Adiós al milenio

Roa Zubia, Guillermo

Elhuyar Zientzia

Dentro de unos días XXI. Estaremos en el siglo XX. Todavía XX. Los nacidos en el siglo XIX somos la mayoría durante mucho tiempo. Como si el cerebro fuera de piedra, el número XXI y el futuro están perfectamente alineados. Sentimos la necesidad de preguntarnos cómo será la vida dentro de cien años o dentro de mil. Además, XX. Como hijos del siglo XX, queremos ver la vida reflejada en la ciencia y la tecnología del futuro. ¿Vivimos en otros planetas? ¿Vamos a superar todas las enfermedades? ¿Los robots trabajarán para nosotros?

Todas estas preguntas son inútiles. También es casi imposible predecir qué pasará en los próximos cincuenta años. El consejo de prestigiosos científicos no es más que seguir trabajando, ya que la renovación trae sorpresas increíbles. Por ejemplo, en una conferencia Pedro Etxenike nos ofreció brevemente la crónica de los últimos cien años. El viaje a la Luna, la bomba atómica, la ingeniería genética o el teléfono móvil tampoco podían oler el XIX. A finales del siglo XX. Pero no nos sorprendamos. A nosotros nos pasa lo mismo.

Mil años atrás, el cambio es aún más sorprendente. Y es que el concepto de ciencia se ha desarrollado en este milenio que está a punto de terminar. No se puede negar que se trata de un campo inventado por los griegos de la antigüedad, pero hasta hace unos cinco siglos estuvo de la mano de la filosofía. Método científico XVII. No se definió hasta el siglo XX. Además, la conexión imprescindible entre la ciencia y la tecnología que hoy consideramos común tiene sólo cien años. Cada uno seguía su camino y de vez en cuando se juntaban, pero no había una dependencia total.

Hace mil años, los países más avanzados en ciencia eran los musulmanes y durante un par de siglos fue así. Por ejemplo, destaca la obra del persa Abdulla Ibn Sina (980-1037), conocido en Occidente como Avizena. Europa estaba sumergida en la oscura Edad Media, por lo que las aportaciones de Oriente nos resultan extrañas.

El Renacimiento supuso una nueva claridad. Las innovaciones tecnológicas fueron importantes. Quizás el más destacado sea la imprenta de Johannes Gutenberg (1398-1468). Este invento orientó la Historia moderna. Los físicos Galileo Galilei (1564-1642) e Isaac Newton (1642-1727) consiguieron separar la filosofía y la ciencia de Aristóteles y sentaron las bases del pensamiento científico.

En los últimos tres siglos del milenio las listas de nombres y ramas de la ciencia se han disparado. Hoy en día la investigación es el monopolio de los territorios considerados como el primer mundo. Pero los próximos mil años pueden cambiar mucho la situación. Quizás el concepto de ciencia quede totalmente obsoleto, pero quién sabe.

De momento habrá que trabajar sin apenas mirar el cambio de fecha. Miremos solo al lector para desearle un nuevo año.

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