Las pantallas de ordenador, también llamadas consolas, terminales o pantallas catódicas, han invadido nuestro mundo más rápido que cualquier otra innovación tecnológica. Sin embargo, con la proliferación total, las patologías y alteraciones directamente relacionadas con el trabajo realizado en estas pantallas han comenzado a incidir en las personas que trabajan en este sector. Por su parte, los sindicatos franceses han conseguido unas condiciones especiales para estos trabajadores.
• ¿De qué se quejan los que se enfrentan a las canchas? Éstas son:
Hay que decir que la fatiga está muy relacionada con la duración del trabajo. Dos tercios de los encuestados afirman que los síntomas van aumentando y empeorando a medida que avanza la semana (sobre todo a partir del jueves) y a medida que se alejan los últimos días de vacaciones.
En un informe elaborado por el laboratorio de Fisiología Laboral del Conservatorio de Artes y Oficios de París se destacaban los errores derivados de la concepción del puesto. Según el informe, la fatiga puede deberse en gran medida a malas posturas. Algunas de ellas se deben a usos laborales inadecuados, otras al mal diseño del mobiliario, pero en la mayoría de los casos el trabajo realizado ante los ordenadores es la causa directa de la enfermedad.
La iluminación es un factor importante, ya que el ojo es la parte del cuerpo que más influye en este trabajo por la necesidad de dedicar horas a una fuente de luz. Además, si hay reflejos en la pantalla, el operador tiende a desplazarse a sí mismo (y a todo el cuerpo) para evitarlos y seguir leyendo en la pantalla. Estos reflejos pueden provocar posturas rígidas y fatiga muscular obligando al operario a inclinar el tronco hacia atrás, hacia delante o hacia un lado. En definitiva, la mala iluminación genera condiciones de trabajo inadecuadas.
Otro de los problemas detectados ha sido el de las personas que utilizan antioju bifocal, colocando la cabeza en una posición muy penosa. Son muchas las teorías que han querido explicar el origen de los síntomas de la fatiga (general o ocular), pero ninguna de las que se acepta por unanimidad es la fatiga excesiva de la retina, de los músculos ciliares o de los músculos motores del ojo, o el paso continuo desde el esfuerzo de adaptación hasta el intento de convergencia para mejorar la pureza de la imagen, o el aumento de la presión de las cejas o factores neuronales, .. No podemos olvidar la influencia de la electricidad estática generada por el ordenador o el campo magnético del mismo aparato, de lo que todavía sabemos muy poco.
Dejando a un lado todas estas teorías, está claro que hay que analizar mejor el puesto de trabajo y, sobre todo, la iluminación, para descartar los vicios posturales. Por otro lado, es necesario que el tiempo de exposición frente a la pantalla sea limitado, alternando o alternando pausas. Los sindicatos franceses han conseguido limitar este tiempo a cuatro horas y media consecutivas, con descansos de diez minutos cada hora y media y cambios en la herramienta de trabajo: igualar el formato y el dibujo de los caracteres de la pantalla, uniformidad de los documentos de trabajo, etc. Todo esto evita hacer gimnasia extra al ojo.
Sin embargo, estas condiciones aún no son las más adecuadas (ni mucho menos) y a medida que avanza la investigación ergonómica sobre esta profesión, es previsible que se deban tomar otras medidas. De hecho, una investigación llevada a cabo en los EEUU avanzaba que las alteraciones por la concepción y mal diseño de los puestos de trabajo frente a pantallas catódicas suelen ser generalmente jóvenes por parte de los operadores, no se convierten en enfermedades detectables hasta pasados unos años.
La mayoría de las personas que trabajan actualmente en este sector no son especialistas y a menudo se encuentran muy lejos de unificar sus intereses y sus formaciones informáticas. Por otro lado, la automatización ha convertido estas tareas en simples rutinas en muchos casos, lo que implica falta de interés y atención al trabajo. En estas condiciones, el menor error en la concepción y/o diseño del trabajo y puesto de trabajo puede producir o poner en marcha enfermedades.
Desgraciadamente, lo relativo al diagnóstico de esta patología es otro capítulo. Para reconocer que un malestar o síntoma está relacionado con el puesto de trabajo es necesario que lo confirme un médico de empresa. Pero el médico, más que por el control y los intereses de los trabajadores, está sujeto al control de la patronal y a sus intereses. Es decir, que mientras los médicos de la empresa se han alquilado de estas empresas, difícilmente pueden cumplir objetivamente su trabajo; si detectan síntomas en los trabajadores y aseguran que éstos son relacionados con el medio ambiente laboral, pondrían en peligro los beneficios y beneficios económicos de los dueños contratados.
No es de extrañar, por tanto, que en estas condiciones muchos médicos de la empresa se nieguen en estos casos o que si no quieren verse a sí mismos en la calle roja, simplemente mediquen sintomáticamente las alteraciones. El problema no es tan complicado, sólo falta solucionarlo.