Esto no significa que no exista ninguna relación entre la conservación de la naturaleza y la propiedad privada. Por ejemplo, el 40% de los Lugares de Importancia Comunitaria de la Red Natura 2000 de Gipuzkoa son privados.
"Hay que fijarse en su valor desde el punto de vista de la naturaleza y la biodiversidad para designar un terreno como espacio natural a proteger, y no si es de propiedad pública o privada", afirma Iñaki Azkarate, técnico de medio ambiente del Ayuntamiento de Errenteria. Y las normas a seguir son las mismas si una parcela protegida es pública o privada.
Estas normas delimitan en ocasiones lo que los propietarios pueden hacer en sus terrenos. Y, en general, los propietarios, Fernando Otazua, director técnico de la Asociación de Propietarios Forestales de Gipuzkoa, no se muestran muy satisfechos con estos límites: "En definitiva, se benefician económicamente menos de lo que podrían obtener en otra situación y se muestran prudentes ante esta situación". Además, dice que "a los propietarios no les parece que la declaración de un terreno como espacio natural les beneficie. No ven como un beneficio el aumento del turismo, el aumento de la biodiversidad, etc.".
La Administración lo sabe y en ocasiones abona a los propietarios a cambio de limitaciones de uso. Según la información facilitada por Ismael Mondragón, jefe del Servicio de Gestión de Montes y Hábitats de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en Gipuzkoa se han tramitado 119 expedientes para la concesión de ayudas desde 1987. Estas ayudas han supuesto la protección de 168 ha, para lo que se han destinado 540.975 euros.
Los dueños pagan con alegría. Tal y como ha señalado Otazua, "si el pueblo ha decidido que merece la pena tomar determinadas medidas en el terreno de una persona concreta, lo más correcto es que el pueblo dé una cierta remuneración a ese propietario".
La Administración recurre por diversas vías a la protección de los terrenos privados que considera de interés desde el punto de vista de la biodiversidad. Sin embargo, no siempre consiguen poner fin a las iniciativas puestas en marcha. Azkarate menciona un caso de este tipo: En Errenteria, cerca del Parque Natural de Aiako Harria, se encuentra un pequeño robledal de gran interés, con varios ejemplares maduros. "El propietario de la parcela obtuvo la autorización de la Diputación para el derribo del robledal y cuando se tuvo conocimiento de ello nuestro departamento, el Departamento de Medio Ambiente, decidió actuar", añade.
Se reunieron con el propietario y se estudió la compra del terreno por parte del Ayuntamiento. Sin embargo, la propuesta del Departamento de Medio Ambiente no salió adelante en el Ayuntamiento y no la compraron. "En este momento no sabemos qué pasará con este robledal. Y es que, a pesar de contar con el permiso de la Diputación, todavía no lo han hecho", ha señalado Azkarate.
Un ejemplo es el Señorío de Bértiz. Se trata de uno de los bosques más grandes del País Vasco en mejor estado ecológico: un bosque maduro de dos mil hectáreas, a cuya sombra se ha desarrollado un ecosistema muy rico.
El principal responsable de esta situación es el último propietario particular que tuvo Bertiz, el señor Pedro Ziga. Pedro Ziga y su mujer, Dorotea Fernández, compraron el Señorío de Bértiz en 1898. La pareja dio al señorío su aspecto actual, y no querían que se alterara cuando murió. Para ello, dejaron escrito en el testamento que iban a ser cedidos a la Diputación de Navarra y que quedarían en su poder, siempre que cumpliera el requisito de no poder modificar las características del señorío.
Bajo esta condición pasó a manos de la Diputación de Navarra en 1949. En 1984 fue declarado Parque Natural, el primero de Euskal Herria, y desde entonces, a través de sus planes de gestión, se definen las acciones a llevar a cabo, las medidas a adoptar y las directrices para que el bosque de Bertiz no pierda su valor.
De hecho, todos los espacios naturales protegidos requieren de un plan de gestión. "En ocasiones, sin embargo, estas acciones no cubren todas las necesidades de un espacio natural concreto", ha señalado Azkarate. Y a veces estas necesidades requieren de actuaciones extraordinarias en los ámbitos privados.
Es el caso de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y concretamente del arroyo Amunategi. El río Amunategi es el lugar de residencia del visón europeo, donde se encuentra la mayor población de la rana forestal ibérica, así como diversas plantas a proteger, etc. En cuanto a su ubicación en Urdaibai, la gestión de Amunategi corresponde al Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial, Agricultura y Pesca del Gobierno Vasco.
En el plan de gestión de Urdaibai se puede observar que Amunategi se encuentra entre las prioridades de conservación. Sin embargo, tal y como señala la Fundación Urdaibai, "no hay ningún plan de acción previsto para mejorar el estado ecológico de este arroyo".
La Fundación Urdaibai es una entidad privada sin ánimo de lucro que tiene como objetivo contribuir a la conservación y gestión de la naturaleza. En el arroyo Amunategi se pretende restaurar la vegetación autóctona.
Sin embargo, muchos de los terrenos que quieren restaurar tienen propietario privado y no pueden entrar en ellos de cualquier manera. La herramienta utilizada para el trabajo es la denominada Custodia del Territorio, una iniciativa en la que una entidad privada sin ánimo de lucro realiza una gestión en favor de la conservación de la naturaleza, la cultura o el paisaje en terrenos ajenos. Para ello, por supuesto, vinculan algún convenio con los propietarios de los terrenos. La Fundación Urdaibai está trabajando ya en unas 100 hectáreas a través de este sistema de gestión en toda Hego Euskal Herria.
"Concretamente en Amunategi tenemos ya 17 parcelas a nuestro cargo. Para ello hemos tenido que tratar con siete propietarios", dice Maider Olondo, de la Fundación Urdaibai. En total, más de 20 hectáreas de terreno y aproximadamente 750 metros lineales de río. La cuenca de Amunategi, sin embargo, tiene una superficie de 300 hectáreas.
La restauración de los terrenos no es una tarea lenta, ya que es necesario retirar los árboles, tratar el suelo y plantar nuevas plantas. Y, además del trabajo, Olondo dice que necesitan "una fortuna enorme". Los socios de la Fundación ponen dinero, pero eso no es suficiente. Hasta la fecha han recibido subvenciones de instituciones públicas (Gobierno Vasco y Ayuntamiento de Busturia), de otras fundaciones (Fundaciones de Naturaleza y Biodiversidad), del patronato de la reserva de la biosfera de Urdaibai y de una empresa privada (Torraspapel).
El trabajo y el dinero no son sólo para trabajar en terrenos. "El trato con los propietarios de terrenos es muy difícil aquí", ha señalado Olondo. En la mayoría de los casos han tenido que realizar tratos monetarios con los terratenientes. Algunos propietarios han donado el dinero que ganarían en el momento de cortar los árboles.
Sin embargo, también han tenido propietarios que no les ha pedido canje. David Elexgaray ha sido uno de ellos. Él ha cedido un par de parcelas a la Fundación Urdaibai. Esta decisión la tomó porque conocía, por un lado, la importancia de mantener la biodiversidad de Urdaibai y, por otro, los buenos resultados que ha dado la conservación del territorio en países mucho más extendidos como el Reino Unido.
Sin embargo, el hecho de que muchos dueños quieran ingresar dinero por dinero no sorprende a Elexgaray. En su opinión, detrás de esta actitud se encuentra la cultura del caserío: "todo lo relacionado con el caserío debe beneficiarse. Si los terrenos no tienen prados, los baserritarras tienen huertas o plantaciones de árboles. En su esquema no se incluye la cesión de terrenos para la regeneración del bosque natural. No se corresponde con la tradición que ellos conocen".
A Azkarate, técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Errenteria, le parece normal que los propietarios adopten una postura contraria al principio: "Esta postura contraria no sólo se manifiesta en la conservación de la naturaleza, sino que a algunos ciudadanos no les parece bien tomar medidas contra el tabaco, peatonalizar las calles o tener que pagar la OTA para aparcar el coche". Pero considera que todas son "políticas públicas a realizar".
Sin embargo, antes de buscar un cambio de actitud en el sector privado, Azkarate cree que en los terrenos públicos hay algo que hacer: "XXI. En el siglo XIX, muchos municipios de Euskal Herria apenas obtienen dinero de explotaciones forestales y madereras; las principales actividades económicas están relacionadas con el comercio o la industria. En esta situación no es necesaria la producción de madera en terrenos comunales".
En la actualidad, la cobertura de los bosques naturales en los terrenos públicos es muy reducida. Sin embargo, Azkarate cree que cada vez se introducirán más bosques autóctonos en terrenos públicos. "El 20% de Gipuzkoa es público y queremos llevarlo a esta situación. ¿Qué hacer con el 80% restante? Bueno, hablaremos cuando llegue el momento, pero hagamos una gestión ganadora en terrenos comunales: restauremos la biodiversidad y los hábitats naturales (robledales, marojales, encinares, alisedas, hayedos, etc.)".