Aunque el aceite de oliva ha dado buena fama a la aceituna, en esta ocasión no hablaremos de sus propiedades, sino del propio fruto. Las aceitunas verdes y negras son las más habituales entre nosotros: las primeras se recogen en otoño y las negras se dejan secar en el árbol hasta diciembre. La aceituna común tiene 117 kcal por cada 100 g, mucha más aceituna negra, 300 kcal por cada 100 g. Estos últimos pierden gran cantidad de agua al secarse, lo que aumenta la proporción de todos los demás alimentos, especialmente la grasa.
Los ingredientes de la aceituna verde son: agua 80%, grasas 11%, carbohidratos 3% y proteínas 0,8 g. Como ya se sabe, las grasas de la aceituna son beneficiosas para el cuerpo y son de dos tipos: dos tercios son grasas monoinsaturadas (ácido oleico) y un tercio son grasas poliinsaturadas y saturadas.
Aunque las proteínas son pequeñas en cantidad, son de alto valor nutritivo, ya que contiene todos los aminoácidos que el ser humano necesita.
En cuanto a las vitaminas, dado que las aceitunas son ricas en grasas, tienen una gran cantidad de vitamina tipo E asociada, un buen antioxidante y una excelente protección frente a enfermedades del corazón. También contienen caroteno y vitaminas del grupo C y B.
La aceituna, por su parte, contiene calcio y zinc en las sales minerales. Estos dos minerales son poco comunes entre los ingredientes de las verduras y las frutas, pero las aceitunas son una excepción y son bastantes. En el caso del calcio, al contener más fósforo, se considera como alimento calcificante.
Como se puede observar, las aceitunas son interesantes para su consumo, sobre todo en ensaladas y como entremeses. Y si son buenos para cualquiera, especialmente para niños y jóvenes, para personas con menos hambre y para personas con problemas biliares. No son recomendables para personas con alto voltaje, alto nivel de triglicéridos en sangre y sobrepeso.