La osteoporosis es una enfermedad crónica, pero hoy, afortunadamente, es posible que la enfermedad se detenga y se amortigue, así como que los huesos recuperen la densidad con la medicación adecuada. Por tanto, el tratamiento no sólo mejora la calidad de los huesos, sino que también mejora notablemente el riesgo de fracturas y de incapacidad.
Según datos de la Asociación Española para el Estudio de los Huesos y del Metalismo de Minerales (SEIOMM), el 35% de las mujeres mayores de 50 años sufre osteoporosis, cifra que se eleva hasta el 52% en las mujeres de 70 años. En toda España, dos millones y medio de mujeres padecen enfermedades, según la asociación SEIOMM.
Los huesos alcanzan la máxima densidad a los 30-35 años. A partir de ese momento comienzan a perder masa debido al proceso de descalcificación. Cuando el cuerpo no puede regular ni controlar el contenido mineral óseo aparece la osteoporosis y los huesos se vuelven más frágiles.
Las mujeres tienen menos masa ósea que los hombres (10-25% menos). Además de esta diferencia fisiológica, la llegada de la menopausia es un momento muy delicado para los huesos, ya que al descender los estrógenos disminuye la densidad del hueso. Se calcula que cinco años después de la menopausia la mujer puede perder el 15% de su masa ósea. De ahí que la osteoporosis sea mucho más frecuente en mujeres que en hombres.
A diferencia de la osteoroposis, la artrosis o la artritis, no produce dolor. Es una enfermedad que evoluciona en silencio y que a menudo se detecta tras una fractura ósea. Ante la aparente ausencia de problemas de esta fractura, el médico comienza a realizar estudios especiales y observa una disminución importante de la densidad ósea. Por ello, es conveniente que las mujeres que entran en la menopausia realicen una prueba especial denominada densitometría para conocer el estado de sus huesos.
Las fracturas más frecuentes son las de cadera y vértebra, pero también pueden producirse en cualquier otro hueso del cuerpo. Entre nosotros, cada año se producen 33.000 fracturas de cadera, como las relacionadas con la osteoporosis, según el reciente informe del laboratorio Novartis. Además, hay que decir que las fracturas de cadera son el principal exponente internacional de la osteoporosis porque están directamente relacionadas con la baja densidad mineral del hueso, porque su reparación cuesta mucho dinero y porque estas fracturas son las que más incapacidad generan.
La importancia de este punto se puede apreciar en el hecho de que en España una de cada cuatro mujeres mayores de 50 años puede sufrir una fractura ósea como consecuencia de la osteoporosis; una de cada tres mujeres mayores de 80 años sufrirá una fractura de cadera y, en conjunto, el riesgo de fractura de cadera (sin ningún tipo de golpe o traumatismo, sólo por la osteoporosis) es del 14%.
Puede tratarse desde el mismo momento en que se diagnostica la osteoporosis. El objetivo del tratamiento es doble: por un lado, detener la pérdida ósea y, por otro, restaurar el hueso en la medida de lo posible.
Reducen la pérdida de masa ósea, aumentando la densidad ósea en columna y cadera. De esta forma se reduce el riesgo de rotura en un 50%. En este grupo se encuentran los bifosfonatos.
Por otro lado, en inglés se encuentran los llamados SERMS, moléculas selectivas del receptor del estrógeno. Estos medicamentos, el más conocido es el raloxifeno, aumentan la densidad mineral ósea de todo el cuerpo, concretamente un 2%. Se toman por vía oral una vez al día. En cualquier caso, conviene que este tratamiento sea conducido por un especialista, ya que no está exento de riesgos, como ocurre con el tratamiento de la menopausia.
Finalmente, una hormona llamada calcitonina reduce y ralentiza la destrucción ósea. Esta calcitonina se administra mediante spray por la nariz o también por la piel.
Cuando la osteoporosis provoca la rotura de una vértebra, el tratamiento más frecuente es la colocación de un corsé durante meses al paciente para que en reposo se suelten las partes rotas de la columna. Pero como muchas veces estas fracturas tienen mucho dolor, recientemente se ha inventado una técnica quirúrgica que se realiza con éxito, sobre todo con tratamientos médicos convencionales en los que el dolor es insostenible.
Se realiza una punción lateral a cada lado de la vértebra rota y con la ayuda del control radiológico se introduce un balón capaz de inflarlo que da a la vértebra su altura anterior. En este espacio ‘nuevo’ así formado se inyecta con la misma aguja de punción un cemento especial que ayuda a solidificar la vértebra sin ninguna presión.
Esta cirugía se realiza con anestesia general y requiere hospitalización de un día. La cirugía evita el uso de cortinas y la necesidad de utilizar analgésicos. En la mayoría de los casos (alrededor del 90%) el dolor se alivia rápidamente y se soluciona la deformación de la vértebra, evitando la cifosis o el buzamiento de la columna.
Prevención de la osteoporosis