Otro dato a tener en cuenta es que en el Estado español, 19.000 casos anuales por cada 100.000 habitantes.
Los síntomas de la enfermedad suelen durar entre 7 y 13 días. No es de extrañar, por tanto, que entre los profesionales de la medicina y la gente la preocupación e interés que genera esta enfermedad es tan grande.
El catarro común puede estar causado por múltiples virus. Entre ellos destaca el rinobirus, que genera alrededor de la mitad de los catarros ordinarios, el coranobirus, el virus de la parainfluencia, el virus respiratorio sincitial, el adenobirus y el virus de la influenza. Además, cada uno de estos virus puede tener muchas apariciones o serotipos. Por su mayor eficacia, la mayor parte de los esfuerzos destinados a prevención y tratamiento son contrarios al rinovirus.
La utilización de la vacuna específica para la prevención ha tenido muchas dificultades. Una de las barreras es la existencia de muchos tipos de rinovirus que pueden provocar el catarro común. Por otro lado, el acceso a la protección frente a un tipo de virus no garantiza la defensa frente a los demás, sino que también desarrolla mecanismos para que los virus se mantengan a sí mismos, generando nuevos tipos de virus. Por lo tanto, en la actualidad se considera imposible conseguir una prevención integral contra el catarro común por vacunación.
En un principio, el uso preventivo del interferón alfa-2b aplicado en la nariz suscitó un gran interés, pero debido a los malos resultados y a las consecuencias secundarias, hoy en día se ha dejado fuera de las vías de investigación.
La ausencia de medidas preventivas contra la infección tan frecuente nos ha llevado a impulsar medidas terapéuticas y/o tratamientos. Las principales vías son dos: antivirus específicos contra el virus y medicamentos contra los síntomas más importantes de la enfermedad.
La administración de la enviroxima con aerosol nasal ha resultado eficaz contra el rinovirus en las sesiones de laboratorio, pero cuando se ha ensayado con los pacientes, no ha demostrado esta eficacia respecto a los placebos (es decir, los medicamentos aparentes). Pirodabir es una sustancia que se ha utilizado en el laboratorio contra los granulocnabirus y, a pesar de los buenos resultados obtenidos, todavía queda por ver si va a ser efectiva en ensayos reales. Por otra parte, los resultados obtenidos con el gluconato de zinc no han sido reveladores y la vitamina C no ha conseguido reducir los síntomas. Por lo tanto, estos dos fármacos no se recomiendan en la actualidad.
Por todo ello, sólo nos queda un tratamiento anti-sintomático frente a la enfermedad, utilizando antihistamínicos, antitusigenos y fármacos anti-congestión nasal. En el caso de niños y niñas menores de 12 años, no parece que sean muy eficaces, pero se necesitarán más estudios para dar por buena esta afirmación.
Los síntomas nasales de adolescentes y adultos pueden evolucionar empleando exclusivamente o conjuntamente maleato de clorfeniramina, clorhidrato de fenilpropanolamina, bromuro de ipratropio, clorhidrato de seudoefedrina, clorhidrato de oximetazolina y derivados de atropina o combinación de antihistamínicos y anti-congestión nasal. El tratamiento se prolonga durante 4-5 días en la mayoría de los casos y puede producir efectos secundarios. Se recomienda tomarla de forma verbal, ya que si la ingieren por la nariz puede producir rebote, es decir, los síntomas en el momento de abandonar el fármaco podrían aparecer más claramente que en un principio.
Otro tratamiento que ha dado lugar a la esperanza es el uso de aire caliente húmedo en el laboratorio en cuanto aparecieron los síntomas y la inactivación del rinobirus a una hora de temperatura de 43º C. Sin embargo, también se ha podido confirmar que este tratamiento ha fallado.
Por todo lo anterior, podemos afirmar que el tratamiento contra el catarro común no está fijado. Además, los estudios publicados sobre este tema sólo han ayudado a oscurecer más. No es de extrañar que haya muchos tratamientos diferentes. También se han detectado algunas prácticas que deben considerarse preocupantes: evitar la exploración física de los pacientes o la propensión a utilizar antibióticos con demasiada frecuencia. De hecho, está por demostrar que disminuyen las complicaciones bacterianas en el tratamiento de infecciones víricas de las vías respiratorias superiores y que, además, producen cambios en los microbios nasofaríngeos más comunes facilitando la entrada de microbios más fuertes.
El uso de fármacos anti-infecciosos es muy amplio y comparado con los hábitos de los demás podemos decir que es excesivo: Tras el Reino Unido, el Estado español es el territorio que más medicamentos contra la infección consume. Una de las consecuencias de esta práctica es la resistencia que muestran algunos microbios causantes de infecciones bacterianas que se contagian fuera de los hospitales, como el neumococo y el haemophilus influenzae.
Sin duda, la participación de las Autoridades Sanitarias es necesaria para lograr un uso racional de los antimicrobianos mediante la adecuada formación de los médicos que intervienen en la asistencia básica y la difusión de protocolos específicos. De hecho, las investigaciones llevadas a cabo no han aportado claridad y las empresas farmacéuticas ejercen una enorme presión informativa para incrementar el consumo de antimicrobianos. Sin esta participación se ve difícil avanzar en la mejora de la calidad asistencial contra la enfermedad.