Seguramente en algunas épocas del año todos estaremos cansados y mantendremos la moral en la tierra: una vida monótona y un poco aburrida, un estrés físico y emocional, un estado de ánimo también bajo, y no digamos que nuestras defensas inmunológicas también están disminuyendo; todo ello puede provocar una fatiga o atonía, que suele ser efímero y que desaparece tras un descanso. Pero si este cansancio se hace duradero y resulta difícil encontrar justificación en el tamaño, podemos estar ante una situación que en los últimos años cada vez se menciona más entre los médicos: el síndrome de la fatiga crónica.
Hace unos años fueron muy pocos los médicos que afirmaron que este tipo de síndrome era posible. Sin embargo, a día de hoy, y a pesar de que todavía persisten las opiniones contrarias, otros muchos médicos afirman que hay una situación que podríamos llamar así, aunque si empezamos a concretar las dudas y dudas siguen siendo numerosas y variadas.
Si empezamos a definir qué es el síndrome de fatiga, o el síndrome de fatiga crónica, dice Juan Martínez de Letona, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y jefe del Servicio de Medicina Interna del prestigioso hospital Puerta de Hierro, las cosas no están tan claras. En este cuadro general hay malestar, cansancio, dolor de cabeza, sensación febril, dolores musculares, insomnio e incluso problemas psíquicos.
Estos síntomas son bastante difusos y poco específicos, llegando a ser representativos de cualquier enfermedad. Por eso es muy difícil llegar a un diagnóstico. En muchos casos el médico recomendará al paciente un respiro sin dar más importancia. Pero el paciente vive la situación de una manera muy diferente: sus actividades se irán limitando poco a poco, acabando en una gran depresión, mezclándose con la culpa, la inseguridad y la baja autoestima (a menudo se forma un cóctel bastante peligroso, con cuidado).La evolución de la enfermedad varía de un paciente a otro. De esta forma, a veces sólo aparecen los síntomas mencionados anteriormente, y el paciente avanza de alguna manera, con tirrikis. En otros pacientes, sin embargo, además de los anteriores y a lo largo de los meses, aparecen nuevos síntomas: dolor abdominal, pérdida de memoria o de concentración, intolerancia al alcohol, dolor de pecho, diarreas, tos crónica, vértigo, ojos y boca seca, con grandes dificultades de renderse en el trabajo o en cualquier actividad social.
Todos los pacientes, sin embargo, coinciden en un detalle: el cansancio es muy profundo, no mejora con el descanso y empeora después de un esfuerzo físico o mental. Según los expertos, para afirmar que efectivamente estamos ante un síndrome de fatiga crónica, la situación debe mantenerse durante más de seis meses.
Al igual que ocurre con otras enfermedades como la artritis reumatoide, en las mujeres se observa más esta situación, sobre todo entre 30-40 años. El médico Martínez de Letona indica un posible perfil de afectados: “serían aquellas personas que normalmente quieren ser reconocidas como enfermas”. Las manifestaciones son muchas veces hipocondríacas, y aunque una o otra vez buscan una razón orgánica en su enfermedad, hasta el punto de confundir al médico y casi localizarse, la causa principal de la enfermedad es la psicosomática, es decir, aparecen síntomas físicos sobre una base psicológica.
Como en la mayoría de los trastornos psicosomáticos, la causa última no se conoce. A menudo se ha querido asociar con algún virus, pero de momento no hay pruebas que demuestren ese enlace. La inadecuada ingesta, la escasez de vitaminas o la contaminación del medio ambiente han sido mencionados como una de las posibles causas de esta extraña y desconocida perturbación.
Y como muchos enfermos no encuentran una solución adecuada en la consulta médica, intentan encontrar remedios que les permitan llevar una vida más o menos normal, aquí y allá. Añaden el consumo de bebidas estimulantes (café o té) o toman antidepresivos, algún medicamento que les quite la bienvenida o complejos vitamínicos. Sin embargo, estos remedios no funcionan, una vez pasado el efecto del producto ingerido (y esto ocurre en pocas horas), ya que se encuentra en la misma situación inicial, pero con el riesgo de caer en la dependencia o en la adicción a estas sustancias
No cabe duda de que en las próximas décadas se mejorará mucho el conocimiento de las enfermedades psicosomáticas, ya que cada vez son más los afectados por este tipo de enfermedades. Quizá entonces se pueda saber por qué aparece el síndrome de fatiga crónica, y para sorpresa de muchos esta enfermedad puede tener una cierta razón orgánica, no sólo psicológica.
Mientras tanto, los afectados deberán conformarse con una “solución a medida” que les permita llevar una vida más normal.