En mayo de 1985 Joe Farman, B. Gardiner y J. Las mediciones atmosféricas realizadas por los Sres. Shanklin en la estación Halley Bay (a orillas del mar Weddell) desde 1959 fueron publicadas en la revista "Nature". Según estos tres investigadores del British Antartic Survey, organismo británico de investigación ambiental, la disminución de los niveles de ozono en la atmósfera del Polo Sur ha sido del 40% entre 1979 y 1985. Investigadores de otras instituciones han confirmado estos datos. Por ejemplo, los geofísicos de la NASA, Aldrin Krueger y Richard Stolarski, afirman que el nivel de ozono ha disminuido un 16% desde 1984 hasta 1985.
El ozono se forma en el ecuador a 40 km de altura y se dispersa hacia los polos. A pesar de estar en pequeños porcentajes a lo largo de la atmósfera, es de gran importancia ya que es un controlador del paso de los rayos ultravioleta, es decir, deja pasar un porcentaje de los rayos ultravioletas procedentes del sol. También cumple la función de un termo, acumulando el calor que aportan los rayos del sol durante el día. Si este calor no se acumulase, las noches haría grandes hielos. Por lo tanto, la disminución de la cantidad de ozono supondría un cambio en el equilibrio ecológico por un lado y en las enfermedades de la piel (cáncer, quemaduras, etc.) las mutaciones.
La disminución de los niveles de ozono se produce en octubre, principios de la primavera austral. A partir de diciembre se normalizan los niveles de ozono.
La influencia de los anticiclones y depresiones en la circulación atmosférica en el Polo Sur es menor que en el Polo Norte. La atmósfera del Polo Sur en lugar de tener un movimiento ondulatorio tiene un movimiento circular. Este movimiento se llama remolino polar. Por tanto, el Polo queda aislado de los terrenos colindantes. Durante el invierno polar es de noche. Pero en septiembre aparece el sol y entonces se producen algunos cambios. En el centro del remolino el aire sube y baja en los bordes. Entre octubre y noviembre, el desequilibrio térmico generado envía el remolino hacia el Atlántico. Esta situación convierte al Antártico en un reactor químico.
Con el objetivo de conocer este fenómeno, el trabajo se ha dividido entre cuatro grupos de investigadores. Para ello se utilizarán la capa de ozono, un avión con dispositivos ópticos y un espectrómetro infrarrojo junto con otros aparatos. A través de mediciones ya realizadas se conocen datos como la disminución del ozono en 20-30 días y la altura de 12-20 km.
A la espera de las investigaciones actuales, hay cuatro hipótesis principales que tratan de explicar este fenómeno. Vamos a verlo brevemente.
La primera hipótesis dice que el aire que sube por el centro del remolino es muy pobre en ozono, mientras que el que baja por las orillas del remolino es muy rico, pero el prestigioso investigador del Instituto Espacial Belga, Guy Brasseur, ha rechazado esta teoría.
La segunda hipótesis se basa en la influencia del sol. Según algunos investigadores, los rayos solares impulsan la formación de moléculas de óxido de nitrógeno mediante la eliminación de los de ozono. Por diversas razones esta teoría también ha sido descartada.
La tercera hipótesis tiene en cuenta la influencia humana. En concreto se hace referencia al efecto de los contaminantes, entre los que se incluyen algunos hidrocarburos halogenados, como los utilizados como propelentes en aerosoles. La acumulación de estos compuestos favorecería la liberación de cloro y provocaría la destrucción de ozono. Según los investigadores, esta hipótesis tiene su fundamento, pero, sin embargo, muchos puntos se quedan oscuros.
La última hipótesis proporciona razones naturales. Según esta hipótesis, a corto y medio plazo no hay nada que preocupar por:
De estas hipótesis podemos extraer algunas conclusiones. Si se trata de un fenómeno natural, habrá que analizarlo desde allí y será una buena oportunidad para comprender mejor estos fenómenos. Pero si es artificial y los contaminantes tienen la responsabilidad de esta situación, la solución del problema queda en manos del hombre.
De un modo u otro, la realidad final es la misma, es decir, la disminución del ozono aumentaría la cantidad de rayos ultravioleta que impactan sobre la Tierra y, por tanto, además del cáncer de piel antes mencionado, la muerte de plantas y animales, mutaciones, alteración de la atmósfera, etc. Pasarían un largo.