La fascinación de Tutankhamon

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

“Al final hemos hecho un maravilloso descubrimiento en el Valle, una enorme tumba con un sello intacto. Hemos tapado de nuevo la excavación hasta que nos venga. Enhorabuena...” fue telegraído por el arqueólogo Howard Carter al rico Lord Carnarvon, su patrocinador. Fue el 6 de noviembre de 1922 y acabaron de descubrir la tumba de Tutankhamon.
Museo del Cairo

A pesar de que Tutankham no fue tan importante en la historia como muchos otros reyes de Egipto, el descubrimiento de su sepulcro le hizo famoso después de miles de años desde su muerte. La sepultura tampoco es más valiosa que el resto. Sin embargo, al abrirse todos quedaron fascinados, tanto los arqueólogos como el conjunto de la sociedad.

El director de la excavación era Howard Carter, que llevaba años trabajando en el Valle de los Reyes, entre las tumbas de los faraones. Su sueño era encontrar la tumba de Tutankhamon, pero al estar la zona prácticamente excavada, no tenía muchas expectativas. Pero al final el dinero de Lord Carnarvon y el sudor de Carter no fueron inútiles.

Jarra de suerte

El 4 de noviembre de 1922, uno de los empleados de Carter hizo un agujero en el suelo para colocar una jarra. Pero al hacer el agujero se le llamó la atención una de las piedras que quitaron, ya que estaba perfectamente labrada. Excavó un poco más la tierra y pronto se dio cuenta de que era el inicio de una escalera. Así empezó todo, aunque su nombre no aparece en los libros de historia.

En el valle de los reyes se concentran las tumbas de los faraones de antaño.
USCIA

Guiados por Carter, abrieron el agujero con mucho cuidado y en los próximos días continuaron excavando hasta que la escalera saliera a la superficie. En el nivel 12 apareció la parte superior de una puerta, escayolada y sellada. Carter examinó el sello de la puerta para averiguar quién estaba en la tumba. Pero allí no aparecía el nombre, sino el símbolo funerario de los reyes.

Sin embargo, no era una mala señal, sino que significaba que la tumba pertenecía a alguien de gran importancia. Además, la entrada de la escalera es de XX. aparece bajo las chabolas de la dinastía, por lo que desde entonces nadie pudo entrar en ella, es decir, a C. Desde 1139.

Realizó un agujero suficiente para introducir la luz de mano en la puerta y observó que la otra parte estaba llena de chinches y piedras. Era evidente que los constructores intentaron cerrar bien la entrada. Entonces, Carter ordenó tapar y vigilar de nuevo el agujero realizado y avisó a Lord Carnarvon. Lord Carnarvon le respondió enseguida y el 24 de noviembre estaba allí dispuesto a participar en la aventura de la aparición de la tumba.

De la penumbra a la luz

La sepultura de piedra protegía cuatro ataúdes entre los que se encontraban otros tres. En la última estaba la momia de Tutankhamon.
Museo Metropolitano de Arte

Cuando la escalera y la puerta aparecieron completamente, se analizaron los sellos de la parte inferior de la puerta. En ellos se podía ver claramente el nombre de Tutankhamon. Los ladrones también encontraron indicios de que consiguieron abrir la tumba en dos ocasiones. Pero esto ocurrió hace miles de años, y además luego se dieron cuenta de que los ladrones de antaño no habían pasado por delante de la estación.

Fue la primera cámara que vieron. Los ladrones lo dejaron todo tirado y mezclado, y seguramente intentarían llevar todo lo que podían. Sin embargo, estaba lleno de riqueza. Frente a ella se encontraba la cámara mortuoria, frente a la que se encontraban dos estatuas del mismo tamaño que el faraón, decoradas con oro y con el cuerpo recubierto de dos cuerpos. Además de los estados, había miles de objetos: figuras divinas, lechos, carros, recipientes, muebles...

Tras la anteiglesia se abrió la cámara mortuoria. Oficialmente no entraron hasta el 23 de febrero de 1923, y lo que encontraron fue realmente emocionante: había un bello sarcófago protegido por cuatro ataúdes dorados, y en aquel sarcófago había otros tres, como antes. En el último se encontraba la momia de Tutankhamon, con la cara cubierta por una máscara de oro. Las paredes estaban decoradas con murales.

Tras un pasillo se encontraba una pequeña estancia, la cámara del tesoro. Es el nombre que le dio Carter. Cuidando la entrada, existía una estatua del dios Anubis, y dentro de la sala un elegante armario con cuatro barcos canopos. En ellos se almacenaban las vísceras extraídas del faraón en el proceso de momificación. En la cámara del tesoro había otros muchos recipientes y cajas llenos de joyas, amuletos y otros objetos valiosos.

Egiptania

Y no terminaron ahí los descubrimientos. Tras un lecho de la prehabitación había un agujero en el suelo y cuando Carter entró por allí, vio que había otra habitación. Aquella habitación era la más pequeña, pero allí había más de dos mil objetos apilados uno encima del otro: Imágenes de 236 camareros, arcos y flechas, armaduras y escudos, tablas y fichas del juego senet, lechos, comidas y bebidas, utensilios de decoración... Todo para que en la otra vida el faraón no falte nada.

En total tardaron unos diez años en sacar y examinar los tesoros que había en la tumba. Sin embargo, no consiguieron resolver todas las dudas sobre la vida del faraón. Además, algunos acontecimientos sorprendentes provocaron un rumor sobre la maldición del faraón. Durante este tiempo, la fascinación por aquellos tiempos egipcios fue enorme en todo el mundo, y miles de visitantes siguen visitando el museo del Cairo y el Valle de los Reyes atraídos por el misterio de Tutankhamon.

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