Este pequeño insecto y los incendios son los dos mayores enemigos de la cría de pino impulsada por nuestra Administración en las últimas décadas. La oruga de este lepidóptero de pinares es conocida por comerse las acículas de pino y originar grandes defoliaciones.
El thaumetopo pityocampa, la procesionaria o la oruga de pino, es un lepidóptero gautano mediterráneo, aunque llega hasta el centro de Europa. La mariposa tiene un ancho de ala de entre 31 y 39 mm, con un color gris o blanquecino. La hembra se caracteriza por presentar escamas doradas en el extremo del abdomen y el macho por presentar gruesas antenas peinadas.
En verano, las noches de julio/agosto, las mariposas salen del subsuelo a la superficie acompañadas de un chorro llamado “canthus” situado en la frente. Tras salir al exterior, las alas se ensanchan y volan en busca de reproductores. Hay que decir que los días que viven las mariposas no comen. Porque no tienen trompas o mordazas.
La mariposa hembra expulsa la glándula abdominal que segrega las feromonas sexuales para atraer a los machos y tras reunirse y copular las parejas, el macho muere. La hembra vivirá un poco más, colocando en las hojas de un pino entre 120 y 300 huevos de color blanco y rojo.
Entre 30 y 40 días después nacerán las orugas que forman parte del grupo y que a continuación se alimentarán de las agujas de pino. Desde su nacimiento hasta convertirse en mariposa, estas orugas pasarán por cinco fases o estadios de desarrollo, en los que deberán cambiar la cutícula o tapa exterior para poder aumentar de tamaño. A partir del segundo estadio, las orugas desarrollan un resentible sistema defensivo formado por pelos amarillos y naranjas que pueden provocar una reacción en los ojos, piel y vías respiratorias de las personas.
Para el desarrollo de la colonia herbácea, la temperatura ideal es de veinte grados centígrados, y para protegerla, descansar y compensar los cambios de temperatura, hacen los conocidos nidos blancos de las orugas. Sin embargo, con una temperatura aproximada de -15 (C) pueden morir de frío y calores superiores a los 32 (C) destruyen la colonia.
Cuando las orugas salen del nido y se dirigen al pino para comer al pino, se les llama procesionistas. Las orugas de la procesión crean un hilo de seda que será el camino de regresar al nido y lo pegan en el suelo, y si se quita ese hilo, la procesión continuará en bancarrota, tal vez hasta que el temor muera.
Las orugas pasarán todo el invierno comiendo acículas de pino y estarán listas para convertirse en mariposas hacia marzo. A mediados de marzo o abril será la última procesión y cuando las orugas lleguen a su lugar favorito, se acumularán y se enterrarán moviendo todos juntos. Una vez enterrados, cada hierba se separa y se convierte en una crisálida.
Para el desarrollo de la crisálida se puede pasar una temporada de tres meses a cinco años, entre los que se encuentra el diapausa.
En esta época llamada diapausa no hay desarrollo, lo que es un sistema muy importante para que la expulsión de las mariposas no se produzca hasta la temperatura óptima del verano. En otras ocasiones, cuando han provocado una gran defoliación en un pinar, las orugas son enterradas y en esta fase de diapausa permanecen varios años, dándose tiempo al pinar para recuperar fuerzas y asegurándose la comida para el desarrollo de la colonia.
En primer lugar, hay que decir que debido a las acículas de pino ingeridas por las orugas, los pinos son difíciles de morir. Lo que pasa es que, por un lado, la producción de pino desciende (porque para la fotosíntesis tiene que desarrollar de nuevo las hojas) y, por otro, el pino debilitado por las orugas se encuentra más vulnerable a otras plagas. Por lo tanto, el pino defoliado y debilitado por las orugas no tendrá resistencia a perforantes u otros insectos similares, facilitando el arrastre del pino.
El tratamiento químico contra las orugas, por su parte, cuesta mucho dinero, por lo que la rentabilidad de los cultivos de pino disminuye. Teniendo en cuenta que en la Comunidad Autónoma del País Vasco las coníferas cubren más de 200.000 hectáreas y que la más abundante es la especie Pinus radiata, de la que tanto gusta la oruga, se gastan millones de pesetas en el tratamiento químico de la plaga de oruga. De hecho, el coste del tratamiento químico por hectárea se sitúa en 2.500 pesetas.
Por último, cabe destacar que los montes de Euskal Herria son adecuados para que se produzca una epidemia de oruga en los pinares (debido a las temperaturas suaves y a la alta densidad de pinares). Los pinares monoespecíficos de nuestros montes son menos resistentes que los bosques mixtos para combatir las plagas de orugas. De hecho, en los bosques mixtos, los árboles que no pueden ser dañados por el insecto son barreras mecánicas, los depredadores y parásitos son más distintos y abundantes, y en los bosques monoespecíficos la abundancia de alimento homogéneo ofrece a las orugas una gran oportunidad para convertirse en plaga.
Existen varios métodos para mantener las poblaciones de oruga en niveles bajos de información. Los más conocidos son:
Tratamientos químicos
Actualmente existen dos grupos principales: los inhibidores del desarrollo y los insecticidas microbiológicos.
Corte y eliminación de nidos
Esta es la lucha clásica contra el pánico. Es sencillo en pinares jóvenes y se recomienda a los silvicultores. Los nidos, a partir de diciembre, se cortarán y quemarán uno a uno con unas largas tijeras, que deberán finalizar antes de enterrar la oruga en primavera.
Debido a los resentosos pelos de las orugas, se recomienda realizar el trabajo con gafas, guantes y viento detrás.
También se pueden cortar los nidos a tiros en árboles de mayor tamaño, pero no sólo es caro, sino que también se reduce mucho la rama.
Trampas de feromona
En 1981 se obtiene la síntesis de la feromona sexual de la hembra de pinos y se inventa la trampa para la captura de los machos. Estas trampas, más que para controlar la epidemia, se utilizan para comprobar el grado de la plaga y, a partir de mediados de junio, mediante la colocación de trampas en las ramas de pino, se obtienen buenos resultados en la captura de los machos.
El funcionamiento de estas trampas es muy sencillo: en una bolsa de plástico se coloca una feromona para atraer a los machos, que se meten por una ranura situada arriba en busca de la hembra, sin que luego puedan sacarla. Colocando unas trampas de estas, podemos saber cuándo y cuánto salen las mariposas del subsuelo, para luego utilizar otras técnicas de control.
Lucha biológica
Los resentosos pelos de las orugas hacen pensar que no tiene enemigos o depredadores que puedan comer. Pero hay enfermedades y parásitos de hierbas, crisálidas y huevos, y también depredadores. Las más importantes son el cuco, el gallo de luz, los carboneros y las hormigas rojas.
Los murciélagos, por su parte, son grandes enemigos de las mariposas que salen del subsuelo. Todos ellos, por tanto, nos ofrecen una gran ayuda en la lucha contra la temblor de pino y otras plagas. Por nuestra parte, podemos colocar cajas de nido en el pinar para tener más carboneros y otros insectívoros. Colocando una malla metálica en la parte superior en las mismas cajas, podemos tener murciélagos que son el gran enemigo de las mariposas.
También las hormigas rojas del género Formica pelean por muchas plagas, limpiando completamente su territorio e instalando hormigueros pueden tener buenos resultados.
La epidemia nunca se produce de repente. Inicialmente, los pinos aislados y los del borde del bosque llevarán algún nido. Poco a poco irán apareciendo nidos por todo el bosque y en dos o cuatro años algunos árboles de la ribera del pinar aparecerán defoliados. Finalmente, en 6-8 años la defoliación puede ser total.
Por lo tanto, lo mejor es coger las tijeras y eliminar esos primeros nidos. Con la ayuda de trampas de feromona e insectívoras se puede controlar la epidemia. Sin embargo, si no lo controlamos inicialmente, todo el pinar se puede llenar de miedo, provocando la defoliación. Mientras esto ocurre, se puede utilizar el tratamiento químico, pero cuando el nivel de información es muy alto, se quedan sin comida y las orugas mueren de hambre o se entierran esperando una época mejor. Por ello, el uso de veneno no ayuda demasiado, ya que reduciremos el resto de predadores y el pinar no tendrá protección tras el diapausa.
Como hemos visto, los pinares deben cuidarse un poco para que no se vean dañados por este tipo de plagas, y desde el principio se pueden mantener con facilidad las orugas en niveles sin peligro.
¡Actúa cuanto antes!