Recientemente se ha celebrado en Barcelona una carrera popular o popular que ha reunido a más de sesenta mil personas. Esta cifra ha roto todas las marcas en este tipo de pruebas deportivas. Hay que decir, sin embargo, que no todas estas personas participaron y que la mayoría (o al menos una parte importante) de las que salieron no eran deportistas entrenados.
Atraer a este tipo de gente tiene un gran mérito y parece justo dar las más calurosas felicitaciones a los que han estado organizando en torno a esta carrera. Por otro lado, es muy posible que más de uno de los inscritos esté ahora más motivado a seguir un programa de entrenamiento, como para otros sería la ocasión de revisar lo que hasta ahora se había utilizado.
En carreras anteriores no hubo ninguna complicación, pero hace unas semanas un joven de 19 años murió, después de 10 kilómetros, en un intento de superar una cuesta bastante exigente antes de llegar a la meta. Parece ser que este joven había pasado por delante y que había pasado algún reconocimiento médico (pero no tenemos constancia de ello).
Se trata, por tanto, de una muerte prematura, aunque no muy común, asociada a un ejercicio físico realizado sin una preparación adecuada. Entrenamientos esporádicos, sesiones ocasionales o ejercicios de fin de semana son poco preparados para hacer frente a competiciones y esfuerzos. Se puede admitir una distancia de 11 km para un deportista entrenado, pero no para los que no están debidamente preparados. Tal y como señala Mario Prat, campeón de maratón en España al mismo tiempo que vencedor de la prueba, “esta distancia, la carrera de maratón, es lo mismo para los atletas entrenados para el público en general”, por lo que la denominación de este tipo de carreras como “maratón popular” parece muy adecuada.
Mientras el nivel de esfuerzo es similar, es cierto que la preparación física para una especialidad deportiva es válida para cualquier otra. Si no fuera así, es posible que un deportista, al pasar de un deporte a otro con condiciones potencialmente contrarias, tenga complicaciones derivadas de una cardiopatía no diagnosticada.
La incidencia de la muerte súbita causada por el ejercicio (así se denomina la ocurrida durante el ejercicio o las 24 horas siguientes) es muy baja. Estadísticamente el accidente letal durante el ejercicio puede ser casual ya que existe un riesgo de muerte cardiovascular por la enfermedad oculta de las arterias coronarias. La posibilidad de riesgo aumenta en las personas predispuestas, donde la deshidratación, el aumento de los ácidos grasos y el aumento de los niveles plasmáticos de las catecolaminas facilitan la formación de trombos dentro de los coronarios, aumentando también la inestabilidad eléctrica del corazón.
El riesgo de muerte en Bapate, durante el ejercicio, es especialmente alto entre las personas no habituadas al ejercicio, lo que supone una razón de predisposición, como demuestra un reciente estudio realizado en Seattle (USA). Por otro lado, otro estudio ha demostrado que el riesgo de aparición de arritmias malignas es menor cuando se han puesto de manifiesto los efectos del ejercicio físico sobre el sistema cardiovascular (y una forma de conseguirlo es el entrenamiento). Por lo tanto, en los casos de muerte súbita existiría una causa básica (originada por una anomalía del corazón, tanto estructural como electrofisiológica) y factores auxiliares, entre los que se incluirían la ausencia de actividad física y el esfuerzo excesivo.
La revisión médica de los deportistas es un tema muy discutido y el problema no está aún resuelto. Siendo un problema de gran actualidad, en la prevención de los accidentes cardiovasculares que se producirían durante el ejercicio no hay ningún acuerdo a la hora de decidir cómo se debe realizar el examen de aptitud deportiva, quién debe emitir el certificado o cuál es el grado de fiabilidad de estos exámenes.
El estudio cardiovascular será, sin embargo, expulsivo y ante determinados signos o síntomas (síncopes o presincopios, dolor de pecho, fatiga inesperada, palpitaciones, soplos no convencionales, ausencia de ejercicio regular previo, etc.) la exploración se completará con las técnicas complementarias más adecuadas. Prueba de esfuerzo con monitorización ECG, ecocardiograma, monitorización ECG mediante el método de Holter, isótopos, etc. son algunas de estas técnicas.
La posibilidad de que se produzca un episodio de muerte súbita tras un estudio concreto es muy reducida. Sin embargo, hay extrañas razones que escapan a la observación médica. No se puede afirmar totalmente que no hay ningún riesgo ante el ejercicio. Ligado a las primeras carreras populares o a los maratones populares, lo mejor es promover e impulsar los propios programas de entrenamiento, ya sean bajo supervisión médica o realizados por deportistas. Los deportistas deberían concienciarse de la importancia y peligrosidad del problema.
El objetivo de este tipo de campañas y mensajes sería doble: