Yogur: comida viva

El yogur es el producto más digestivo derivado de la leche; por las bacterias lácticas termophiladas Lactobacilus bulgaricus y Streptococus thermophilus, que se encuentran en su interior, el yogur es una leche fermentada, acidificada y cuajada en su base. En consecuencia, es tan nutritivo como la leche, a pesar de tener algo más de proteínas entre 4 y 5 g/100 g (porque se le añade leche en polvo); las grasas dependen del tipo de leche original y la diferencia más evidente la encontramos en los carbohidratos.

La lactosa de la leche, por acción de las bacterias, se transforma en ácido láctico, una transformación que permite que personas con dificultades para digerir la lactosa en el intestino puedan digerir fácilmente el yogur. La leche y el yogur contienen la misma cantidad de vitaminas y minerales, pero en algunos casos, como en el caso del calcio, lo que se encuentra en el yogur se aprovecha mejor que lo que hay en la leche.

El yogur, comparado con otros alimentos, proporciona una materia viva beneficiosa para nuestros intestinos que provocan la formación de vitaminas del tipo K y B en el intestino, imprescindibles para el equilibrio del sistema nervioso de la persona.

Los dos que el Dr. Tissier encontró en el Instituto Pasteur de París en 1900 son algunos de los postres lacteos que hoy podemos encontrar en el mercado. Las bacterias que se encuentran en ambos son bifidus, normalmente presentes en el intestino grueso del ser humano y no son bacterias lácticas que ofrecen yogures convencionales. En consecuencia, la lactosa se encuentra intacta conservando una mayor similitud con la leche.

Si los comparamos con los yogures, los dos tienen menos acidez, son más suaves, más dulces y más pegajosos. Estos dos productos lácteos son asimilables a la leche y ambos tienen una vida corta y deben conservarse en el frigorífico. Cuidado con los productos lácteos que no necesitan frío, ya que en su composición contienen varios aditivos y no tienen nada que ver con los productos aquí mencionados.

Breves

“La leche no es un alimento que sólo debe consumir los niños y los jóvenes, sino que está trabajando sin interrumpir los huesos de cualquier edad, eliminando una proporción de calcio y sustituyendo al calcio virgen.

Para una correcta sustitución de calcio es imprescindible la leche, sin comida paralela, aunque algunos reivindican lo contrario.

Sin embargo, queremos aclarar que las necesidades de calcio en todas las etapas de la vida no son las mismas. Cuidar especialmente el consumo adecuado de leche y productos lácteos de jóvenes, deportistas y personas mayores.

Teniendo en cuenta las bases científicas, los profesionales que tratamos de impulsar una alimentación saludable estamos de acuerdo en este tema, como quedó patente en las jornadas sobre leche y salud celebradas en Barcelona.”

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