también se caracteriza por el descamado de la piel, sobre el que se forman gruesas placas de costra. La apariencia de estas lesiones hace que muchos enfermos se avergüenzan, en muchos casos hasta el aislamiento total, ya que ni siquiera se atreven a salir a la calle.
No es de extrañar. En nuestra sociedad la apariencia física tiene tanta importancia e influencia, por lo que las cuentas son bastante silenciosas para los afectados por la psoriasis. La piel afectada es menos agradable estéticamente y por ello muchas veces intentan ocultarse de los ojos de los demás. Sin embargo, no se trata de una enfermedad contagiosa, ni de una mala limpieza o higiene, sino de un problema celular.
El dermatólogo Montserrat Pérez, miembro de la Sociedad Española de Dermatología, explica que la psoriasis es un trastorno crónico de la piel que se caracteriza por la hiperproductividad celular, una célula epidérmica que se reproduce normalmente cada 30 días y que sólo dura cuatro días en una persona sometida a psoriasis.
La proliferación de células en la capa más externa de la piel, denominada epidermis, es muy rápida y, al no disponer de tiempo suficiente para descamar o caer como es habitual, da lugar a unas placas rojizas recubiertas de escamas blancas. El color rojo significa que en esta zona se acumula más sangre de lo normal, mientras que las escamas o placas de color blanco son células de la piel que no han podido caer o descamarse.
En la mayoría de los casos la psoriasis aparece en codos, rodillas, cuero cabelludo o uñas, pero puede aparecer en cualquier parte del cuerpo, incluso cubriendo toda la superficie corporal.
La psoriasis es una enfermedad genética, por lo que la herencia heredada de nuestros antepasados es de gran importancia. Esto no quiere decir, por supuesto, que los descendientes de la persona psoriásica sufran necesariamente la enfermedad, ya que es posible que nunca sufran síntomas. En la actualidad, la incidencia de la enfermedad es del 2% en todo el mundo, y sabemos que si un miembro de la pareja tiene psoriasis, uno de cada ocho hijos de esa pareja puede herederla, pero si ambos son psoriáticos (padre y madre juntos) la probabilidad es el doble (uno de cada cuatro hijos).
En la mayoría de los casos, esta carga hereditaria no tiene el peso suficiente para evidenciar la enfermedad y es necesario que exista algún factor externo como factor auxiliar. Los factores desencadenantes más habituales para la aparición de la psoriasis son:
No todos los psoriasis son iguales. Se pueden hacer diferentes clasificaciones, dependiendo de las lesiones que se observen o de la parte del cuerpo en que aparezcan.
Es el más habitual. Aparecen placas rojizas (sobre todo en codos y rodillas) recubiertas de escamas blancas.
Suele observarse en niños y jóvenes, normalmente tras la infección de las vías respiratorias superiores. Como su nombre indica, las lesiones son puntos o gotas pequeños que toman brazos, piernas o tronco.
* Psoriasis cuero cabelludo
Las escamas que cubren las placas son de color nacarado y la mayor dificultad es realizar un diagnóstico discriminatorio con el eczema seborreico.
Habitual en axilas o axilas, debajo de los pecho (en el caso de las mujeres) o en ingles. En estos casos aparece inflamación, pero no se acumula escamas.
Si no aparece en otras zonas, el diagnóstico puede pasar desapercibido.
Aparecen varias manchas o manchas de color marrón amarillento, como si fueran manchas de aceite. Este tipo de psoriasis puede producir como complicación la denominada artritis psoriática, que es el dolor articular.
Desde otro punto de vista, y atendiendo a la naturaleza de las lesiones, cabe diferenciar:
a) Psoriasis eritrodermica: es el tipo más grave de psoriasis, pero afortunadamente el más raro. El enrojecimiento y el descamado posterior aparecen por todo el cuerpo.
b) Psoriasis pustulosa, en la que las lesiones son heridas, cargadas de pus.
Los tratamientos utilizados en la actualidad son muchos y muy variados, ya que se trata de individualizar el caso de cada paciente para lograr una mayor eficacia.
Normalmente son tratamientos tópicos (cremas hidratantes especiales) los tratamientos con luz (luz natural y/o artificial) y los tratamientos con medicamentos administrados por vía oral.
Tomar el sol en el 80% de los psoriáticos es muy beneficioso, siempre con la medida previa de proteger las partes más delicadas del cuerpo. Cuando se opta por un tratamiento determinado, el médico pretende frenar la hiperactividad celular y el sol es muy recomendable, ya que lo que consigue es "quemar" la piel y, en definitiva, liberar el psoriático y caer.
Para conseguir un efecto similar se utiliza la fototerapia y la fotoperioterapia, es decir, se aplica la luz ultravioleta (similar a la del sol) pero se aplica mediante máquinas especiales.
Hay que decir, como cualquier otra enfermedad crónica, que la psoriasis no se cura, pero podemos conseguir controlarla y blanquear las zonas afectadas. Muchas personas afectadas por la psoriasis han conseguido tener largas temporadas sin ningún síntoma.