La verdad es que desde hace tiempo tenía ganas de escribir sobre estas aves, pero no sabía si podían ser consideradas como del País Vasco y, por lo tanto, si podía entrar en esta sección. Normalmente, tomamos como autóctonos a los animales que se crían allí y nadie pondría en duda que, por ejemplo, los cespitosos, los buitres blancos o los milanos negros son autóctonos.
Sin embargo, algunos de ellos provienen de África, crían y los chitos vuelven al lecho sur nada más salir del nido, por lo que sólo pasan allí un tercio del año. Aunque el resto se da en África, consideramos a estas aves como autóctonas, mientras que el ganso, nacido en Noruega, que estuvo aquí desde noviembre hasta marzo, es invernal. Nosotros, sin embargo, como estas aves pueden dar gran parte de su vida en este territorio y, además, los gansos y las grullas son animales muy conocidos para los vascos, los hemos incluido en nuestra sección habitual.
Gansos ( Anser anser ) y grullas comunes ( Grus grus grus ) son aves típicas de paso de finales de octubre y primeros días de noviembre, y para ambos la Península Ibérica es la región de invernada más importante. Tras su cría en los anchos del norte de Europa y antes de que llegue el invierno, se dirigen hacia el sur, hacia latitudes que faciliten el contacto con la comida. La Escandinavia, la antigua Unión Soviética y, en general, se dirigen de norte a sur de Europa y recorren más de 2.000 a 3.000 kilómetros hasta las tierras invernales. Cruzan el Pirineo por el centro, por los collados occidentales y, una vez llegados a la Península Ibérica, se dirigen a determinados territorios favoritos.
Las gansos viajan principalmente a Andalucía y en concreto a las marismas del Guadalquivir para pasar el invierno. Además, las lagunas de Villafafafafila, situadas en Zamora, son de vital importancia para la oca venida. En ambas zonas, y en otros humedales con menor concentración de aves, invernan en la Península Ibérica entre 80 y 150.000 gansos por año. Si se dejan en paz también quedan en el País Vasco y alrededor de embalses como Pitillas, Urdaibai o Vitoria-Gasteiz, todos los años queda algún saldo. Las gansos se alimentan de hierbas y bulbos que rodean los humedales.
Para las grullas, las angios del suroeste y la laguna de Gallocanta en la zona de Zaragoza y Teruel son los lugares preferidos. En total, entre 50.000 y 55.000 grullas (70-85% de la población de Europa occidental) acuden a la Península Ibérica y normalmente en Euskal Herria sólo se realizan paradas cortas. Durante el invierno se alimentan principalmente de bellotas y citas.
Tratemos ahora de distinguir estas grandes aves. Tanto las gansos como las grullas son aves muy grandes. Los gansos pesan entre 2,5 y 4 kilos y las grullas de 4-7 kilos. Como se ha indicado, ambas especies pueden formar grupos en forma de “V”, pero pueden distinguirse por otras características. Por ejemplo, en el canto para no dispersar al grupo, que se puede escuchar muy lejos y se distingue fácilmente: el canto de las grullas “kruu-krui-kruu” y el “anj-onj-onj”. Además del canto, el aspecto de ambas aves es diferente. Ambos llevan el cuello estirado al volar, pero los gansos tienen las patas cortas y las grullas son zancudas y sus patas están mucho más largas que la cola en el cielo. Los gansos, por último, tienen alas más afiladas que las grullas y vuelan con golpes de aleta más rápidos.
Cabe destacar, por otra parte, que al igual que estas dos especies, muchas aves migratorias tienden a asociarse en grupos. Parece que, entre otras ventajas, los jóvenes unidos en grupo van detrás de los mayores para aprender caminos, peligros, zonas de parada, etc. Y, por otro lado, las formaciones aerodinámicas en “V” y similares permiten a las aves ahorrar energía, al igual que lo hacen los ciclistas, quitando aire unos a otros.
En cuanto al estado y futuro de las especies, parece que las poblaciones de grullas se mantienen estables, pero las similares no. Parece ser que las sequías de los últimos años han provocado una gran mortalidad entre las gansos, tanto por la escasez de comida como por la necesidad de moverse más al matar a muchos cazadores. En estos casos, los ejemplares que han migrado hasta la Península Ibérica crecen con más éxito los que han quedado más al norte, ya que mueren menos ejemplares.
Si esta tendencia persistiera, el número de gansos que vienen a la Península en algunas generaciones podría disminuir en pocos años. Es el caso del ganso patoso ( Anser fabalis ). Hace 50 años, 50.000 gansos de esta especie invernaban en la Península Ibérica y hoy en día tan sólo quedan algunos ejemplares. Parece ser que este ganso ha cambiado sus costumbres y el invierno se está produciendo cada vez más allá del territorio de cría. Algunos expertos creen que esta tendencia podría estar relacionada con el calentamiento del clima, pero se necesitarán más estudios para confirmarlo.
En cualquier caso, todavía podemos ver a los grupos de grullas y gansos con forma de flecha en este tenor y cruzando el cielo a toda velocidad... nos anuncian que el invierno nos queda.