Fertilización del océano

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

A principios de año, un experimento que India y Alemania querían llevar a cabo en colaboración provocó un intenso debate. El experimento se llama LOHAFEX. Loha es hierro en la lengua hindi y fex significa fertilization experimental, es decir, un experimento de fertilización. Y precisamente eso es lo que querían hacer, enriquecer el mar de hierro. Sin embargo, este tipo de experimentos no están autorizados a gran escala. Muchos expertos consideran que pueden causar más daño que beneficio.
Fertilización del océano
01/04/2009 | Galarraga Aiestaran, Ana | Elhuyar Zientzia Komunikazioa
El barco Polarstern, viajando entre Argentina y la península Antártica para realizar el experimento LOHAFEX.
AWI

El objetivo del experimento LOHAFEX es investigar la influencia del enriquecimiento del mar con hierro. De hecho, algunos investigadores han propuesto que puede ser una solución para combatir el cambio climático.

La hipótesis de los investigadores es que al enriquecer el mar con hierro aumenta el fitoplancton. El fitoplancton, al crecer, toma dióxido de carbono y lo convierte en materia orgánica. Por otra parte, como el dióxido de carbono en el agua está en equilibrio con el de la atmósfera, a medida que el fitoplancton toma dióxido de carbono, el de la atmósfera pasa al mar. Así, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera disminuye. Por tanto, consideran que el impulso del proceso puede ser útil para luchar contra el cambio climático.

Sin embargo, muchos investigadores consideran que la fertilización marina no es una solución adecuada. Este es el caso del biólogo de AZTI-Tecnalia Xabier Irigoien. Irigoien lleva años investigando la influencia del plancton y el clima en el plancton y ha trabajado en la zona de la Antártida, donde se está realizando el experimento LOHAFEX.

Según Irigoien, la hipótesis se basa en el fenómeno HNLC ( high-nutrient, low-chlorophyll ). De hecho, en algunas zonas del mar, como la Antártida, a pesar de estar bastante macronutriente, el fitoplancton crece muy poco. La razón es que falta algún micronutriente.

Este micronutriente puede ser hierro, u otro. Por ejemplo, en el Mediterráneo se observa una excesiva proliferación de algas a la salida de los ríos, debido al vertido de fósforo a los ríos. Los fertilizantes agrícolas y los detergentes de uso urbano e industrial son el origen de este fósforo.

Xabier Irigoien lleva años investigando el plancton. En la imagen, durante una campaña en Groenlandia
a la derecha
(Foto: X. Irigoien)

Resultados y cálculos

En cualquier caso, según Irigoien, "la proliferación de fitoplancton no necesariamente supone una reducción del dióxido de carbono en el agua". Para ello tienen que pasar las dos cosas; por un lado, el fitoplancton debe tomar dióxido de carbono del agua, y eso sí, cuando aumenta. Pero además, el fitoplancton tiene que hundirse. Por ejemplo, si los microorganismos o animales marinos consumen fitoplancton, el dióxido de carbono vuelve a liberarse en la superficie del mar.

"En estudios similares realizados ya en la Antártida y Galápagos se ha observado que la proporción que se hunde del fitoplancton que crece es muy pequeña", afirma Irigoien. "Además, esta proporción varía mucho de un lugar a otro".

El último estudio publicado revela lo mismo. El Centro de Oceanografía de Southampton ha dado a conocer en la revista Nature los resultados del experimento CROZEX y la conclusión es que, por cada unidad de hierro que se ha hundido más de 200 metros, la cantidad de carbono es 80 veces menor que la experimentada en la zona de Kerguel.

El experimento se llevó a cabo en las islas Crozet en 2004-2005, a 2.000 kilómetros al sureste de Sudáfrica. Previamente se realizó una segunda prueba en la zona cercana de Kerguel y, a la vista de los resultados obtenidos, se pensó que el método podría contribuir en parte a la reducción del dióxido de carbono en la atmósfera. En pequeña medida, la verdad. De hecho, según estimaciones realizadas en base a este y otros estudios, para eliminar el 30% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera generadas por las actividades humanas en un año, se debería tratar una zona 10 veces mayor que el océano del Sureste.

El fitoplancton aumenta considerablemente al fertilizar el mar con los micronutrientes que necesita para crecer.
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Sin embargo, teniendo en cuenta los resultados del experimento CROZEX, es aún más evidente la ineficacia del método, ya que la fertilización de todos los océanos del planeta no repercutiría en la cantidad de dióxido de carbono de la atmósfera.

Un océano de dudas

Antes de conocer los resultados del experimento CROZEX, al no haber llegado a conclusiones claras en los últimos quince años, la Organización de las Naciones Unidas decidió el año pasado suspender este tipo de experimentos. La decisión se tomó en la reunión del Convenio de Diversidad Biológica y fue firmada por 191 países. Las principales razones para interrumpir los experimentos eran, por un lado, que no saben que tendrán efectos beneficiosos sobre el clima y, por otro, que pueden ser perjudiciales.

Irigoien comparte esta convicción. Explica que la proporción de fitoplancton que se hunde depende de muchos factores, como la especie que crece, ya que deben ser grandes naufragios (diatomeas, por ejemplo), no deben ser comidos por otros (y a menudo ocurre lo contrario) y la dinámica de las corrientes debe contribuir al hundimiento.

Irigoien ha mencionado también otra parte: "No sólo no sabemos cuánto se hundirá, sino que se toma peligro". Cuando el fitoplancton aumenta, hay especies que crecen más fácilmente que otras, rompiendo así el equilibrio entre especies y la cadena trófica. Puede ocurrir además que prevalezca el fitoplancton tóxico.

En el experimento LOHAFEX se han vertido al mar 20 toneladas de sulfatos de hierro y ahora se están investigando sus consecuencias.
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Por todo ello, Irigoien no cree que la fertilización del mar sea una buena solución. Las empresas que quieren hacer negocio con ello no las ve bien, porque "venden que eliminan el dióxido de carbono de la atmósfera sin saber cuánto lo quitan, porque no se puede medir". Para Irigoien, otros métodos como la forestación son mejores para conseguirlo: "así, al menos, se puede medir el dióxido de carbono retirado; quien paga sabe para qué paga".

Sin embargo, en contra de la decisión de la Organización de las Naciones Unidas y a pesar de que Alemania es uno de los firmantes del Convenio de Diversidad Biológica, los experimentales LOHAFEX llevaron adelante su proyecto. Así, se depositaron al océano 20 toneladas de sulfatos de hierro, entre Argentina y la península antártica. Ahora se están estudiando sus consecuencias: cuánto fitoplancton crece, qué especie, qué influencia tiene en el ecosistema, cuánto se hunde... Es decir, aspectos similares a los estudiados en otras investigaciones realizadas hasta la fecha. Quizá esperan obtener resultados muy diferentes.

Eficacia de los métodos de geoingeniería
Científicos de la Universidad de East-Anglia han medido la eficacia de varios métodos de geoingeniería y han comparado los métodos y han publicado sus resultados en la revista Atmosfic chemistry and Physics Discussions.
El objetivo de Geoingeniería es incidir en el entorno a gran escala para combatir el cambio climático. Según los investigadores de East-Anglia, los métodos más eficaces de geoingeniería son, a su vez, los más peligrosos. De hecho, la inyección de aerosoles en la estratosfera y la colocación de protectores luminosos en el espacio proporcionarían el mejor resultado: la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera sería equivalente a la de antes de la revolución industrial para el año 2050, si con ello se redujeran las emisiones de dióxido de carbono.
(Foto: De archivo)
Sin embargo, a los investigadores estas soluciones les parecen peligrosas, ya que deberían alimentarse constantemente, de lo contrario se volvería a calentar la atmósfera y muy rápido.
Se considera una solución más adecuada el aprovechamiento de los bosques para la producción de carbón vegetal y su enterramiento. Con ello, calculan que, en un período de dos siglos, la concentración de dióxido de carbono sería anterior a la revolución industrial. Y no les parece un método muy peligroso.
En cuanto al abonado de hierro por parte de los mares, sin embargo, no tienen ninguna opinión positiva. A pesar de las grandes expectativas de algunos, se tardaría miles de años en detectar su impacto en la atmósfera, mientras que en el ecosistema marino puede tener consecuencias muy negativas.
Galarraga de Aiestaran, Ana
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