En noviembre de 2001 Juan Manuel Erasun acudió a nosotros. El 14 de julio de 2002 debía competir con Bixente Mitxelena en las campas de la Piqueta de Oiartzun. Se
trataba de una apuesta tradicional, es decir, una competición de dos horas en la que los seguidores tenían que cortar la hierba lo más posible y, posteriormente, la cuadrilla de cada segador se encargaba de recoger y pesar la hierba.
Lo que nos pedía Erasun era un desafío para nosotros. De hecho, se han realizado muy pocas investigaciones sobre las características físicas de los deportistas de herri kirolak, y nosotros teníamos poca práctica en el campo de la siega.
Este desconocimiento nos llevó a plantearnos muchas preguntas y, con el fin de dar respuesta a las mismas, nos pusimos en marcha la recogida de datos. Para empezar, teníamos que saber cuáles son las necesidades fisiológicas de dos horas de siega. También teníamos que conocer el estado físico de las Enfermedades. Para ello utilizamos diferentes tests físicos.
El tercer paso fue organizar el trabajo. Teníamos claro que, además de las variables controlables, las incontrolables también influirían mucho
en el día de la apuesta: nerviosismo, estado de la hierba, tiempo… Pero hasta julio teníamos un plazo de ocho meses para preparar Erasun. Con nosotros teníamos un seguidor de 40 años, de 180 centímetros de largo y 91 kilos de peso, de morfología mesomorfa y con un consumo máximo estimado de oxígeno de 47,9 ml/k/min. Fue un veterano atleta en dos horas de retos.
Comenzamos a conocer las bases fisiológicas de la siega. Primero controlamos los parámetros concretos. Entre otras cosas, medimos la fatiga muscular y la frecuencia cardiaca, y a partir de ahí planificamos la preparación para conseguir la mejor forma física.
Como para nosotros era una actividad nueva, teníamos que compararla con algo y sabiendo que era un ejercicio de dos horas, la equiparamos al maratón. Es decir, pensábamos que seguirían exigiendo un alto nivel de resistencia y que la fuerza sería un componente secundario.
Pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. Vimos que no todo era resistencia, que la fuerza también era imprescindible. Y es que en el maratón trabajan las patas, pero en la sega la parte superior del cuerpo tiene una participación total, y para dar persecuciones se necesita fuerza. Así que teníamos que trabajar la fuerza y para ello solíamos ir al gimnasio tres veces por semana.
Además, teníamos que trabajar la resistencia. Otros segalaris corren o andan por el monte. Eso no es malo, porque ayuda a estar en forma, pero pensábamos que debía seguirse para trabajar la resistencia específica. Lo mismo ocurre con otros deportes, por ejemplo, antes los ciclistas no pedían en bicicleta en invierno, pero luego vieron que para entrenar bien tenían que andar en bicicleta. Erasun también tenía que seguir.
¿Cómo? Los corredores tienen una cinta de correr, los remeros un ergómetro de remo y los ciclistas un cicloergómetro, pero los segalaris no tienen una máquina especial que simbolice la guadaña. Y en invierno no hay hierba en los campos...
La solución fue tan original como acertada: entrenamos en la playa. En la Zurriola, una vez bajada la marea, queda una arena muy fina, y al crear las colinas con la mano, las cortábamos a Erasun con una vieja sega. Tal vez parezca una excentricismo y tenemos pasajes ridículos como si la víspera de San Sebastián nos acercara un argentino preguntándonos si era una actividad típica de ese día. Lo que pasa es que luego quedó claro que entrenar en arena es muy útil para más adelante en el campo.
Junto a esto, como en otros deportes, teníamos que hacer tests progresivos. En estos test la intensidad del esfuerzo aumenta hasta alcanzar el esfuerzo máximo.
Los test progresivos consisten en la medición de la frecuencia cardiaca en diferentes niveles de intensidad y la extracción de una gota de sangre para medir la concentración de lactato. Estos tests físicos se realizan tanto en el laboratorio como en el lugar donde se practica el deporte y los resultados son muy útiles para conocer la situación del deportista. Además, ayudan a determinar los ritmos a utilizar en los entrenamientos.
Como no había protocolo de continuidad, creamos nuestros propios tests, uno a intensidad progresiva y otro estable. El progresivo incluía series de 5 minutos a diferentes ritmos, desde 30 a 31 golpes por minuto hasta 2 golpes por minuto de serie hasta agotar al segador. Entre las series hacíamos un minuto de descanso para sacar una gota de sangre del oído y medir la concentración del lactato. También registramos la frecuencia cardiaca cada 5 segundos mediante un pulsometro.
Meses después, después de muchos entrenamientos, volvimos a hacer los test para comprobar los cambios fisiológicos.
A falta de cuatro semanas para el reto, acordamos realizar un test estable para medir el
trabajo fisiológico del encuentro y confirmar que los ritmos previstos eran los adecuados. En caso contrario, tendríamos la oportunidad de reajustar los ritmos y llegar al día del reto en el mejor estado físico.
Este test era un ensayo de la apuesta. Le marcamos el ritmo que iba a tener en la apuesta y registramos el lactato (cada 30 minutos), la frecuencia cardiaca (cada 5 segundos) y los datos de ritmo (cada 5 minutos).
Como ya se ha mencionado anteriormente, al principio se parecía a un maratón, pero tras un test estable comprobamos que no era así. Las concentraciones de lactato de los maratonianos son mucho menores, ya que utilizan oxígeno durante toda la prueba. Nuestro seguidor, por su parte, tenía un nivel de lactato más alto durante toda la sesión, lo que indica que la fuerza es más importante que en el maratón.
Las semanas pasaron rápido y llegó el día de la apuesta. Ganó Erasun, aunque la diferencia fue pequeña. Pero para nosotros quedó claro que íbamos por el buen camino. Además, se citó para el año siguiente: La apuesta se celebrará el 17 de agosto de 2003 en las campas de Garate de Andoain. Y gracias al trabajo realizado hasta entonces, sabíamos cómo preparar a Erasun para ganar esa apuesta.
Definimos y refinamos entrenamientos y tests, y Erasun tenía más confianza en nosotros. Trabajamos con esperanza y, al igual que en 2002, realizamos el test ocho semanas antes de la jornada de apuestas. Entonces comprobamos que estaba listo.
Llegó el día de la competición. Como el año anterior, a Erasun le pusimos un pulsómetro para medir la frecuencia cardiaca y medir el ritmo. Comparamos los datos del 2002. Desgraciadamente no podíamos medir el lactato, ya que la competición no se puede parar para sacar la muestra de sangre. Si tuviéramos este dato, tendríamos un conocimiento más preciso de la situación fisiológica, pero como no es posible, teníamos que sacar conclusiones con otros parámetros.
Comparando los datos de los dos años, se observa una notable mejora de la resistencia de un año a otro. No era de extrañar que, como consecuencia de los entrenamientos del año anterior, comenzó mejor la temporada. Pero los datos sobre el pulso nos sorprendieron. Y es que, según los tests fisiológicos que hicimos, esperábamos que la frecuencia cardiaca fuera menor y ocurrió lo contrario.
Para explicarlo, analizamos diferentes hipótesis. Sin duda alguna, variables incontrolables como el tiempo podían tener una gran influencia. Por otro lado, las variables técnicas, como el estado de la hierba y el aspecto de la pradera, tienen una gran importancia. Y, en nuestra opinión, ellos fueron los que provocaron el latido del corazón, ya que el campo de Garate estaba en la cuesta. En cambio, el año anterior, el de Pikoka, era llano.
Además de las variables mencionadas, no hay que olvidar otras variables. Ahí están, entre otras cosas, el trabajo de la cuadrilla que recoge la situación psicológica y la hierba cortada.
La principal conclusión fue que el segalari no se puede equiparar al maratoniano. La siega tiene características especiales y no se parece a correr en maratón. La concentración de lactato en sangre es una prueba de la enorme importancia que tiene la fuerza, además de la resistencia. Las concentraciones que medimos a Erasun en las pruebas serían demasiado altas para un maratón, concentración que no podría terminar. Erasun, por su parte, terminó bien la apuesta.
Ahora sabemos que perseguir es una actividad especial, que la fuerza es muy importante y que los tests y entrenamientos preparados por Osasunkirolak son adecuados. Sin embargo, hay que aclarar que estos tests y pruebas estaban adaptados al estado físico de las Enfermedades y que para un deportista que no está tan bien en forma habría que bajar mucho los ritmos.
En cuanto a Erasun, ganó ambas apuestas. Así que cumplimos el objetivo.
En el ejercicio físico de larga duración, los músculos trabajan a baja intensidad y presentan un metabolismo aeróbico. Esto significa que utilizan oxígeno como combustible. Si la intensidad aumenta, los músculos utilizan otros combustibles y entra en juego el metabolismo anaeróbico. Este metabolismo produce lactato, por lo que la concentración sanguínea de lactato sirve para determinar cuándo el metabolismo ha pasado de ser aeróbico a ser anaerobio.
Para los fisiólogos deportivos es importante conocer la concentración de lactato. En función de la concentración de lactato, el fisiólogo conoce el tipo de trabajo que realiza el músculo.
Bangsbo, J. Lindquist, F. Fohrenbach, R. Mader, A. Hollmann, W. Padilla, S., Mujika, I. Cuesta, G., Polo, J.M. Chatard, J.C. |