"Ha sido impresionante ver su grandeza. Dimensiones de su paisaje. Estábamos en la velera y veíamos junto a ella unas paredes de 1.500 metros. Un poco más al norte, incluso 2.500 metros. Paredes impresionantes, glaciares impresionantes, caídas constantes de hielo en los fiordos… ¡Es increíble! ", el geógrafo Eñaut Izagirre recuerda con emoción a todos.
El área de hielo Cloue es una especie de laberinto de pequeñas islas, fiordos y canales, aún desconocido. De esta manera, los tres investigadores se empeñaban en elaborar un mapa cartográfico de la zona, pero han querido hacerlo como expediciones de antaño: para describir la geografía y hacer el mapa cartográfico más preciso posible, la expedición ha tenido que atravesar grandes zonas de hielo, escalar montañas sin ninguna ascensión, describir fiordos hasta ahora desconocidos, navegar por canales de difícil acceso a vela y hacer frente a vientos espectaculares.
De hecho, en el viento también se aprecia la grandiosidad de la Tierra del Fuego. “Yo creo que las condiciones han sido las que realmente han hecho la expedición dura. Son grandes montañas, como les llamaba el gran alpinista Charlie Porter. En altura no son muy altos, de unos 1.400 metros de altura, pero estás a nivel del mar y justo abierto a la entrada de los vientos del Pacífico, muy expuestos a los vientos. Todos los vientos que provienen de la Antártida y del Oeste le tocan allí y luego el viento le da la vuelta al mundo y, al no tener continentes en esa latitud, te vuelven a tocar. ¡Es increíble!”
Investigadoras y alpinistas a la vez han escalado los montes por puro placer, pero también para poder determinar las alturas. “Sólo había alturas calculadas por imagen de satélite, y las nieblas y las sombras de los escarpes provocan distorsiones. De las alturas medidas por nosotros, a las anteriormente medidas, hemos visto que hay un error de 30-35 metros”.
Han querido investigar el campo de hielo en su totalidad. Para conocer mejor la historia glaciar y el relieve, los tres glaciólogos han cartografiado las formas y acumulaciones de los glaciares a través de un hielo de miles y miles de años. “En el País Vasco se han dado algunos glaciares en los períodos de mayor helada, como en Aralar, pero no hay cultura de glaciares. En definitiva, los glaciares en los Pirineos son también muy pequeños. Por eso se nos extraña la palabra glaciólogo” —ha querido explicar Izagirre—.
Los glaciares tuvieron la mayor superficie en grandes glaciaciones. Desde entonces han ido retrocediendo y los glaciares actuales son restos de aquellos grandes períodos de hielo. La Tierra ha sufrido numerosas glaciaciones sucesivas y la Tierra del Fuego ha estado cubierta de hielo durante miles o millones de años. Durante la expedición, tres investigadores han querido analizar la evolución de los glaciares de la zona más austral de la Tierra del Fuego.
“Hace 200 años, en el período denominado Pequeña Edad de Hielo, el hielo avanzó de nuevo. XIV. y XVII/XVIII. en los siglos XIX y en la Patagonia Se prolongó hasta el siglo XX. La temperatura atmosférica en todo el mundo descendió más o menos un grado y los glaciares avanzaron”, ha señalado Izagirre. “Ese es el retraso global que estamos viendo en la actualidad, cómo los glaciares están retrocediendo de su expansión en la Pequeña Edad de Hielo”.
Estudios realizados mediante imágenes de satélite indicaban que los glaciares de la Patagonia no habían variado en los últimos años, con tasas de pérdidas moderadas. Izagirre, Rico y Miles decidieron analizarlo de primera mano. “En nuestros trabajos de campo hemos visto lo contrario: en los últimos 70 años se ha perdido el 20% de la superficie total de los glaciares. Sobre todo en las últimas décadas. Y, además, hemos visto una especie de separación en los glaciares, una especie de desconexión desde el punto de acumulación de la nieve, hasta el lugar de la lengua actual. Normalmente se cae la nieve, se acumula arriba y, después, cuando alcanza una densidad determinada, se deforma con fuerza de gravedad y se desliza hacia abajo. Ahora los glaciares no son capaces de hacer su movimiento de arriba abajo, hay una especie de desconexión. En las décadas anteriores llegaba muy bien hasta el nivel del mar, sano, pero ahora se está hundiendo en las alturas de los glaciares”.
Hay que tener en cuenta la salud de los glaciares, que al fundirse suben el nivel del mar. La Antártida o Groenlandia tienen más hielo por naturaleza, pero los glaciares de montaña más pequeños son los que más rápido reaccionan ante los cambios de temperatura y elevan mucho más rápido el nivel del mar. Los de Patagonia y Alaska, por ejemplo. Podrían aumentar entre 1 y 1,5 metros según los investigadores.
El retroceso del hielo ha traído consigo nuevos paisajes en la Tierra del Fuego. Se han descubierto nuevos valles. Además, todo el espacio cubierto por el hielo es inorgánico, sin vida e inerte. “Ahora poco a poco empieza la vida. Al retroceder los glaciares, los que crecen primero son líquenes y musgos. Es un paisaje de gran belleza. Espectacular”.
“Por otro lado, la Patagonia se caracteriza por un clima tan húmedo y frío que genera turberas. La vegetación que crece en un clima tan húmedo y frío no es capaz de desmantelarse y entonces comienzan los depósitos, tanto lateral como verticalmente. La creación de turberas tarda mucho tiempo, por lo que su existencia demuestra que los glaciares retrocedieron hace bastante tiempo”.
En opinión de Izagirre, la influencia de los castores también se nota mucho, ya que para comercializar su piel se introdujeron en Ushuaia en 1946. “Tienen una gran influencia en el ecosistema. Encontraron una zona totalmente turbulenta, con aguas pantanosas, ideal para ellos. Además, allí no hay grandes depredadores”. Por tanto, los expedicionarios han tratado de localizar los principales nidos de los castores.