La enfermedad infecciosa es la que normalmente tiene un curso crónico. Produce la bacteria Mycobactrium tuberculosis. También llamado bacilo de Koch, fue descubierto por un médico alemán del mismo nombre en 1882. La localización más frecuente de la enfermedad es en los pulmones, pero puede afectar también a otros órganos.
A pesar de los avances logrados con los nuevos medicamentos que la medicina tiene entre manos, la infección todavía está muy extendida. La edad, la profesión o profesión y la situación social tienen mucho que ver en la evolución de esta enfermedad.
Más frecuente en los primeros años de vida, sobre todo durante la lactancia, y también entre los 15-30 años. Los casos que se presentan a partir de los 55 años en los últimos años han aumentado considerablemente.
Hace unos años (antes de la quimioterapia, sobre todo) el primer contacto con el germen (tuberculosis primaria) era a los 6-8 años, pero en la actualidad se ha desplazado a los 16-18 años en los países desarrollados.
Las manifestaciones de la tuberculosis se dividen en dos grandes grupos, los correspondientes a la tuberculosis primaria y la tuberculosis post-primaria.
El primero, creado por el primer contacto con el germen, normalmente no presenta síntomas significativos, aunque en algunos casos aparece fiebre y debilidad o caída.
La tuberculosis post-primaria, por el contrario, provocada por la segunda contaminación o por el empeoramiento del primario, puede pasar sin síntomas. Los síntomas suelen ser poco precisos: tos, malestar general, pérdida de apetito (no demasiado grande, sino ligero), punto de inflamación y sudor a la noche. Si la enfermedad se ha extendido a otros órganos (fuera del pulmón y a qué órgano afecta), diarreas, molestias urinarias, dolores en el hueso, etc. pueden aparecer.
Reposo, alimentación adecuada y ciertos antibióticos durante meses.
Además de mejorar las condiciones de vida, hay que aislar a los pacientes contagiosos (que expulsan bacilos por la boca en la tos y el caracoles). El control y el tratamiento preventivo de las personas que viven en el mismo núcleo familiar del paciente, y la integración en los casos de mayor riesgo, serían otras de las principales medidas preventivas.
¿Qué es la prueba de tuberculina? ¿Por qué todos los familiares del tuberculoso deben realizar esta prueba?
Es un método de ayuda para el diagnóstico de la tuberculosis. Un preparado derivado de los bacilos de la tuberculosis es sólo una reacción cutánea que se produce tras la inyección intradérmica. Si la persona a la que se realiza la prueba ha tenido contacto o contacto con estos bacilos, su sistema inmunitario responde provocando una inflamación o inflamación en el punto de inyección de tuberculina. Los resultados se constatan a 48-72 horas, atendiendo al tamaño de la zona que se ha endurecido alrededor del punto de inyección.
¿Es posible tener tuberculosis con tuberculina negativa?
Normalmente, si esta prueba tiene resultado negativo no hay tuberculosis. Pero hay situaciones en las que esto no ocurre: por ejemplo, cuando la tuberculosis es masiva, o cuando la persona está tomando medicamentos inmunodepresores, o bien porque tiene alguna enfermedad (sarcoidosis, etc.) su estado inmunitario está muy debilitado.
Por tanto, el hecho de que la prueba de tuberculina no sea positiva no significa que la persona no tenga tuberculosis. En caso de sospecha, se deberán realizar otros estudios para obtener un buen diagnóstico: radiografías, análisis de sangre, etc.
¿Es cierto que los casos de tuberculosis siguen siendo muchos?
Es cierto. Antes de encontrar medicamentos antituberculosos, esta enfermedad era una de las más importantes del mundo. No sólo por frecuencia, sino también por gravedad, ya que en la mayoría de los casos era incurable. A pesar de que en la actualidad la gravedad es menor, la tuberculosis sigue estando muy extendida en los países con escasa infraestructura sanitaria y en los grupos de población que viven en situaciones socioeconómicas y nutritivas desfavorables (sobre todo en países del Tercer Mundo).
Sin embargo, en los países desarrollados la enfermedad tampoco ha desaparecido del todo, ni se ha dado la vuelta. Por el contrario, hay bastante más de lo que se esperaba. La tuberculosis a principios de siglo provocaba unas 200 muertes por 100.000 habitantes y año.
¿La tuberculosis es una enfermedad contagiosa? ¿En qué medida?
Es cierto que la tuberculosis se contrae respirando los bacilos que algunos enfermos expulsan con tos. Y hay que destacar algunos, ya que en muchos casos los bacilos están como “guardados” dentro del foco tuberculoso y no se expulsan al toser, respirar o hablar. Los gérmenes sólo pueden canporar cuando el foco infeccioso se abre a un bronquio. Para saber si los bacilos están o no en el karkais habrá que realizar los análisis adecuados que nos indiquen si el paciente transmite o no la infección. Si tras análisis repetidos se comprueba que no hay bacilos de tuberculosis en el cárarqueo, la persona afectada no es contagiosa, por lo que se somete a tratamiento sin necesidad de estar aislada.
¿Es necesario tratar al enfermo tuberculoso en un centro médico especial o es posible tratarlo en casa?
La decisión la tomará el médico a la vista de varios factores. No hay normas generales. Cada caso es diferente. El ingreso en un hospital o centro hospitalario es obligatorio en los siguientes casos: cuando es necesario realizar muchas pruebas de diagnóstico correcto, cuando los síntomas son graves, cuando existen otras enfermedades que pueden complicar la tuberculosis, cuando se observa un grado elevado de contaminación en el cárcaise y cuando se observan ara-zoak para aislar al paciente en su domicilio. Incluso si se observa que el tratamiento no produce los efectos esperados. Por otra parte, la necesidad de hospitalización también puede estar motivada por razones sociales, cuando el paciente no pueda ser atendido adecuadamente en su domicilio o por motivos de consideración de que no va a seguir adecuadamente el tratamiento
¿Cuánto tiempo hay que mantener el tratamiento?
Hasta hace unos años el tratamiento se prorrogaba por 18 meses. Ahora se ha acortado mucho, pero aún así se mantiene entre seis y nueve meses. Con el paso del tiempo, el paciente toma menos medicamentos que el inicial.
No hay que olvidar, sin embargo, que si la persona tuberculosa abandona el tratamiento (porque está bien y las molestias han desaparecido) existe una gran probabilidad de que la enfermedad se reponga. Y al revés, está totalmente demostrado que con un tratamiento adecuado se cura con seguridad.
¿Existe alguna interferencia entre los anticonceptivos y el tratamiento antituberculoso?
Uno de los fármacos utilizados en el tratamiento de la tuberculosis es la rifampicina, un antibiótico que reduce la acción de ciertos fármacos asociándolos a ellos. En el caso de los anovulatorios es necesario adecuar las dosis ya que de lo contrario el anticonceptivo puede perder eficacia y quedarse embarazado. La interferencia también se produce con otros medicamentos (cortisona, digital, algunos anticoagulantes, etc.). Por lo tanto, antes de iniciar otro tratamiento es conveniente que comunique al médico que está tomando la pizina de rifán.
¿Se puede decir que hoy en día la tuberculosis se cura totalmente?
Sí. Una buena medicación consigue curar a todos los pacientes. Por eso es importante que el tratamiento se realice de forma adecuada, durante el tiempo necesario y cuando sea necesario. La mayoría de los enfermos, incluidos los casos más avanzados, llegan a curarse en un año. Es más, es posible que el enfermo realice una vida completamente normal.
¿Después de curar a la persona conviene controlarla?
Durante los dos años siguientes a la finalización del tratamiento es conveniente seguir realizando algún tipo de control. Si durante este periodo no se observa nada extraño, al no aparecer la recaída únicamente en el 1% de los casos, no se considera necesario realizar más controles.
¿Qué son y para qué se realizan los análisis de cárceles?
La constatación de que el bacilo de la tuberculosis se encuentra en el caracoles es un dato clave para el diagnóstico. Sin embargo, la ausencia de bacilos en el karkais no significa que no haya infección tuberculosa activa. Cuando hay otras señales que nos dan la sensación de tuberculosis (bien por las radiografías, bien por los síntomas de la enfermedad), lo ideal es iniciar el tratamiento, después de asegurarse de que no hay ninguna otra enfermedad. Por otro lado, es conveniente hacer que los primeros análisis tengan resultados negativos y después, si se realizan repetidamente, dan positi-bos. Por ello, como norma, se realizan tres, cuatro o cinco análisis.
En el reconocimiento médico anual de la empresa te dicen “Tú, de niño, pasaste la tuberculosis”, aunque no te acuerdes de ello.
En la infancia es muy común tener alguna infección tuberculosa de los pulmones que ha pasado desapercibida, ya que se cura por sí misma. Pero dejará varias marcas para toda la vida; cicatrices o ganglios calcificados, etc. Y en esa cicatriz, con el paso del tiempo el calcio se va acumulando. Por ello, la presencia de lesión calcificada en el estudio radiológico convencional supone una lesión tuberculosa vieja y curada, casi en ruinas de azufre. En este caso, sin embargo, se suelen realizar otros estudios (incluyendo más radiografías) para asegurar que no es un foco activo de tuberculosis.
¿Y qué decir de la vacuna BCG?
Esta vacuna, preparada con el bacilo de Calmette-Guerin (de ahí su nombre), no aporta inmunidad total al bacilo que produce tuberculosis. Su efecto es estimular el sistema inmunitario para luchar contra el bacilo en caso de infección. Desde este punto de partida, aunque es posible la captura de tuberculosis (a pesar de estar vacunado con BCG), además de que la enfermedad sea más leve, probablemente se eviten sus complicaciones más graves como la meningitis tuberculosa. Actualmente, esta vacuna sólo se aplica sistemáticamente en países donde la tuberculosis está muy extendida.
¿Qué personas o colectivos deberían incorporarse?
No es necesario incluir a toda la población. Por otro lado, una de las molestias de la vacuna es la positivación de la tuberculina tras su administración, por lo que esta prueba ya no nos sirve para diagnosticar la infección inicial. La vacuna, por tanto, sólo se administrará cuando el riesgo de enfermar sea alto: por ejemplo, los niños de la familia de todos afectados por la tuberculosis. Se recomienda la inclusión en algunos países durante la escolarización, pero no en otros, dependiendo de la incidencia de la enfermedad.
Tres antibióticos diferentes en el tratamiento de la tuberculosis. ¿Por qué tanta farmacia?
Como es sabido, la toma constante de antibióticos hace que los gérmenes a largo plazo se conviertan en resistentes contra ellos. Y piensa que el tratamiento de la tuberculosis dura meses. La utilización de un único antibiótico podría generar una resistencia al mismo. El objetivo de utilizar tres (o cuatro) antibióticos diferentes es, por tanto, evitar la resistencia a un determinado fármaco, ya que los otros medicamentos seguirán trabajando. Sin embargo, en algunos casos estas resistencias se crean obligando a cambiar de antibiótico.
(Como modelo de orientación para la Educación Sanitaria Individual) Tras el estudio realizado se ha demostrado que tiene tuberculosis pulmonar. Es una enfermedad contagiosa que se transmite de una persona a otra (al hablar, al toser o estornudar, ...), es decir, a través de la respiración. Normalmente para cazar la enfermedad es necesario mantener una relación diaria con la persona enferma. Por lo tanto, alguien te ha contagiado a ti, como seguramente has estado transmitiendo la enfermedad a las personas que te rodean. Esto no significa necesariamente que todos estén enfermos, pero sí que hay que analizarlos adecuadamente. Si comienza el tratamiento, en los próximos días no contaminará y dejará de prestar atención y precauciones especiales. La tuberculosis se cura totalmente con un tratamiento adecuado, pero el tratamiento será largo, 9 meses y EN NINGÚN CASO es necesario eT. Si tuviera algún problema, consulte a su médico. Es muy importante que siempre aparezcan en las consultas que se le han realizado para controlar la enfermedad y el tratamiento. Si tuviera motivos para no asistir, le avisará y cambiará de fecha. Una vez finalizado el tratamiento, conviene seguir controlándolo durante un año más.
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Después de encontrar y usar antibióticos, la humanidad iba a la victoria en la lucha contra las enfermedades infecciosas. Las grandes epidemias sólo podían producirse en tiempos oscuros en los que la ignorancia y la pobreza dominaban. ¿Y el SIDA?. Bueno, eso también es cosa de drogadictos que utilizan jeringuillas sucias. En eso está o es lo que muchos han querido pensar. También los grandes gobiernos y empresas farmacéuticas. En las últimas décadas se ha investigado cada vez menos sobre el aspecto clínico de las enfermedades infecciosas y se ha invertido cada vez más en este campo. Si se trata de un problema que afecta a cada vez menos gente que puede pagar medicamentos, ¿para qué gastar dinero?
Pero la victoria no ha sido tan buscada. La lucha contra ciertas enfermedades infecciosas no ha sido tan exitosa y aunque no se les ha prestado demasiada atención, los datos han estado ahí (véase al lado J. Artículo de Aguirre sobre tuberculosis). Ahora que en los países desarrollados se han dado a conocer los datos que indican un aumento de la tuberculosis, hemos sabido que no se ha acabado la tormenta. Y no sólo eso: ahora nos vienen equipados con mayor consistencia frente a los antibióticos. Por ejemplo, la malaria es cada vez más resistente a la cloroquina y parece que hay datos que indican que la eficacia del meflón que se ha comercializado hace pocos años está disminuyendo.
La tuberculosis ha sido, es y será uno de los mayores matadores de la raza humana. Cada año se producen 8 millones de nuevos casos en el mundo, el 91% en los países en desarrollo. Cada año mueren 2,9 millones de personas en el mundo según datos de la Organización Mundial de la Salud. Mycobacterium tuberculo -sis (causante de la enfermedad) es probablemente el organismo que más personas mata.
A la luz de estos datos, es de extrañar que la tuberculosis haya sido etiquetada con el fuego de la enfermedad del pasado. El Primer Encuentro Mundial de Salud en su reunión de 1948 dio prioridad de primer orden a la tuberculosis, mientras que en la reunión de 1986 no se hizo mención alguna. La tuberculosis, sin embargo, estaba allí; pocos casos quizás en los países desarrollados, pero truenos en el tercer mundo.
¿Qué ha motivado ahora este nuevo interés por la tuberculosis, si es una enfermedad que siempre ha estado ahí? El SIDA tiene que ver, por supuesto, con la alta incidencia de tuberculosis en inmunodeficiencias. En los EE.UU. también se ha producido un incremento espectacular en las zonas de pobreza de algunas ciudades, debido a las condiciones higiénicas muy deficientes. Por lo tanto, en los países desarrollados está de nuevo ahí y no se puede hacer lo invidente.
Un reciente informe realizado en Estados Unidos ha confundido al menos los márgenes. El informe ha sido realizado por encargo del Instituto de Medicina de la Academia Nacional de Ciencias de los EE.UU. y afirma que “el riesgo de enfermedades infecciosas no ha desaparecido y se ha agravado”.
Además de la tuberculosis y malaria comentada, el informe también incluye la enfermedad de Lyme, la fiebre amarilla, la fiebre del Rift Valley y el virus Inflamaan. En opinión de los ponentes, la creciente resistencia de los microorganismos a los medicamentos es un punto a tener en cuenta.
Por ejemplo, los neumáticos son cada vez más resistentes a la penicilina. Uno de ellos, el Streptococcus neumoniae, responsable de meningitis, peritonitis y diversas infecciones respiratorias, ha desarrollado también resistencia a otros antibióticos. Por ejemplo, la resistencia a la eritromicina se encuentra entre el 20% y el 28% en Francia y entre el 18% y el 20% en Japón.
Por otra parte, los hábitos de vida de las personas también son muy significativos en el desarrollo de enfermedades infecciosas. La movilidad de la población es hoy mucho más alta que en el pasado, lo que facilita la dispersión de los gérmenes.
Otro aspecto que se menciona en el informe es que la lejanía del riesgo ha hecho que los stocks de medicamentos y vacunas no hayan sido correctamente suministrados y que, según un ejemplo que mencionan, si en la actualidad aumentara la fiebre amarilla en la ciudad de Nueva Orleans, habría que traer vacunas de Brasil, que es el único país con stock suficiente. Previendo esta situación, afirman que en 90 días podrían morir 10.000 personas, por lo que en las conclusiones del informe se recomienda una mayor vigilancia de los stocks.
Al parecer, mientras se han considerado como enfermedades de quienes podían no pagar medicamentos, no se ha ejercido demasiada fuerza para conducir nuevos antibióticos. “Salvo alguna excepción, no se han lanzado nuevas familias de antibióticos en los últimos 20 años”, afirma Patrice Courvalin, investigador del Instituto Pasteur. La puesta en marcha de nuevos antibióticos es costosa. Los costes de comercialización de una nueva molécula pueden rondar los 200 millones de dólares, por lo que asegurar su rentabilidad no es tan fácil.
Sin embargo, ante la nueva situación, el botiquín y las administraciones sanitarias a nivel mundial empiezan a preocuparse y quizá vean la razón suficiente para retomar este tema en los próximos años.