Sin demasiado miedo a equivocarse, podríamos decir que las mujeres ven con bastante buenos ojos el chequeo anual o la inspección sanitaria, porque están convencidas de que afloran muchos problemas. Sin embargo, no podríamos decir lo mismo de los hombres, aunque en esas afirmaciones previas las excepciones estén por dos caras.
Durante años se ha considerado, sin duda alguna, que la inspección anual es recomendable para la vigilancia de la salud, al igual que la limpieza dental o la vacunación anti-sarampión. Pero para la mayoría de nosotros, en el cine solo era algo que hacían los americanos. Cuando uno de nosotros iba al médico pidiendo un chequeo, el médico no lo veía con buenos ojos. Si no lo echaba fuera de su consulta, condena.
En Estados Unidos, tras la segunda guerra mundial, pensaban que la ciencia era capaz de solucionar cualquier cosa. Y en este ambiente se puso la idea de la revisión anual. A la llegada de la década de los 60, el hecho de que los análisis de sangre se pudieran realizar por ordenador supuso que se realizaran 20 con lo que antes costaba un único análisis. La mayoría eran inútiles, pero como se podían hacer se hacían.
Por otra parte, no es coincidencia que en esta misma época se refuercen también las inspecciones periódicas de los coches. Si un automóvil sobrevive al inspeccionar o revisar periódicamente, ¿no ocurriría lo mismo con los seres humanos?
Desde entonces las cosas no se ven tan claras, y se ha oído hablar de las desventajas y desventajas de estos chequeos periódicos y de su importancia sobre todos los beneficios y beneficios. En la actualidad, a pesar de la escasez de médicos que descartan totalmente los exámenes físicos, muchos consideran que las pruebas obligatorias son sólo unas pocas y no anuales. En un punto se concentra la falta de acuerdo más importante de la actualidad: con qué frecuencia debe acudir una persona al médico por rutina (h.d. sin enfermedad clara alguna, para que le haga un chequeo de los mismos?
Las opiniones son de todos los gustos, pero algunos modelos han empezado a imponerse y el plan más recomendado sería la edad 18-35 cada 4 años, 36-45 cada 3 años, 46-55 cada 2 años, más de 55 años cada año o por prescripción médica.
Además de reducir la frecuencia de los reconocimientos médicos, cada vez son más los médicos que seleccionan las pruebas a realizar. Antes se veía correctamente la necesidad de utilizar herramientas y ciencias avanzadas para llevar a cabo una medicina preventiva adecuada. Y eso no es cierto, o no es una verdad obligatoria. Los mejores estudios son los más simples. Los electrocardiogramas, pruebas complejas de esfuerzo, scanners y otros equipos sofisticados no son necesarios en chequeos rutinarios.
Según los últimos criterios, cuatro son las enfermedades que se pueden detectar en el estudio básico. Sin embargo, este plan se propone para personas sanas que no tienen ningún factor de riesgo especial. Si existen factores que superan la media (por ejemplo, tensión muy alta) es posible que el médico desee realizar alguna prueba concreta con mayor frecuencia.
Revisión física anual en medicina preventiva, h.d. retírate para siempre y el siguiente área de análisis no es el procedimiento más adecuado. Pero hay muchos médicos que quieren ver a sus pacientes, aunque sólo una vez al año, y aprovechan estas posibilidades para mantener y acelerar la relación médico-enfermo. También se sabe que los médicos se interesan más por el paciente que conocen, aunque teóricamente es el mismo para todos.