La revista Science publicó en mayo de 2010 un análisis del genoma del neandertal junto con una serie de artículos adicionales. La secuenciación, liderada por el genético Svante Pääbo del Instituto Max Planck, tuvo una gran repercusión, sobre todo por la presencia de genes neandertales en nuestro genoma.
Y es que en los últimos años la pregunta sobre la hibridación se ha puesto de manifiesto una y otra vez: ¿Hubo cruces entre ellos, teniendo en cuenta que se han encontrado indicios de que ambas fueron habitadas en distintas zonas de Europa?
Según el trabajo presentado en Science, la respuesta es afirmativa. De hecho, secuenciaron el 60% del genoma del neandertal. Luego lo compararon con las cinco personas actuales. Así, vieron que los seres humanos actuales guardaban en sus genomas unos genes neandertales, a excepción de los africanos.
La hipótesis más convincente para explicar esto es que los neandertales y los antepasados del ser humano actual se cruzaron tras salir de África y antes de extenderse por Eurasia. El cruce se ha estimado entre 100.000 y 50.000 años en el Asia Próximo. Los restos arqueológicos coinciden con los cálculos genéticos. Sin embargo, los investigadores creen que la hibridación fue bastante limitada.
No obstante, no fue la única conclusión de aquel estudio. Ni siquiera el único estudio importante realizado últimamente sobre los neandertales. De hecho, junto con los genéticos, arqueólogos, paleontólogos, antropólogos e investigadores de otros campos también están trabajando y están aportando datos útiles para conocer mejor a estos seres humanos.
Por ejemplo, recientemente han publicado en la revista PNAS un artículo que descarta la idea de que los neandertales eran puramente carnívoros. Los autores, antropólogos y arqueobiólogos de Washington, han basado su investigación en los restos dentales de los neandertales de sendas cuevas de Irak y Bélgica.
En concreto, han investigado las huellas de origen vegetal y han demostrado que formaban parte de su dieta. Algunas de estas plantas y semillas se siguen comiendo hoy en día y, además, han encontrado indicios de que fueron incendiadas. Por ello, los investigadores han afirmado que eran capaces de transformar las plantas comestibles de su entorno para que fueran más fáciles de digerir. Como hacían nuestros antepasados.
Cada uno de los estudios que se realizan sobre los neandertales es una pieza en su puzzle y, en general, según se va formando el puzzle, cada vez los investigadores ven más cerca el neandertal. Es decir, la mayoría de los investigadores consideran que no son tan diferentes de nosotros como antes pensaban. Es más, algunos creen que nuestros antepasados y neandertales serían aún más parecidos a los que pudimos ser nosotros y ellos.
Es el caso del doctor en arqueología Joseba Ríos. Neandertal está especializado en el hombre, ahora es profesor de la Universidad de Cantabria y, antes de ello, hasta 2009, trabajó como investigador en el Instituto Max Planck durante un par de años. Por lo tanto, conoce de primera mano el estudio del genoma del neandertal.
Ríos es, además, investigador del Paleolítico Superior, ya que considera muy importante conocer qué ocurrió tras la desaparición de los neandertales para interpretar correctamente la información sobre los neandertales. Dice que "desde el principio hemos comparado siempre a los neandertales con nosotros; las conclusiones de esta comparación son la base de nuestra visión de los neandertales. Por tanto, existen muchos prejuicios derivados del evolucionismo. Antes pensaban que esta especie había desaparecido y otra, la nuestra, ha avanzado. Eso significa que nosotros somos mejores. Desde este punto de vista, se entiende que los neandertales eran seres primitivos y poco desarrollados".
Esta convicción ha hecho que los descubrimientos que se están haciendo hoy en día sean tan sorprendentes para muchos. Rios aborda el ejemplo del uso del fuego: "Cuando se supo que los neandertales dominaban el fuego, fue la noticia de Cristo. ¿Por qué? Porque no tenían capacidad para hacerlo porque había prejuicio. Pero, en realidad, no es tan llamativo o especial, ya que las primeras huellas que demuestran que los seres humanos usaban el fuego son de hace 600.000 años".
Por otro lado, Ríos advierte que no es correcto hablar del neandertal como si todos formaran un grupo homogéneo. Con el paso del tiempo, y debido a la distribución geográfica que tenían, surgieron variantes que no tenían el mismo estilo de vida, industria, organización. Según Ríos, "culturalmente también serían diferentes entre sí". Por lo tanto, al decir que dominaban el fuego, habría que concretar cuáles; "de lo contrario, es como decir que el hombre moderno sabe hacer y usar ordenadores, y es cierto que algunos lo saben, pero otros muchos no, y por supuesto hace 50 años nadie lo sabía".
Dejando esto claro, la pregunta que hay ahora es, según Ríos: "Los neandertales eran seres humanos, pero ¿tan humanos como nosotros? ". Y continúa: "ahora sabemos que en Europa hubo dos tipos de seres humanos en un período de 10.000 años. Seguramente no tendrían mucho contacto, pero estoy seguro de que tuvieron contacto. ¿Hasta qué punto eran similares? La pregunta que subyace es: ¿Qué es la humanidad? Nosotros tenemos un modelo, el nuestro, somos nosotros. Pues ahora tenemos la oportunidad de compararnos con otro y de esa comparación saber más de nosotros".
Al igual que otros científicos, Ríos se pregunta si un neandertal y nuestro antepasado encontraran al otro como la misma especie. Es una pregunta sin respuesta.
Se ha discutido mucho si el neandertal es una subespecie de H. sapiens o una especie diferenciada del género Homo, pero todavía no existe un consenso absoluto. Según Ríos, se trata de dónde se mira: "En cuanto a la caracterización de las especies, en paleontología y paleoantropología, se ha contemplado la morfología de los huesos y, en este sentido, no cabe duda de que son especies diferentes. Pero desde el punto de vista genético no está tan claro. Pero la genética nunca se ha utilizado para diferenciar especies".
Sin embargo, en los últimos años la genética ha realizado importantes aportaciones y algunos resultados han tenido una repercusión extraordinaria, aunque en ocasiones no han sido decisivos. Por ejemplo, la demostración de que el gen FOXP2 presentaba nuestra misma variante suscitó un debate sobre la capacidad de hablar neandertal.
La lingüista de la UPV-EHU, Itziar Laka, ha explicado que este gen está directamente relacionado con el lenguaje, con la capacidad de planificar movimientos y de computar secuencias. Por lo tanto, este descubrimiento sugiere que en algunas cosas podría ser nuestro mismo, pero la mayoría de los investigadores reconocen que tener un gen determinado no es suficiente para demostrar nada.
Sin embargo, Ríos no tiene dudas sobre el idioma: "Los neandertales tenían una compleja transmisión cultural, por ejemplo, en las técnicas de labrado de la piedra. Y duró más de 200.000 años y hubo adaptaciones, un desarrollo histórico... Para ello es imprescindible tener un idioma. Quizá hablarían de otra manera, pero entre nosotros también hay una gran diversidad lingüística, y todas son lenguas. Pues ellos también tendrían la suya".
Precisamente, el aspecto cultural es el que más atrae a Ríos: "Hemos visto que entre los neandertales había varias culturas y que no eran simples adaptaciones al entorno. Por ejemplo, según un estudio realizado en el País Vasco, en el pasado las cabras eran el recurso más abundante, aunque aquellos neandertales cazaban ciervos. Ese grupo era culturalmente amante del ciervo".
Ríos destaca la influencia de la cultura. En su opinión, "basta con que un grupo tenga una norma y, por ejemplo, no permita a las chicas tener hijos hasta una edad determinada, para tener una evolución diferente a la que sugieren los estudios biológicos o genéticos". Por tanto, para obtener conclusiones directas es necesario tener en cuenta todos los aspectos, ya que son complementarios.
Por ejemplo, al realizar un análisis genético de las huellas de El Sidrón en Asturias, se dan cuenta de que el parentesco era mucho mayor que el de las hembras. De ahí se deduce que elegían hembras fuera del grupo para ser niños. Pues es la primera vez que una investigación genética aporta pistas sobre el comportamiento. "Eso sí, no podemos generalizarlo y pensar que otros grupos neandertales de otros lugares o tiempos actuaban igual".
Y aunque encuentran algunas respuestas, aparecen nuevos misterios a los investigadores. El último, el hombre Denisova. Cuando en la cueva siberiana de Denisova se encontraron fósiles de un ser humano, no tenían datos suficientes para decidir si eran del neandertal o de nosotros. Ahora, el Instituto Max Planck ha realizado un análisis genético, según el cual tiene similitudes con los neandertales y parece que también se cruzó con el hombre moderno. Pero no son ni de uno ni de otro. Es decir, pertenecen a una nueva especie. "Traerá una larga cuerda", dice Ríos, sin poder ocultar la curiosidad.