La insulina que necesitamos para metabolizar la glucosa o el azúcar es secretada por una víscera llamada pankreas en la profundidad del vientre. Cuando no es capaz de producir la insulina suficiente aparece la enfermedad denominada diabetes, aumenta el nivel de glucosa en sangre y provoca daños en ciertas vísceras y posiciones corporales (riñones, corazón, ojos, etc.).
Para tratar la diabetes se pueden utilizar algunos medicamentos, uno de los cuales se vende también en forma de punción diaria de insulina, pero en esta ocasión hablaremos sobre el trasplante de pancreas utilizando los datos obtenidos de la revista "Lancet". Desde que en 1967 Kelly demostró que el trasplante podía ser eficaz, la utilización de esta técnica se ha extendido a muchos hospitales. En los últimos 15 años se han realizado más de 4.000 trasplantes, el 70% desde 1987.
El trasplante pancreático permite liberar al paciente de la inyección diaria de insulina, pero para evitar el fracaso del trasplante es necesario un tratamiento inmunosupresor y los tres medicamentos utilizados habitualmente para ello producen efectos indeseados: la aciatioprina afecta a la médula ósea, la ciclosporina puede afectar a los riñones y el esteroides puede producir hemorragias gastrointestinales.
Es comprensible que un diabético sueña con estar libre de tomar un medicamento a diario, pero si tiene controlada su diabetes con ese medicamento, no podemos entrar en el riesgo antes mencionado. Por otro lado, si la administración correcta de insulina no permite el control de la diabetes, se debe ofrecer una alternativa a este paciente. Por lo tanto, ¿cuándo se debe ofrecer la posibilidad diabética de trasplante?
En pacientes con retinopatía ocular se observa que su situación es similar a la de los pacientes que han pasado 3 años y que han salido mal en los casos en los que se ha realizado el trasplante. En los casos de retinopatía desarrollada, el tratamiento es fotocoagulación láser y el trasplante no es la solución.
En los casos en los que la retinopatía aún no se ha desarrollado, habría que investigar si la insulina o el trasplante es mejor. Los efectos de la diabetes sobre los nervios pueden mejorar con el trasplante. Las fuerzas musculares, las diferentes sensibilidades y las funciones autonómicas pueden recuperarse parcialmente cuando el trasplante es exitoso.
Tras el trasplante de páncreas la función renal empeora durante el primer año y se estabiliza. Se considera que este daño es consecuencia de la toxicidad de la ciclosporina. Si se analizan mediante una biopsia renal a los 5 años de la realización del trasplante y se compara con las biopsias realizadas a otros pacientes tratados con insulina durante 5 años, no hay beneficio. Por tanto, no se puede defender el trasplante pancreático con el fin de mejorar la función renal.
No obstante, una vez transcurrido el plazo de 10 años será conveniente revisarlo para comprobar si existen diferencias a largo plazo. Las posibilidades del trasplante para mejorar los efectos de la diabetes en la circulación arterial no se han estudiado correctamente y hasta que se publican los datos no se puede adelantar nada.
Utilizando los datos de un Registro Internacional, de los 2.103 trasplantes realizados en Estados Unidos hasta 1992, a 1, 2 y 3 años todavía funcionaban el 71%, el 66% y el 59% respectivamente.
Teniendo en cuenta todos estos datos, en la actualidad no se puede defender el trasplante de pancreas. La única excepción puede ser un enfermo que no puede ser controlado con insulina y que por tanto está en peligro su vida. Todo puede cambiar si se mejora el resultado del trasplante, se encuentran tratamientos inmunousuales más seguros y se demuestra que el trasplante es más eficaz en los efectos adversos de la diabetes.
La situación es muy diferente cuando la diabetes produce una insuficiencia renal profunda, es decir, cuando se necesita una diálisis para sobrevivir. En este caso se puede realizar un trasplante unificado de riñón y páncreas. Además, por causas desconocidas, la supervivencia de los pancreas es mejor que cuando sólo se ha trasplantado esa víscera (75% de supervivencia a un año). Sin embargo, en lo que respecta al doble trasplante, quedan muchas preguntas por resolver y es necesario realizar una buena investigación que compare el doble trasplante con el simple trasplante renal.
Los puntos a tener en cuenta en este estudio serían la calidad de vida del paciente, la mayor hospitalización de los trasplantes dobles y el mayor número de ingresos durante el primer año, la elevada mortalidad en los mayores de 45 años, el mayor coste económico. No hay que olvidar que hoy en día, comparado con el doble trasplante, si el donante es un familiar vivo, la supervivencia del riñón es mayor. Sin embargo, el punto más importante a medir sería la supervivencia del paciente.
Por último, no podemos olvidar el trasplante de isletas de pancreas. A los trozos de páncreas que producen insulina les llamamos isletas pancreáticas y en lugar de trasplantar toda la víscera, se han realizado sesiones de trasplante de esos trocitos. El mayor problema de esta técnica es que se rechazan y muchas investigaciones buscan superar de alguna manera este problema. Los mejores resultados se pueden obtener en el futuro por esta vía, ya que evita muchos de los riesgos que conlleva el trasplante de todo el páncreas.