En la década de 1950, mil millones de personas estaban hambrientas en el mundo. En la actualidad, el número de personas sordas es similar; la diferencia está en las que reciben las calorías mínimas necesarias al día, pasando de los 2 mil millones a los 5,7 mil millones. Así, el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Francisco García Olmedo, ha afirmado que en las últimas décadas se han producido "más logros que errores" en la producción de alimentos.
García Olmedo ha participado recientemente en el congreso celebrado en Bilbao por la asociación EurSafe. EurSafe es una asociación europea dedicada a la ética de la agricultura y los alimentos, y Global food security: Ethical and legal challenges ha sido el tema del congreso de este año (Seguridad alimentaria global: cambios éticos y legales). En su seno, el catedrático ha impartido una conferencia titulada Feeding nine billion people (9 mil millones de personas alimentando).
Tras la charla, Elhuyar ha tenido la oportunidad de realizar una entrevista. En su opinión, el hambre sigue siendo el principal problema de la humanidad y hay grandes desequilibrios, "pero a mí me parece positivo que el número de personas que han crecido tanto pero que se han hambriento no sea mayor que antes". Y para conseguirlo, considera que la contribución de la agricultura ha sido fundamental, especialmente la mejora genética de las plantas.
Existen muchos ejemplos de ello, como las variedades de trigo resistentes a la oxidación. Estas variedades se extienden por todo el mundo y provocan en muchos lugares duplicidades o triples productivas. En México, de 750 kilos por hectárea pasaron de 1950 a 3.200 kilos en 1970. Otro ejemplo es el éxito del arroz híbrido en China.
En otros casos, los cambios introducidos en la propiedad de la tierra o en el sistema de laboreo, como el riego o la fertilización, provocaron un aumento de la producción. En Argentina, por su parte, se han introducido dos tipos de cambios: la soja genéticamente modificada permite la agricultura de conservación, ya que la semilla es resistente al glifosato herbicida, por lo que puede sembrar directamente sin eliminar los restos de la cosecha anterior. Con este sistema, la soja transgénica se ha convertido en la base de la economía del país.
Todos ellos son ejemplos de la revolución verde. García Olmedo no tiene duda de que ha sido beneficioso: "la prioridad es alimentar a las personas, aunque esto tenga efectos secundarios. Además, aunque algunos creen lo contrario, las nuevas variedades necesitan menos tierra, agua y energía que las anteriores".
Por lo tanto, García Olmedo cree que la mejora genética y la biotecnología seguirán siendo "claves" en el futuro, aunque no será suficiente con ello: "La producción de alimentos para alimentar a 9 mil millones de personas debe incrementarse entre un 70% y un 100%, lo que no será posible sólo con transgénicos".
Así, entre otras tecnologías, García Olmedo ha anunciado la importancia de la agricultura de precisión.
Este sistema agrícola utiliza medios informáticos para medir todos los parámetros del suelo y saber exactamente qué cantidad de semillas, agua, fertilizantes y pesticidas se deben depositar en cada punto. "De este modo, por un lado, se aprovecha al máximo la fertilidad del suelo y, por otro, se reduce drásticamente el coste y el impacto ambiental", explica el catedrático. Y añade que la informática y la correcta gestión de los datos servirá también para combatir el cambio climático.
Además de García Olmedo, otros investigadores han analizado el tema. Food Security: the Challenge of Feeding 9 Billion People (Seguridad alimentaria: Bajo el título Cambio en la alimentación de 9 mil millones de personas, la revista Science publicó en febrero un análisis. Entre los firmantes se encuentran investigadores de las universidades de Oxford, Stirling y Essex, la Oficina de Ciencia de Gran Bretaña y la empresa biotecnológica Syngenta.
Los autores del análisis consideran que la estrategia global deberá ser elaborada y aplicada, destacando cinco aspectos. El primero es "reducir la diferencia entre lo que los terrenos pueden dar y lo que entregan". Para ello, entre otras cosas, los factores técnicos que posibiliten la fertilidad (sistemas de riego, fertilizantes, maquinaria, pesticidas...) deberían estar al alcance de todos los productores y, posteriormente, el productor debería tener acceso al mercado global.
También se ha destacado la importancia de la tecnología genética. Han anunciado que en la próxima década se llevarán a cabo "complicadas transformaciones genéticas" y así se lograrán plantas resistentes a la sequía, por ejemplo. Además, se ha anunciado la creación de animales clonados inmunes a las enfermedades y plantas que permitan reducir las emisiones de metano a la atmósfera de lo habitual para alimentar a los animales. Sin embargo, advierten también de que si se exageran los beneficios de la biotecnología puede perder credibilidad.
Continuando con el análisis, en tercer lugar se ha propuesto "reducir los residuos", ya que entre un 30% y un 40% de la comida se pierde tanto en países en desarrollo como en los industrializados. En los primeros, la falta de almacenes adecuados es la causa principal de pérdida; en los segundos, los factores de mercado, como los requisitos de aspecto o las fechas de caducidad demasiado estrechas. Para solucionarlo, los autores del artículo consideran que son necesarias inversiones para mejorar las infraestructuras y la tecnología, así como una adecuada formación y normativa.
Después, se han centrado en la dieta. Según ellos, la eficiencia de la transformación de la materia vegetal en materia animal es del 10%, por lo que parece evidente que con la misma superficie de tierra sería posible alimentar a más gente, en lugar de ser omnívoros, que todos sean vegetarianos.
Este argumento, sin embargo, ha sido considerado como una "simplicidad": muchas de las zonas utilizadas para el pastoreo de ganado no pueden convertirse en huertas; algunos animales, como los cerdos, crecen con restos de comida humana; tienen una gran importancia cultural y económica en muchos lugares. Sin embargo, hay países en los que se ha reconocido la conveniencia de reducir el consumo de carne y que este punto requiere un análisis exhaustivo.
El último aspecto mencionado por los investigadores es la acuicultura. 3 mil millones de personas reciben el 15% de las proteínas que ingieren gracias a los peces y otros animales acuáticos y los investigadores creen que esta proporción puede incrementarse, sobre todo mediante la utilización de técnicas de transformación genética. Sin embargo, se ha considerado que hay que tener en cuenta los posibles impactos ambientales del desarrollo de la acuicultura.
Concluyen que el objetivo no es tan simple como aumentar la productividad. El objetivo es optimizar teniendo en cuenta la producción, el medio ambiente y la justicia social.
En otras publicaciones, como la revista Nature de julio, los expertos han llegado a conclusiones similares. Tienen claro que no hay soluciones únicas ni fáciles, pero todos destacan que la biotecnología jugará un papel fundamental en las próximas décadas. No obstante, puede ser conveniente recordar la observación realizada en el análisis del Science de que es peligroso exaltar demasiado la biotecnología, ya que la credibilidad de este tipo de tecnologías está en juego.