Entre 1950 y 1982 se construyeron cerca de 30.000 presas, de las que más de 18.000 se construyeron en China. Para principios de la década de los 90, el 13% del caudal de los ríos que se vierten al mar estaba recogido en la presa o desviado la corriente de agua. Se prevé que este porcentaje pueda superar el 20% para los primeros años del próximo siglo.
Desgraciadamente, la mayoría de las presas construidas pueden causar problemas inesperados. Un ejemplo significativo es la presa de las Puertas del Hierro, que cruza el río Danubio desde cerca de 1.000 kilómetros de la desembocadura hasta el mar Negro. Según los investigadores, Danubio ha bajado su nivel de silicio a la mar y está cambiando la producción de materias primas en el mar Negro. Este fenómeno es el primero que se ha deducido; la disminución del silicio también se ha detectado en otros estudios. Pero lo que puede convertirse en una noticia de primer orden es un problema que puede afectar al medio ambiente. Además, el riesgo de daños ecológicos no sólo está presente en los estuarios y costas, sino también en zonas de gran envergadura como el Mar Negro.
Estudios medioambientales bien conocidos destacan los efectos nocivos de la presa y la desviación de los ríos. Por ejemplo, el agua de presa de Asua suavizó la sequía que había en Egipto en 1980, pero la propia presa ya ha traído consecuencias negativas para el río y la costa mediterránea de Egipto. La erosión corta seriamente la orilla del río. Gran parte de los sedimentos y el agua que transporta el Bajo Nilo quedan atrapados en diques y canales de drenaje y riego sin llegar al delta. Por lo tanto, pocas aguas y apenas sedimentos llegan al Mediterráneo. Sus efectos son el agotamiento de la pesca, el aumento de la erosión de la costa, el aumento de la contaminación marina y terrestre y la eutrofización de lagos y albuferas costeras, entre otros. Según los investigadores, el nuevo plan de riego del río Asuan supondrá una menor desembocadura del río Nilo en cantidad y calidad.
Otro caso destacable es el de Delta de Mississipi. La construcción de grandes presas y diques ha reducido las inundaciones y la cantidad de sedimentos en las zonas próximas a la desembocadura. La acumulación de sedimentos no compensa la erosión natural, con la consiguiente pérdida de tierras costeras y la proliferación de lagos y albuferas.
El acuerdo de 1988 entre India y Bangladesh sobre las aguas del Ganges en Asia provocó consecuencias inesperadas. Las obras de la presa Farakka en India redujeron en un 75% las aguas que conducían a Bangladesh. Las tierras ricas se convirtieron en desiertos, apareciendo agua salada en los territorios de Sundarbans (extenso bosque de mangles y hábitat natural del tigre de Bengala). Las pérdidas anuales de Bangladesh alcanzan los cuatro mil millones de dólares. En el futuro, la falta de agua del río aguas abajo de la presa de Farakka provocará un aumento de la extracción de aguas subterráneas. En consecuencia, se intensificará la erosión y el descenso de las tierras de delta, aumentando el nivel del mar.
Las pequeñas lluvias en el río Yellow de los EEUU y las presas construidas en la parte alta del río han traído a la mitad la desembocadura del agua y los sedimentos, que en 1995 se desecó por completo durante cuatro meses. Si la desembocadura de los sedimentos continúa descendiendo, el delta del río corre peligro (y ten en cuenta la abundancia de petróleo en la zona).
La mayoría de los documentos sobre presas en ríos hablan en la revista Nature de los daños anteriormente mencionados. En cambio, Humborg y sus compañeros de trabajo han publicado recientemente un artículo que subraya que a largo plazo el medio ambiente biológico y químico de las costas va a cambiar drásticamente y se van a producir otros fenómenos. La mayor conservación del suelo y la desviación de las aguas fluviales provocarán, por un lado, una disminución de las cargas de sedimentos y, por otro, un aumento del transporte de alimentos por causa de fertilizantes agrícolas, que aumentará la eutrofización y disminuirá los niveles de oxígeno en las costas de Europa y Norteamérica.
Según explica el grupo de Humborg, la disminución de la cantidad de silicio y agua en el río Danubio ha provocado una disminución de la concentración de silicio en la superficie total del Mar Negro. Cabe destacar que el 70% del agua dulce que llega al Mar Negro proviene de Danubia. Según los científicos, una consecuencia de la disminución del nivel de silicio ha sido el cambio sufrido por las especies de fitoplancton, que han pasado de ser silíceas a ser no silíceas. La disminución de la desembocadura de las aguas del río tendría, a su vez, una notable influencia en el tráfico del Mar Negro. En los ríos Dnieper, Don, Rioni y Sakarya, en otros grandes ríos que desembocan en el Mar Negro, si hacen presas, el agua dulce llegaría muy poco. Todo ello tendría graves consecuencias. Además, la disminución del flujo de agua desde el Mar Negro y la presa del Nilo pueden afectar de forma significativa a la cantidad de agua dulce del este del Mediterráneo.
A medida que los científicos investigan para comprender mejor las interacciones entre la tierra y el mar, estaremos en la mejor ocasión para ver cómo minimizar los efectos nocivos que producen los nuevos trabajos en los ríos. Por tanto, en algunos casos de presas lo más importante a decidir no es si hay que hacer la presa, sino cómo hacerlo.