

En la actualidad existen grupos anti-vacunas que, entre los argumentos que dan para explicar su actitud, mencionan la obligatoriedad. No es, en general, el argumento principal. De hecho, la primera razón para rechazar las vacunas es el miedo, sobre todo porque pueden ser perjudiciales para la salud.

Un claro ejemplo de ello es el terror producido en Gran Bretaña por la vacuna triple vírica. Este terror se basa en un estudio publicado por el médico Andrew Wakefield en 1998 en la revista especializada The Lancet. En el transcurso de este trabajo, dio las conclusiones de un estudio realizado con 12 niños del Hospital Royal Free de Londres, en el que la triple vacuna que protege del sarampión, las plagas y la rubéola estaba relacionada con el riesgo de autismo y otras alteraciones. Estos niños enfermaron tras la vacunación, sufrieron problemas intestinales y ocho de ellos tuvieron problemas de comportamiento, especialmente el autismo.

Sospechas no son pruebas

Esta investigación recibió muchas críticas: estaba mal hecha, las conclusiones eran totalmente equivocadas, no demostraba ningún efecto causal... Posteriormente, se han llevado a cabo estudios rigurosos para clarificar la relación entre la vacuna y el autismo, sin que en ningún caso se hayan encontrado indicios de que esa relación es cierta. Finalmente, en 2006, la revista The Lancet y el propio Wakefield tuvieron que pedir disculpas por la inexactitud de la investigación y por la confusión entre los investigadores y la sociedad.

Andrew Wakefield, ante los medios de comunicación, pidiendo disculpas por las consecuencias de la investigación que relacionaba la triple vacuna con el autismo. Ed. : Canadian medical association/Creative Commons/confesional y compartida bajo la misma autorización.

Sin embargo, aquella escasa publicación fue suficiente para suscitar reticencias sociales y reforzar los movimientos anti-vacunas -hay que tener en cuenta que The Lancet es una revista de prestigio. Los medios de comunicación también difundieron el tema y, como consecuencia de todo ello, mucha gente se negó a insertarlo. Así, en algunas regiones de Gran Bretaña sólo el 70% de la población está integrada, lo que deja a miles de personas desprotegidas.

De hecho, el porcentaje de personas vacunadas bajo control debe ser del 90-95%, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Cuando esto es así, el grado de inmunización del grupo es suficiente para proteger ese pequeño porcentaje que queda sin vacunarse (hay pocas personas que no pueden vacunarse porque tienen problemas de salud y otras que no lo tienen). Por el contrario, cuando el porcentaje de injertos es menor, se observa un riesgo de plagas.

Es lo que ha ocurrido ahora, es decir, el porcentaje de población vacunada contra el sarampión no ha sido suficiente para proteger a toda la población. El Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades ha advertido que, en particular, dos grupos de edad se encuentran en riesgo de enfermar. Por un lado, los niños que no se han vacunado por decisión o negligencia de sus padres, y por otro, los adultos de 25 a 40 años que no habían recibido la vacuna por no haber recibido la vacuna en el programa y no se habían enfermado de pequeño. A ellos se suman los niños aún más pequeños para vacunarse, ya que con 15 meses se pone la primera dosis de vacuna triple.

Para hacer frente a esta situación, los responsables sanitarios europeos han adoptado medidas especiales para aislar a los pacientes, prevenir infecciones e incrementar las vacunaciones. Paralelamente, se están estudiando estrategias para concienciar a la sociedad sobre la importancia de las vacunas.

Fuerte tendencia

De hecho, los responsables sanitarios están muy preocupados por la fuerza que están tomando los grupos anti-vacunas. Internet es la principal herramienta para difundir sus ideas; al igual que ocurre con otros temas, las páginas web son un soporte eficaz para dar forma a argumentos falsos y veraces.

Según un estudio publicado por la revista especializada Journal of Medical Association ( Content and Design Attributtes of Antivaccination Websites ), los diez principales argumentos contra las vacunas que aparecen en estas webs son los siguientes, desde el más mencionado (en todas las webs) hasta el menos citado (en más de la mitad de los casos, provocan enfermedades idiopáticas, es decir, persisten los derechos de origen desconocido (el autoinspección).

Las vacunas son imprescindibles para controlar algunas enfermedades infecciosas graves. Ed. : Cynthia Goldsmith/CDC.

A pesar de que este estudio se llevó a cabo en Estados Unidos, en las páginas web europeas también se explican motivos similares. Y son los que escuchan también los pediatras, por parte de los padres que se niegan a vacunar a sus hijos. Según el pediatra, Carlos González, este tipo de padres no son muchos, pero sí más.

Según datos del Ministerio de Sanidad de 2010, el 95% de los niños sigue el calendario de vacunaciones. "Este nivel de vacunación es adecuado para proteger a la población", explica González. Pero en algunas zonas hay peligro: "Muchos de los padres que deciden no vacunar a sus hijos tienen características socio-económicas similares y viven en el mismo entorno. Por lo tanto, la protección por vacunación en estas zonas concretas es demasiado reducida, lo que puede provocar enfermedades".

Basado en evidencias

Para Carlos González es sorprendente cómo estos padres están dispuestos a creer en Internet cualquier cosa que han leído o visto en la televisión, tan fácil es demostrar que es mentira. Dice que en Internet hay muchas investigaciones, por ejemplo, que anulan la relación entre la triple vacuna y el autismo, y en las páginas de los organismos oficiales también encontrarán lo mismo. Pero parece que la gente prefiere creer a Wakefieldi y a estafadores como él. Es incomprensible, pero así sucede."

Para hacer frente a estas falsas convicciones, González ha escrito un libro titulado En defensa de las vacunas. El libro analiza uno a uno los argumentos falsos más utilizados contra las vacunas y aporta datos y evidencias científicas que las cancelan.

Carlos González es pediatra y autor del libro En defensa de las vacunas. Ed. : Agustín Amate.

Entre otras cosas, responde a quienes afirman que las vacunas no son necesarias en los países industrializados. Según ellos, la difteria, la tos ferina, el polio y otras enfermedades ya han desaparecido, por lo que no es necesaria su vacunación. Sin embargo, según González, si la prevalencia de estas enfermedades es tan baja, es debido a las vacunas. Y si se deja de vacunarse, hay riesgo de reaparición de enfermedades.

Por ejemplo, cuando se reparte la Unión Soviética, los países del este de Europa tuvieron dificultades para mantener sus campañas de vacunación. Como consecuencia, en 1993, Rusia sufrió una epidemia de difteria que causó 15.000 enfermedades y 470 muertes.

"Desgraciadamente pocas enfermedades pueden desaparecer del todo", ha recordado González. Baztanga es una excepción. De hecho, el virus del baztango sólo afectaba a las personas y necesitaba a los enfermos para vivir, vivía en ellas. Sin enfermos no hay enfermedad. La mayoría de los virus, sin embargo, no ocurre así: pueden transmitirse a través de animales o permanecer en el suelo durante largos años. Por ello, las vacunas son imprescindibles para controlar estas enfermedades.

González también ha respondido a muchos otros argumentos en el libro. Todos le parecen importantes, pero si quiere destacar algo quiere dejar claro: "no es cierto que a la edad de vacunación los niños son todavía demasiado pequeños y se les dan demasiadas vacunas a la vez".

Explica que la edad de vacunación depende de dos factores. Si se ponen demasiado pronto, a veces son ineficaces porque "el sistema inmunológico infantil aún no responde". Si se ponen demasiado tarde corre el riesgo de enfermar.

Por tanto, retrasar la vacunación aumenta el riesgo de infección. "Por otro lado, las vacunas para el sistema inmunológico del recién nacido no son excesivas o excesivas, en contra de lo que algunos creen. Desde el momento del nacimiento, el niño es colonizado por todo tipo de microorganismos, a los que las vacunas sólo añaden o mueren otros microorganismos". Y hay vacunas que se dan a la vez porque “juntos no tienen más efectos secundarios que en solitario y es más práctico. Además, hay que reducir la frecuencia de punción del niño".

Estrategia de futuro

Dentro de las estrategias para concienciar de la importancia de la vacuna, una de las claves es garantizar la seguridad de los productores. Ed. : Novartis/Creative Commons.

Además del libro de Carlos González, en otros muchos lugares se pueden encontrar respuestas expertas a argumentos falsos como la página web de la OMS, en el apartado de seguridad de la inmunización ( Six common misconceptions about inmunization ).

Además, los responsables de salud están trabajando en estrategias para solucionar el problema. En el ámbito de las enfermedades prevenibles por vacunación, los expertos europeos y estadounidenses coinciden en la opinión de que estas estrategias deben estar dirigidas a todos los niveles implicados en la vacunación, es decir, a padres, personal sanitario, sistema sanitario y productores de vacunas y medios de comunicación.

En el caso de los padres, por ejemplo, mencionan cuatro claves: informar, aclarar, comprender y cancelar. En el caso del personal sanitario, la prioridad es la formación continua y la confianza y seguridad en los responsables y productores sanitarios. Por último, los medios de comunicación son una herramienta imprescindible para la difusión del valor de los programas de vacunación.

Así esperan hacer frente a la paradoja actual, es decir, resucitar las enfermedades controladas por haber perdido el miedo.

Baztanga, derrotada pero viva en otros tres años
El año pasado la Organización Mundial de la Salud celebró el 30 aniversario de la desaparición del baztango. La resolución fue firmada por el Presidente en la Asamblea de la OMS celebrada el 8 de mayo de 1980. Sus primeras palabras son: "La OMS arrancó el Baztanga y comenzó en 1958 y lo reforzó en 1967, teniendo en cuenta el desarrollo y resultados del programa... Significa a grandes rasgos que el mundo y las personas son libres del baztán, una enfermedad destructiva que se ha extendido en muchos países como plaga desde tiempos inmemoriales y que ha dejado en su camino la muerte, la ceguera y la distorsión, y que sólo hace una década era endémica en África, Asia y Sudamérica".
La última muerte por Baztanga fue de Jane Parker. Murió en 1978 en Gran Bretaña tras ser infectado por un virus que huyó de un laboratorio. Antes, los últimos casos tuvieron lugar en África a finales de los años 70. Desde entonces, nadie ha enfermado de esa enfermedad que ha causado millones de muertes desde su aparición, pero no se puede decir que no haya ningún peligro. El virus no ha desaparecido por completo.
Baztanga provocó millones de muertes desde su aparición. Ed. : CDC.
Tras la declaración del mal como vencido, la OMS alcanzó un acuerdo para eliminar las muestras almacenadas en los laboratorios de investigación. Así, para 1984 74 laboratorios habían destruido depósitos de virus o los llevaban a uno de los dos laboratorios autorizados por la OMS: Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, en Atlanta, y Centro de Investigación Virológica y Biotecnológica de Rusia, en Koltsovo.
Tras ello, los países del mundo han mostrado dos tipos de actitudes. Algunos consideran los depósitos como peligrosos; creen que en algún momento las consecuencias serían terribles si el virus se escapara. Por ello, solicitan la destrucción definitiva del virus. Esta demanda la realizan especialmente los países en desarrollo.
Esta foto data de 1980. Se encuentra en el Centro de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (CDC) y los tres hombres que aparecen fueron los directores del programa de erradicación del viruela. En el momento de leer la noticia de que la enfermedad fue derrotada, se sacó la foto. Ed. : CDC.
Por el contrario, Estados Unidos, Rusia y otros países industrializados como Gran Bretaña apuestan por la conservación del virus. Por un lado, porque quieren seguir investigando, y por otro, para poder desarrollar medicamentos y vacunas para combatir una fuga inesperada o un ataque terrorista. Sin embargo, los que quieren destruir el virus afirman que para ello no es necesario un virus vivo; la información y el conocimiento que tienen los investigadores es suficiente para reconstruir el virus y/o desarrollar armas anti-virus.
La OMS ha incluido en varias ocasiones el tema en las agendas de sus reuniones con el objetivo de acordar un plazo para la destrucción de los depósitos de virus. Hasta el momento el debate ha tenido siempre el mismo resultado: los países industrializados han conseguido mantener los depósitos. A pesar de que en la última reunión Irán y otros países solicitaron su destrucción, no llegaron a un acuerdo y, finalmente, los demás consiguieron posponer su destrucción hasta 2014. Hasta entonces el virus estará vivo, guardado pero vivo.
Galarraga de Aiestaran, Ana
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