En los dos ejemplares anteriores se han explicado los planes de estudio espacial de los estadounidenses y soviéticos y, en concreto, el estudio de Martitz y las intenciones de realizar un viaje equipado para acudir al mismo a través de varios artículos. Pero quizás no hayamos hablado bastante de los problemas de los distintos tipos que plantea este tipo de viajes equipados. A la hora de hablar del proyecto de Martes, estamos en peligro de tomar como referencia el único viaje parecido (que llevó al hombre a la Luna), menospreciando por completo las dificultades que hay que superar para ir al planeta rojo. La diferencia entre ambos viajes radica, lógicamente, en su duración. Además, los problemas derivados de la duración del viaje a Marte se refieren no sólo al suministro sino también a la salud de los astronautas. Pero vamos a desarrollar estos puntos más lentamente.
A la hora de planificar el viaje a Martitz hay dos opciones. La primera es que Martitz y la Tierra estén más cerca (es decir, en oposición) para poder realizar el viaje con la mínima carga de combustible posible. Pero en este caso también habría que volver a la siguiente oposición. Por lo tanto, los astronautas deberían esperar aproximadamente un año y medio en Marte o en órbita Martitz para volver a tomar la Tierra. En total, sería necesario un plazo de tres años para llevar a cabo la misión. La segunda opción sería realizar un viaje lo más corto posible, con dos semanas de estancia. En este caso la carga de combustible sería mucho mayor, pero se compensaría con la que se adelantaría en los suministros. En este segundo caso, además, se podría enviar la carga en otro barco lanzado previamente. En este caso el viaje tendría una duración aproximada de un año y medio.
En cualquier caso, es evidente que la duración del viaje es la que marca la diferencia entre las misiones equipadas y la anterior. Hay que tener en cuenta que los problemas de salud derivados de vivir tanto tiempo en microgravedad todavía no se conocen demasiado. Los soviéticos son los que más han investigado sobre este tema, pero Juri Romanenko es el que más tiempo ha permanecido en el espacio (estación MIR) y los 326 días que ha permanecido allí no son más que la mitad de lo que duraría el viaje más corto hasta Marte. Ya es conocida la ingravidez como debilidad del corazón. Algo parecido ocurre con los huesos. El hueso del talón, por ejemplo, pierde el diez por ciento de su solidez después de ocho meses, pero si no es a través de la experiencia, no se sabe si estas degeneraciones se aceleran con el tiempo.
Si nos centramos en el área de abastecimiento, hay que tener en cuenta que este viaje, con estas particularidades, requiere diseñar un sistema adecuado de reciclaje de aire, agua y residuos. Se estima que el consumo de oxígeno de cada cosmonauta es de unas cinco toneladas y el del agua de aproximadamente la mitad. También hay que pensar en el suministro de alimentos, estimándose en torno a una tonelada más.
Los enfoques técnicos que no tienen relación directa con los cosmonautas también tienen muchas particularidades. Las comunicaciones sufrirán grandes retrasos en algunas de las fases del viaje, ya que las ondas tardarán media hora en llegar desde la espacial hasta la Tierra. A veces, además, la comunicación no será posible, ya que el Sol intervendrá.
Otro factor que hay que tener muy en cuenta es la radiación cósmica y la actividad solar. La batería espacial será bombardeada constantemente con fracciones subabsorbentes, siendo los más fuertes los efectos de las fulguraciones solares. Por supuesto, habrá que encontrar un escudo contra todo esto. Una posible solución sería rodear los módulos de los astronautas con unos recipientes llenos de agua. Alrededor de 4.000 kg de agua proporcionarían a los astronautas la protección necesaria.
Estas son algunas de las cuestiones que se plantean. Pero para terminar tenemos que volver a hablar del problema de la carga. Cuando esté equipado para cubrir todas las necesidades y esté cerca de empezar el viaje, se considera que el peso mínimo de la actividad espacial será de 1.000 toneladas o quizás 2.000 toneladas. Esto plantea un problema último y muy importante. El lanzador más potente disponible en la actualidad para realizar tiros es el soviético Energia, que puede poner en órbita un peso máximo de 100 toneladas. El lanzador clásico y el estadounidense Space Shuttle no pueden cargar más de 20 toneladas. En consecuencia, la misión a Marte deberá montarse en órbita. Ambas grandes potencias están trabajando en la preparación de estaciones adecuadas en las que deberán ensamblarse los módulos de la actividad espacial fabricada en la Tierra. Por lo tanto, tampoco serán pocos los viajes previos a la estación. Más de la mitad para llevar combustible.
Estos son los nudos previos más importantes a liberar para hacer posible el viaje a Marte.