Cumplir con lo dicho por Juantxo, dejar todo como está en las inmediaciones del monte, no es fácil y muchas veces la ignorancia es la excusa de esa irresponsabilidad. La cuestión es que uno no puede saber qué medidas debe tomar para cuidar el entorno, si no sabe cómo influye. Por ello, la gente que está pasando por el monte está empezando a preocuparse y a buscar soluciones.
De hecho, cualquier actividad humana está influenciada y sus consecuencias pueden ser tanto positivas como negativas. Lo mismo ocurre con las actividades de ocio que se realizan en el monte. Sin embargo, el impacto de estas actividades es menor que el de otras, como la industria, las explotaciones forestales o las infraestructuras de transporte son más agresivas.
Pero, por otro lado, muchas veces las actividades de ocio se realizan en zonas protegidas o poco utilizadas, por lo que a veces, aunque la propia actividad no es tan dura, el daño que se produce es grave.
Además, la presión que se ejerce sobre el entorno del monte aumenta año tras año, ya que cada vez son más las personas que acuden al monte. Que es un turismo verde, que es una aventura y un riesgo, que los nuevos deportes necesitan nuevos escenarios... La montaña está de moda. Como consecuencia de ello, se produce un daño al medio ambiente, muchas veces sin darnos cuenta.
Por ello, es conveniente conocer cuáles son los impactos y cuáles son sus consecuencias para, en la medida de lo posible, minimizar los impactos. Y en ello están trabajando, entre otros, el ingeniero de montes Jon Ugarte y el biólogo Kiko Alvarez. Ambos son montañeros y miembros de la Fundación Naturgintza, que llevan años estudiando la influencia que las actividades de ocio generan en el medio rural y explicando a los demás lo que han visto y aprendido.
De hecho, el primer efecto se produce únicamente con el monte, ya que la materia orgánica presente en el suelo se destruye al ser pisada. La materia orgánica, compuesta por organismos vivos y muertos, tiene importantes funciones ecológicas. Además, protege al suelo de la erosión.
Otro problema que genera el pisoteo es la compactación. Se cierran los poros y se interrumpe la circulación del aire y del agua. Como consecuencia, se modifican las características del suelo: temperatura, textura, nutrientes... Por supuesto, todo ello afecta a los animales que habitan en el mismo suelo.
En cualquier caso, los efectos varían en función del tipo de suelo. Tampoco es lo mismo caminar por la pista que por el bosque. El tiempo también tiene mucho que ver, ya que el impacto de la lluvia es más grave que en el suelo seco, y cuanto más gente anda, más evidente es la erosión. Según Ugarte, tenemos claros ejemplos de ello en el último tramo de la subida a Txindoki, en el camino de Arantzazu a Urbia y en Aiako Harria. En estos casos se marca una vía por la que se pide a la gente que suba por la que se limita de alguna manera la zona afectada.
En caso contrario, la alteración del suelo tiene consecuencias sobre las plantas, afectando directamente a la vegetación. Al pisar una y otra vez el mismo lugar, aparecen claros, dejando a veces sus raíces a la vista. Con el tiempo las comunidades vegetales cambian.
Por supuesto, los animales no quedan exentos de percibir las consecuencias de las actividades que se realizan en el monte, y sufren daños directos o indirectos. Un daño directo es la muerte accidental de un animal. No es raro que se atropellos al ir en coche a la montaña. Según el Departamento de Medio Ambiente de Andalucía, esta es la principal causa de muerte del lince ibérico.
En Euskal Herria también suceden. Por ejemplo, en la autopista de Altube han tenido que tomar medidas, ya que cada año mueren alrededor de 500 animales atrapados por coches, entre ellos corzos, jabalíes y ciervos.
Al margen del coche, el senderismo también causa molestias a la fauna. Simplemente escuchar el ruido y ver a la gente alrededor es suficiente para que algunas especies tengan problemas de reproducción. El quebrantahuesos, el alimoche y el halcón peregrino son muy sensibles, así como el águila Bonelli y el águila real.
Otras especies, por el contrario, se acostumbran a la gente y, sabiendo que las dos patas dejan la basura, se acercan al lugar donde hay residuos o al público en busca de comida. Ejemplos son el zorro y los gaviotas. De hecho, fuera del monte, incluso en las zonas urbanas, se han multiplicado enormemente las gaviotas, aprovechando que en los vertederos tienen comida suficiente. Finalmente, a medida que el propio hábitat cambia, algunas especies llegan a sustituir a las existentes.
Si en lugar de la tierra miramos al agua, es evidente que la calidad del agua baja mucho en las zonas frecuentadas. En primer lugar, los seres humanos vierten intencionadamente o involuntariamente cualquier tipo de contaminantes al agua, como sustancias químicas, sedimentos, alimentos e incluso microorganismos patógenos causantes de enfermedades. Todos ellos pueden provocar cambios en las comunidades acuáticas.
Un estudio realizado en los Pirineos puso de manifiesto que las poblaciones de anfibios han disminuido en lagos y regatas situadas en los alrededores de los refugios. Los tritones pirenaicos y otros anfibios que habitan estas aguas son muy sensibles a la contaminación y, como consecuencia de la actividad humana, tenían un exceso de fertilizantes en las aguas. Por eso se han perdido.
Algunos daños en el agua son evidentes. Sin embargo, los
efectos sobre la atmósfera no siempre son tan visibles, pero algunos pueden escucharse fácilmente. ¿Quién no se ha encontrado nunca con un grupo de montañeros que está descendiendo cantando por la cima? Poco se darán cuenta de que estas alegres canciones son ruido, como lo que generan las
motosierras o los vehículos. Ugarte advierte que, para evitar molestias a la fauna, conviene saber que la mayoría de las especies crían entre enero y junio.
Otra forma de perjudicar a la atmósfera es a través de los gases emitidos por los vehículos. Además, los vehículos levantan polvo y erosionan el suelo.
La elevación de los ojos hacia el entorno permite apreciar el impacto paisajístico. Las rocas aptas para la escalada se llenan de escaladores, las cumbres más famosas llenas de montañeros, las pistas de esquí más multitudinarias que las plazas de la localidad, las infraestructuras creadas en el entorno, etc., todos atacan el
paisaje. Además, a medida que la gente se desplaza, los habitantes de la
montaña cambian de vida. Muchos comienzan a trabajar en el área de servicios, lo que supone en cierta medida una pérdida de tradiciones y cultura.
Está claro que no todas las actividades tienen el mismo impacto ambiental. En opinión de Alvarez y Ugarte, “si se actúa con la mínima diligencia, parece que caminar por sí mismo no produce grandes daños, y además tiene ventajas, ya que permite conocer la naturaleza”. Sin embargo, tiene también contras, algunas fácilmente evitables y otras menos. Por ejemplo, es difícil actuar sobre la pisada para evitar la erosión y la compactación del suelo, así como evitar la afección directa a la vegetación y a la fauna.
Sin embargo, la mitigación o eliminación de otros efectos es relativamente sencilla. Por
ejemplo, los elementos extraños que "adornan" el monte, como cruces, buzones, señales, etc., no contribuyen de ninguna manera al medio ambiente y basta con no poner remedio al problema.
Sin embargo, la apertura de vías paralelas es más gravosa que éstas. Y la instalación de una tienda para pasar la noche también tiene consecuencias importantes. En cualquier caso, el impacto dependerá del lugar elegido y del tiempo que transcurra.
En cuanto a la escalada, hay bastante diferencia en función de la modalidad, pero en general hay riesgo de daños graves si no se hace con mucho cuidado. Por ello, Ugarte y Alvarez defienden la elaboración de normativas en algunas escuelas de escalada. Los escaladores afectan principalmente a las aves nidificantes de rocas, así como a las plantas. Y es que están adaptadas para sobrevivir en condiciones y lugares difíciles, por lo que no son nada normales.
Por otro lado, las partes inferiores de las rocas aptas para la escalada suelen estar pisadas y compactadas, y a menudo los escaladores eliminan las plantas. Además, el sulfato de magnesio utilizado para escalar erosiona las rocas de carbonato cálcico.
La escalada también plantea problemas más generales como el abandono de basuras, masificación, etc. Pero estas actividades también se dan en otras muchas. En general, cuanto más gente lo haga, más grave es el daño. Espeleología, parapente, montar a caballo... todavía lo hacen unos pocos, pero cuando se ponen de moda en algún lugar, las consecuencias son inmediatas.
En cualquier caso, independientemente de la actividad, cobra especial importancia la
propia actitud y responsabilidad con el medio ambiente. Por eso conviene recordar lo que decía Juantxo: intentar dejarlo todo como está. Además, Jon Ugarte y Kiko Alvarez piden a los montañeros que defiendan su entorno desde otros ataques. Según ellos, “aunque sólo desde un punto de vista propio, merece la pena preservar y proteger la naturaleza”.
La fundación Naturgintza surge a iniciativa de un grupo de amigos. Mediante acciones concretas se pretende llenar los agujeros que la administración no puede cubrir.
Entre los principales objetivos de la industria de la naturaleza se encuentra la conservación y promoción de la biodiversidad, así como el fomento de actividades de ocio que permitan conocer la naturaleza. Además, se presta especial atención a los bosques y quieren contribuir a que no se pierda la vida tradicional. Se trata de un proyecto abierto, patrocinado por socios y empresas.
La Federación Internacional de Montaña y Escalada UIAA lanzó en 2001 un código de conducta ética en montaña. Hace alusión a varios aspectos y en materia de medio ambiente establece en su artículo octavo trece puntos:
- Tomaremos medidas de protección del medio ambiente e intentaremos que nuestros amigos también las cumplan.
- Si es posible, nos acercaremos utilizando medios de transporte públicos.
- Para evitar la erosión y evitar molestias a los seres vivos, elegiremos la vía más adecuada para realizar la subida y bajada.
- Evitamos ruidos.
- En época de nidificación y cría de
pollos, no nos acercaremos a su hábitat. En cuanto se den cuenta de que lo están, se lo comunicaremos a los demás.
- En la primera subida tendremos especial cuidado de no dañar los biotopos de plantas y animales raros.
- Además de nuestra basura, recogemos y descenderemos por el monte lo que otros han dejado.
- Si no hay inodoros, debemos realizar la defecación a cierta distancia de casas, campamentos, regatas y lagos y tomar medidas para evitar daños al ecosistema y causar molestias al público. En zonas de baja actividad biológica frecuentadas por numerosos montañeros, el montañero debería llevar sus propios excrementos.
- En los montes altos el campamento debe mantenerse limpio. Todo el equipo de escalada: cuerdas fijas, tiendas, botellas de oxígeno, deben ser retirados.
- Utilizar la menor cantidad de energía posible, sobre todo en países con poca madera, para no destruir aún más los bosques.
- En caso de conflicto por el acceso, los propietarios de tierras, autoridades y asociaciones
deben negociar la búsqueda de soluciones en beneficio de todos.
- Participación en la implantación de normativas, especialmente en el apoyo a la difusión de las mismas y a la creación de la infraestructura necesaria para su ejecución.
- Junto con las asociaciones de montañeros y grupos naturales, somos actores a nivel político en la protección de hábitats y medio ambiente.
El esquí puede ser, según la modalidad, el deporte que más y menos influye. El esquí en pistas, como el esquí alpino, es muy perjudicial para el medio ambiente. Para hacer las pistas se mueve el suelo, se destruye todo lo que hay bajo las pistas, se mantiene la nieve artificialmente, se construyen numerosas infraestructuras alrededor, se abren nuevas carreteras, está totalmente masificada...
Según un estudio realizado este año en las pistas de los Alpes, muchas especies vegetales se pierden o se ponen en peligro y, además, son necesarias más de treinta años para restaurar el entorno.
En el otro extremo se encuentra el esquí de montaña. La nieve sólo se hace en la época en la que se encuentra, y como la nieve apenas se aplasta, apenas afecta al medio. Además, pocos amigos lo hacen por el momento. Sin embargo, el peligro es que cada vez más gente sale de las pistas para practicar diferentes modalidades de esquí, y a medida que los esquiadores aumentan, los efectos y consecuencias serán más graves.