En julio se publicó un artículo en el que dos investigadores del Instituto Max Planck, Dan Dediu y Stephen Levinson, han resucitado el debate sobre la creación del lenguaje. Tiene un título significativo: En el idioma: the reinterpretation of Neandertal linguistic capacities and its consequences. Es lo que han hecho los dos investigadores en el artículo, que han recopilado, analizado e interpretado datos e investigaciones sobre la capacidad de hablar de los neandertales y han extraído conclusiones.
Su principal consecuencia es que lo que consideramos el lenguaje moderno (recognizable modern language), según sus palabras, no nació junto al hombre moderno, sino mucho antes. Proponen que Homo es una característica del género y que, al menos, tenía capacidad para hablar el antepasado común de los neandertales y del hombre de hoy. Así, según ellos, la lengua moderna nació hace unos 500.000 años y no tiene entre 50.000 y 100.000 años, tal y como lo han reconocido hasta la fecha la mayoría.
Para llegar a esta conclusión, el artículo expone razones lingüísticas, genéticas, paleontológicas y arqueológicas, entre las que se incluye un trabajo realizado por el investigador de Atapuerca, Ignacio Martínez Mendizabal.
La investigación de Martínez, publicada en la prestigiosa revista PNAS en 2004, fue innovadora al abrir una nueva vía de investigación del lenguaje. El propio Martínez ha contado cómo: "Las palabras no se convierten en fósiles, ni los tejidos con los que se pronuncian. Por lo tanto, para saber si los homínidos que vivían en Atapuerca hace 500.000 años hablaban, había que encontrar otro camino".
Y es que, como ha recordado Martínez, anteriormente otros investigadores intentaron sacar conclusiones analizando el aspecto interior de los cráneos e incluso investigando la laringe. "Pero no obtenían resultados válidos. Entonces se nos ocurrió investigar los huesos del oído interno, que están adaptados para escuchar nuestra voz, nuestras palabras."
Según el trabajo realizado por el equipo de Martínez, el lenguaje oral proporciona información esencial en un rango de frecuencias de 2 a 4 kHz, y nuestra audición tiene una sensibilidad especial durante este tiempo. Sin embargo, los chimpancés y la mayoría de los antropoides no tienen esa peculiaridad. Así, teniendo en cuenta esta diferencia y utilizando modelos físicos, se estudió la anatomía y capacidad auditiva de los oídos internos en los fósiles de los homínidos del Osín de Huesos de Atapuerca. Y concluyeron que los homínidos de la época tenían una audición similar a la de los seres humanos actuales.
Estos fósiles pertenecían a individuos de la especie Homo heidelbergensis. Según las hipótesis aprobadas hasta el momento, esta especie es el antecesor de los neandertales, pero no del ser humano actual. Por lo tanto, Ignacio Martínez y su equipo propusieron hace casi diez años lo que han dicho ahora los investigadores de Max Planck.
Sin embargo, el reconocimiento de Max Planck por su trabajo es para Martínez una especie de reconocimiento: "Cuando publicamos nuestra investigación no se ajustaba al paradigma de entonces. Por un lado, porque los expertos más prestigiosos concluyeron que nada se podía demostrar basándose en la paleontología. Y por otro lado, la mayoría reconocía que la única especie con capacidad de hablar era el hombre moderno. Es más, se pensaba que también apareció en nuestra especie hace 40.000 años".
En opinión de Martínez, detrás de esta idea se esconde el argumento de que, si se prescinde del registro paleontológico, sólo queda el registro arqueológico, y en el registro arqueológico, la huella que mejor refleja el pensamiento simbólico es el crucero. "Y el hombre empezó a pintar paredes hace 40.000 años, no antes", ha recordado Martínez.
Sin embargo, todos los expertos no estaban de acuerdo con ello, y en los últimos años, a medida que se disponían de datos para conocer mejor a los neandertales, más expertos han reconocido que ellos también tenían cierto pensamiento simbólico. ¿Pero eso también hace propietarios de la palabra? Martínez cree que es muy posible.
"Pocos años después de la publicación de nuestro estudio, Krause y Lalueza-Fox publicaron un artículo sobre el gen FOXP2. En aquel artículo [The derived FOXP2 variant of modern humans was shared with Neandertals], los neandertales y nosotros mostraron que tenemos la misma variedad de gen. Desde entonces algunos de los que antes estaban en negativo empezaron a pensar que los neandertales hablaban como nosotros", dice Martínez.
El FOXP2 es uno de los genes relacionados con la capacidad de expresión del gen, y los investigadores de Dediu y Levinson Max Planck también hacen referencia a esta investigación en el trabajo publicado por ellos mismos, junto con otros estudios genéticos más recientes y extensos. De todos ellos se deduce que, aunque no son iguales, los neandertales, los denisoveses y los humanos de hoy eran muy similares.
Sin embargo, admiten que tal vez neandertales y denisoveses poseían los pilares genéticos del lenguaje moderno, pero que "el hombre moderno puede anticiparse a ellos en ciertos parámetros: en la gama de sonidos utilizados para hablar, en la velocidad de habla, en la complejidad de la sintaxis, en la medida del diccionario..."
Sin embargo, además de los datos anatómicos y genéticos, Max Planck ha recopilado y analizado datos de otros muchos aspectos como la cultura y el estilo de vida, la población y las medidas de los grupos humanos, las cuestiones lingüísticas... Al final, colocados juntos como piezas de un puzzle, han llegado a la conclusión de que tanto los neandertales como nosotros teníamos un "habla y lenguaje similares".
En su interior han representado cuatro supuestos. Según la primera, nosotros hemos tomado las lenguas de los neandertales. Esta opción no le ha dado mucha credibilidad, ya que de lo contrario debería existir una brecha entre África y el resto de lenguas. La segunda situación es que los neandertales tuvieron poca interacción con nosotros y, cuando lo tuvieron, adquirieron nuestra lengua. En la tercera, una nueva lengua surgiría de la interacción entre ambos, pero también les ha parecido despreciable.
El cuarto, sin embargo, cree que podría ocurrir. En su opinión, los dos grupos permanecieron juntos durante mucho tiempo en diferentes lugares y épocas, como lo atestiguan los numerosos restos de Oriente Próximo. En estos tiempos, el intercambio de tecnología y materiales fue sobre todo unidireccional, desde el hombre moderno a los neandertales. Pero en otros lugares, como en Melanesia, el intercambio tuvo lugar en ambas direcciones y probablemente también intercambiaron el idioma.
Además, basándose en los trabajos de otros investigadores, han sugerido que algunas de las características de las lenguas de Papua y Australia podrían derivarse de la relación que mantuvieron los hombres modernos con los denisoveses. Y la simplificación de las lenguas austronésicas, consecuencia de la interacción con el hombre Homo floresiensis.
Para Martínez, el trabajo realizado por los investigadores del Plan Max es elogioso, pero también ha recibido críticas. Uno en el mismo lugar de su publicación, en la página web de la revista Frontiers in Psichology. ¿Neanderthal language? La crítica se titula "Just-so stories take center stage" y su principal autor es el investigador del Instituto de Tecnología Massachusetts (MIT) Robert Berwick.
El artículo firmado por Berwick junto con otros dos investigadores no es largo pero sí riguroso. Según dicen al principio, "Dediu y Levinson han unido dos reivindicaciones excepcionales". Por un lado, que los hombres modernos y neandertales eran la misma y única especie, y, por otro, que el habla y el lenguaje son antiguos, y que el antepasado común de los neandertales y del hombre moderno eran poseedores, hace 500.000 años.
Sin embargo, Berwick y su compañero no se suman a la interpretación de los Max Planck y acusan de tres errores en el camino recorrido para llegar a estas conclusiones: "análisis selectivo, utilización de pruebas de interpretación dudosas como base definitiva y ausencia de evidencias evolutivas" en la formulación de capacidades lingüísticas modernas.
A partir de ahí, los autores de la crítica han profundizado en estos tres errores o lagunas y, finalmente, han llegado a la siguiente conclusión: "En definitiva, las magníficas declaraciones de Dediu y Levinson no se basan en las pruebas que han presentado. Es más, nos cuestionamos si hay pruebas para proteger estas declaraciones". Finalizan el artículo publicado en respuesta al trabajo de los investigadores de Max Planck con la siguiente frase: "Por el momento, rechazar la especulación puede ser el mejor remedio".
Esa es la palabra que ha utilizado la lingüista de la UPV Itziar Laka Mugarza para pedir su opinión sobre el trabajo publicado por los investigadores de Max Planck: "Me ha parecido una especulación".
Al explicar el porqué, en gran medida, ha coincidido con la respuesta de Berwick y otras dos personas: "Yo creo que de las pruebas que dan no se puede deducir lo que ellos reivindican. Por ejemplo, FOXP2 no es una evidencia lingüística. Nadie discute que nosotros y los neandertales tenemos la misma mutación que el gen FOXP2 y que viene de antes. Y sabemos que el sonido tiene que ver con la velocidad de pronunciación. Pero eso no es idioma. Una cosa es que sea requisito indispensable para el idioma, y otra, que sea suficiente para ser el idioma. Y no sé ni que sea imprescindible porque no sé qué papel juega el gen FOXP2 en el lenguaje gestual. Además, hay otros genes que tienen una relación más directa con el lenguaje, especialmente el gen ASPM, sobre los que no han dicho nada".
Laka cree que algo parecido ocurre con la prueba del oído interno: "Puedes tener estructurado el oído para escuchar determinadas frecuencias especialmente bien, pero eso no significa necesariamente que tienes un idioma y en esas frecuencias pronuncias las palabras. Y es que el lenguaje humano va mucho más allá del oído; hay seres humanos que no tienen oído pero que tienen lenguaje. Una vez más se podría considerar como requisito máximo necesario pero no suficiente".
Otras reivindicaciones que hacen Laka no son basadas en evidencia sólida, como por ejemplo, los cambios que se han producido tras la salida de la especie Homo sapiens de África: "¿Dicen pero en base a qué? ".
En cualquier caso, considera que el vacío está en la propia configuración del lenguaje: "Dicen que el fenotipo del lenguaje es más antiguo de lo que la mayoría considera. Muy bien. ¿Pero cuál es el fenotipo del lenguaje? De ahí deberíamos empezar. Y es que por un lado tenemos comunicación. Para comunicarse no hace falta palabras, muchas especies se comunican sin lenguaje. Y por otro lado tenemos el idioma".
Laka ha explicado que todas las lenguas humanas tienen palabras, fonemas, oraciones, sintagmas... "Ese es el fenotipo del lenguaje y no es que el sonido pueda emitirse con rapidez. Eso ayuda, de acuerdo, y el lenguaje, en el cerebro, está relacionado con otras once cosas, pero el hecho de que esas cosas sean necesarias no significa que sean suficientes". Repite el ejemplo de lenguaje gestual: "Tiene todas las estructuras del lenguaje oral y no se pronuncia, por lo que el foxp2 no es el centro del fenotipo".
Reconoce, sin embargo, que el artículo demuestra que los prerrequisitos necesarios para ser lengua existían desde hace tiempo. "No hay evidencia, sin embargo, de que eran propietarios del idioma. Además, existen otras variantes genéticas estrechamente relacionadas con el lenguaje que han surgido posteriormente y que son exclusivas de nuestra especie".
Laka considera que detrás de todo el debate se encuentra el choque entre dos puntos de vista: el de Chomsky y el de los dos investigadores de Max Planck. Según Chomsky, los neandertales no hablaban como nosotros, de hecho, nuestra especie se hizo con el lenguaje hace unos 100.000 años y esa capacidad apareció de repente en nosotros. Por el contrario, los de Max Planck creen que la capacidad de hablar fue apareciendo poco a poco como consecuencia de una acumulación de cambios genéticos y culturales, y que los homínidos ya tenían lengua desde hace 500.000 años.
"Para mí, ahí está la clave de todo este debate", dice Laka. "Y es que por el momento no tenemos evidencias suficientes para conocer la verdad". ¿Cuándo finaliza el debate? La respuesta de Laka es: "Una vez completado el mapa genético del lenguaje a través de la genética molecular. Pero todavía estamos muy lejos de conseguirlo".