Escarabajos, corresponsales forestales

La madera muerta es fundamental para el buen funcionamiento del bosque estructurado. Hasta el momento, ha predominado la política de ‘limpieza’ de troncos caídos en el bosque que eran ‘obstáculos’ o árboles muertos o enfermos, alegando ‘suciedad’ y enfermedades. Pero las cosas van cambiando poco a poco, en la medida en que la tendencia de la explotación sostenible ha impulsado nuevas investigaciones sobre los escarabajos que viven bajo la madera muerta.

Los bosques desempeñan un gran número de funciones beneficiosas: preservar la diversidad biológica, proporcionar madera y productos forestales, evitar la erosión, regular el ciclo hidrológico, retener el carbono, frenar el cambio climático y ofrecer lugares donde todos podamos disfrutar. Además, los bosques constituyen una parte importante del paisaje cultural de nuestra sociedad y, por tanto, un patrimonio a conservar.

Por otro lado, siempre ha sido una importante fuente de ingresos para la obtención de tierras rurales, combustibles, materiales y aperos de construcción y productos forestales (frutos y hongos). Los bosques actuales son consecuencia de los hábitos de producción y consumo de la población hasta el momento, cuya gestión ha tenido como único objetivo obtener el máximo rendimiento económico, por lo que la riqueza de estos ecosistemas está disminuyendo.

Los troncos muertos desempeñan un papel fundamental en el desarrollo del bosque en diferentes ámbitos.
David

Para hacer frente a la preocupante situación de los bosques europeos, el concepto de gestión sostenible ha ido fortaleciendo en los últimos tiempos. A la hora de definir esto, puede ser apropiado el otorgado en la conferencia interministerial para la protección de los bosques europeos (Convenio de Helsinki, 1993): “La biodiversidad es el uso y conservación de terrenos forestales con una capacidad de fertilidad, capacidad de regeneración, vitalidad y capacidad de suministro local de funciones ecológicas, sociales y económicas en el presente y en el futuro, sin perjuicio de los ecosistemas circundantes”.

De acuerdo con lo anterior, uno de los objetivos de la gestión sostenible es el de mantener, conservar y aumentar, en la medida de lo posible, la biodiversidad de los ecosistemas forestales.

Bosque estructurado, bosque sano

El pizarra Lucanus cervus es uno de los coleópteros saproxílicos más conocidos.
Fotos: B. P.U. Berglund

La estructura de los bosques tiene una gran importancia en los seres vivos que los habitan, ya que el bosque es el tablero de juegos para encontrar un lugar de residencia adecuado para ellos. En cuanto al árbol, a medida que es más maduro, ofrece más rincones ecológicos, perforaciones, pliegues de piel... Se dice que este ecosistema está bien estructurado cuando tiene árboles de distintas edades y niveles de desarrollo y conserva suficiente madera muerta.

El 90% de la biomasa que hay en un bosque es madera. Los troncos muertos y/o enfermos juegan un papel fundamental en el desarrollo del bosque en diferentes ámbitos. La madera que ya no tiene tejido vivo, es decir, sin xilema o floema viable, se considera muerta y su importancia se basa principalmente en tres funciones principales. Por un lado, enriquece el suelo dotándolo de la materia orgánica que éste necesita. Por otro lado, ofrece a diferentes seres vivos un hábitat idóneo para que puedan instalarse allí o protegerse de condiciones climáticas adversas, entre otras. Por último, dado que muchos organismos se alimentan de madera muerta (bien comiendo directamente ella –xilófagos– o bien comiendo hongos o bacterias que crecen sobre ella), la cadena forrajera es un elemento imprescindible.

Osmoderma eremita.
C. Creek

Así, de una u otra manera, muchos animales dependen de la madera muerta; entre ellos, los más abundantes son los insectos saproxílicos, principalmente los escarabajos y las moscas.

Las saproxílicas son especies que dependen, al menos en parte de su ciclo de vida, de la madera muerta, de los árboles en peligro de muerte o muertos (en pie o en tierra), de los hongos en la madera u otros organismos saproxílicos.

Dado que el grupo de coleópteros saproxilicos es tan amplio y diverso, las funciones que desempeña en el interior del bosque son de vital importancia. La función de estos escarabajos se puede dividir en cuatro ejes en la dinámica del ecosistema forestal: facilitar la polinización de algunas especies, crear hábitats adecuados para otros organismos (ya que el nido y los orificios construidos por los escarabajos son utilizados por determinadas aves y mamíferos de pequeño tamaño), ser la base de la cadena forrajera de varias especies y aumentar la velocidad del proceso de descomposición de la madera.

Además de los coleópteros, otros seres vivos aprovechan la madera muerta.
R. Philips

Aunque el proceso de descomposición de la madera es continuo, en general se pueden distinguir tres fases. La duración de cada una de ellas es muy variable en función de la especie arbórea, el clima o el microclima, la implantación de la madera y la influencia de los saproxílicos, entre otros. En una primera fase, en la colonización, aparecen los escarabajos con capacidad de digestión inicial de la madera. En una segunda fase, en descomposición, aparecen otras especies de escarabajo que se benefician de la actividad de los escarabajos durante la colonización.

En general, todos los organismos saproxilicos presentes en esta segunda fase dependen de los escarabajos saproxílicos encargados de la colonización, únicos animales con enzimas especiales para la primera digestión de la madera. Por último, en la tercera fase denominada humificación, las bacterias y microhongos sustituyen a los escarabajos saproxílicos de gran importancia en las dos fases anteriores.

Coleópteros saproxilicos: indicadores de la estructura forestal

Para que una especie sea bioindicador, además de estar íntimamente ligada a un ecosistema, debe proporcionarnos una medida de calidad ecológica del propio ecosistema. De esta forma se puede conocer la situación actual y realizar un seguimiento del ecosistema.

Los troncos muertos se consideraban hasta ahora una fuente de enfermedades.
J. Longino

Tradicionalmente se han utilizado animales como los mamíferos como bioindicadores por su ‘cercanía’, pero en los últimos años se están promoviendo nuevas líneas de trabajo en base a invertebrados, principalmente insectos. Estos, además, presentan numerosas ventajas frente a los vertebrados:

    Son más abundantes en número.
    Facilitar la recogida de muestras que reflejen el estado de las poblaciones.
    Son pocas las especies de insectos que realizan migraciones de alto nivel, de manera que las fluctuaciones de la población se deben a cambios locales. Con
    un ciclo de vida máximo de un año, las poblaciones son muy sensibles tanto a los años de baja productividad como a la pérdida de hábitat. Sin embargo, algunas especies pueden permanecer en estado larvario durante mucho tiempo para hacer frente a la falta de alimento.
    Dado que una especie puede presentar diferentes fases a lo largo de su ciclo de vida, es frecuente que en cada una de ellas se den diferentes necesidades (hábitats, pastos, etc.).
    Algunas especies presentan un alto grado de especialización (especies estenoicas).
La función de las rosalias alpina y demás coleópteros saproxílicos es importante para el desarrollo forestal. Por eso es tan grave estar en peligro de extinción.
Ayuntamiento de Hecho Arana

Los coleópteros saproxilicos, además de cumplir todas estas características, son indicadores de la disponibilidad de madera muerta en sus fases de descomposición. Al mismo tiempo, la madera muerta es un buen indicador de bosques bien estructurados, por lo que la capacidad de bioindicadores de estos escarabajos es evidente.

Así, en los últimos años se han llevado a cabo numerosos estudios en varios países europeos basados en coleópteros saproxílicos. En países como Suecia, Italia, Reino Unido, Letonia y Francia, los resultados obtenidos de todas estas investigaciones han permitido el seguimiento del estado de los bosques.

Estos trabajos han puesto de manifiesto la grave situación de muchas especies. En consecuencia, la Directiva 92/43/CEE relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres se firmó en Bruselas el 21 de mayo de 1992. En ella se mencionan seis especies de coleópteros saproxílicos amenazados: Rosalia alpina (Linnaeus, 1758), Cerambyx cerdo ssp. mirbecki (Lucas, 1842), Lucanus cervus (L., 1767), Limoniscus violaceus (Müller, 1821), Osmoderma eremita (Scopoli, 1763) y Cucujus cinnaberinus (Scopoli, 1774). Aunque se desconoce la situación de otras especies saproxílicas con las mismas exigencias, cabe pensar que se verán amenazadas de forma similar.

Limoniscus violaceus .
DELATINA

En Euskal Herria, al igual que en otros ámbitos, seguimos a los países más avanzados de Europa. Así, tal y como señala el Gobierno Vasco en su Programa Marco Ambiental (2002-2006), se plantea la necesidad de inventariar y catalogar los invertebrados. Entre las investigaciones realizadas destacan las del Departamento de Entomología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Madera muerta: sin sentido de miedo

Las bases de los principales motivos para la retirada de la madera muerta de los bosques no son del todo una muestra de la realidad. Por ejemplo, aunque la madera sea combustible para propagar incendios, habría que controlar a los verdaderos agentes para evitar incendios, es decir, a los delincuentes que están detrás de intereses económicos y sociales. Por otro lado, para hacer frente al riesgo de caída de árboles viejos o ramas suspendidas sobre alguien, a menudo estas estructuras se cortan y limpian. Un claro ejemplo de ello es lo ocurrido en los bosques maduros de Gran Bretaña, donde la situación de la fauna saproxílica es muy grave.

¿Queremos este tipo de bosques ‘limpios’?
IKT S.A.

El Consejo de Europa recomienda limitar el acceso a los bosques ricos en fauna saproxílica a este respecto.

Pocos organismos saproxílicos son capaces de atacar árboles sanos; en este sentido, el daño a las plagas no es tan preocupante.

El Consejo Europeo quiere que, en este caso, los gestores forestales tomen conciencia de la importancia ecológica de la madera muerta y no la consideren fuente de enfermedades o plagas.

Por último, la ‘limpieza’ de los bosques también se realiza por motivos estéticos. ¿Cuándo no hemos oído hablar de troncos y ramas de tierra, que son sólo “suciedad”? En definitiva, el argumento de la estética depende del punto de vista personal y la educación tiene mucho que decir a la hora de fijar las ideas de la sociedad.

Técnicas de muestreo de coleópteros saproxilicos

Técnica más directa

Las partes de troncos, ramas, raíces, etc. muertas se recogen al azar y tras apuntar algunos parámetros, como la ubicación y orientación, se trasladan al laboratorio. Una vez en el laboratorio, las muestras se pelan completamente sobre una mesa de colores claros para ver los individuos caídos. Se recogen en función del tamaño de los organismos, bien directamente o mediante diferentes herramientas.

Después, la madera disminuye para seguir recogiendo insectos. La madera muy descompuesta y en fase de humificación se puede triturar a mano alzada y recoger los ejemplares a la vista. A continuación se recogen las migas de madera y se introducen en el embudo Berlesse. La selección final se realiza a través de una red con orificios de 2 mm.

Trampas Malaise

Dado que el método expuesto destruye el microhábitat de las especies objeto de estudio, en la última década se han desarrollado otro tipo de métodos de muestreo, como las trampas Malaise. Estas trampas recogen sobre todo insectos voladores atraídos por la luz. Este método tiene dos desventajas principales: por un lado, sólo sirve para el seguimiento de insectos adultos y no para la larva. Por otro lado, al abarcar todo tipo de insectos voladores, como muchos dipteros y himenópteros, se puede concluir que la trampa es poco selectiva.



BIBLIOGRAFÍA
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