Cuando se viaja en avión, condiciones ambientales como la temperatura, la humedad, el espacio disponible y la presión atmosférica son diferentes de las que se dan a nivel terrestre. De hecho, los aviones más modernos no suelen ser presorizados a nivel del mar, por lo que la presión en vuelo comercial es similar a la que se encuentra a una altura de entre 1.500-2.500 metros.
Por otra parte, la paralización de los viajeros y la relativa estrechez de los asientos pueden provocar una trombosis de venas profundas (SZT), conocida como "síndrome de la clase turista". Este accidente vascular fue descrito por primera vez en la literatura médica en la prestigiosa revista The Lancet en 1908.
El caso de Emma Christofferson, una joven británica de 28 años, que ha levantado recientemente en todos los periódicos bastantes polvos. En octubre del año pasado ocupó la tierra en el aeropuerto Heathrow de Londres, después de más de 20 horas de vuelo procedente de Australia. Mientras esperaba su equipaje, sufrió un colapso y murió.
Un trombo o coágulo formado en una vena de sus piernas se liberó de la pared y llegó a través de la circulación hasta los pulmones, donde quedó atascado, sin poder avanzar hacia atrás, creando una embolia que provocó la muerte. Este terrible accidente despertó la atención de los medios de comunicación y comenzaron a investigar muertes en hospitales ingleses, cercanos al aeropuerto de Heathrow, en circunstancias similares a las de este joven. Se comprobó que el STS (trombosis venosa profunda) es más frecuente de lo esperado (se han registrado doce casos anuales en algunos hospitales).
El STS es la formación de trombos o coádulos sanguíneos en la red venosa de nuestro cuerpo, especialmente en las venas más profundas de las extremidades inferiores que se encuentran en la parte inferior de los gemelos. A menudo estos trombos pueden liberarse de la pared y, siguiendo la vía venosa, pueden llegar hasta el corazón o los pulmones —el trombo-embolismo pulmonar—, lo que agrava bastante el proceso.
Porque la sangre que llega a las extremidades inferiores tiene que retomar la senda ascendente para volver hacia atrás, por la red venosa, al corazón y a los pulmones. Y ese "regreso" muchas veces lo impide la propia fuerza de la gravedad, por ejemplo, si permanece mucho tiempo de pie o incluso sentado. No ocurre cuando está tumbado o sentado, pero con las piernas arriba.
Hasta ahí lo que sabemos hoy en día. A partir de ahí las cosas no están tan claras. Sabemos que no moverse, más durante más tiempo y peor aún, puede provocar el STS, pero sin otras pruebas más duras, no se puede afirmar que viajar en avión suponga un mayor riesgo de inmovilización que en otros modos de transporte.
Según el informe publicado el pasado mes de mayo por la prestigiosa revista The Lancet, uno de cada 10 pasajeros de vuelos de largo recorrido podrían sufrir una trombosis. El estudio, dirigido por John São Middlesex y el especialista de los hospitales, ofrece datos sobre la conexión entre los vuelos de largo recorrido y la formación de coádulos. Según los investigadores, los casos de trombosis venosa profunda son cuarenta veces más frecuentes después de largos vuelos. Sin embargo, hay que decir que la mayoría de estos coáculos o trombos sanguíneos son pequeños y, sin ningún efecto, se disuelven por sí mismos, según los expertos.
En cualquier caso, este tipo de problemas circulatorios afectan más a las personas con mayor sensibilidad para el desarrollo de enfermedades de la sangre, a los pacientes oncológicos, a las mujeres embarazadas, a quienes tienen una insuficiencia venosa crónica o están recibiendo determinados tratamientos hormonales (anticonceptivos orales, estrógenos...), a quienes recientemente han sufrido intervenciones quirúrgicas o politraumatismos, etc.
Otros investigadores consideran que los fumadores crónicos, obesos, diabéticos, con hipertensión incontrolada o incluso con yeso son personas de riesgo.
Además de las recomendaciones de las compañías aéreas, investigadores y expertos han realizado otras propuestas. A continuación se citan dos de ellos.
Sin embargo, hace tiempo que no he hecho vuelos ni largos ni cortos. Por lo tanto, estimado lector, si nos dijeras tu experiencia, estaríamos encantados de leer tus comentarios. ¡Un saludo y disfruta del vuelo elegido!
La mayoría de las líneas de aire conocían el síndromeTal y como se demostró en el estudio realizado por el programa de documentales Panorama de la cadena de televisión BBC, las líneas aéreas llevaban más de 10 años tratando de ocultar el problema: la posible conexión entre el viaje de largo recorrido que conocían y la aparición de la trombosis en profundidad. Sin embargo, según Panorama, rechazaron las peticiones de los científicos para estudiar la formación de trombos en los viajeros o, lo que es peor, rechazaron este tipo de investigaciones. En 1996, cuando el experto San Shuster solicitó a la línea aérea British Airways la autorización para realizar un estudio entre sus pasajeros, la compañía se negó porque, según sus palabras, "la mayoría de los viajeros sólo quieren viajar en paz". Y le dijeron: "Como organización comercial, no tenemos ninguna intención de autorizar nada que pueda sugerir que los vuelos puedan ser negativos para la salud". |
Recomendaciones de las líneas aéreasPor ejemplo, las recomendaciones que diseña la Aerospace Medical Association de EE.UU. y que asume Iberia son:
En caso de tener alguno de estos factores de riesgo, conviene consultar al médico para comprobar si está en condiciones de realizar un vuelo de largo recorrido. Iberia propone los siguientes ejercicios en los asientos:
Y por último, las dieciséis mayores compañías aéreas del mundo se comprometieron en marzo de 2001 a colaborar con la OMS (Organización Mundial de la Salud) en la resolución de las causas y casos de este síndrome. Y algunos de ellos han lanzado desde entonces propuestas bastante curiosas. Para aumentar el confort de los pasajeros, la línea aérea alemana Lufthansa, por ejemplo, ha planeado construir en sus aviones una 'cabina de fitness'. Pero, por el momento, sólo serán para pasajeros de primera clase. ¿Dónde quedan los viajeros de clase turística? |