Esta dinámica paisajística no está limitada únicamente por elementos externos. Su morfología dependerá de la litosfera (roca), hidrosfera (agua), atmósfera (clima) y actividad biológica. Así, en función de la combinación de estos factores, el relieve recogerá ciertas características mediante el desarrollo de paisajes singulares. Junto a esto, no se puede obviar la influencia humana que, en gran medida, ha producido una transformación de la morfología del terreno y que se está llevando a cabo.
¿Quién podría pensar que hubo glaciares en nuestro viejo País Vasco? Parece locura, ¿no? Schmidt-Thomé y Gómez de Llarena, en la década de 1940, llegaron a la conclusión de que, siguiendo algunas pistas que habían quedado “impresas” en las rocas cercanas.
Como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, la información recibida por estos dos científicos se perdió y el científico alemán Karl-Otto Kopp intentó en la década de 1960 saturar su trabajo.
La última glaciación en Europa duró hasta hace unos 25.000 años, cuando las cadenas montañosas más altas del País Vasco estaban cubiertas de hielo. En este artículo se pretende explicar la influencia que el hielo ha tenido y sigue teniendo en el relieve.
Los glaciares son masas de hielo terrestre móviles. Hubo un tiempo en el que las amplias tierras estuvieron cubiertas y moldeadas por los hielos, y ahora es así, aunque la superficie cubierta fuera mucho menor. Actualmente los glaciares permanentes tienen una superficie cubierta de 15 millones de km2 (1,5 veces la superficie europea), la mayor parte de la Antártida (13 millones de km2) y
Groenlandia (1,65 millones de km2). El resto (3%) se encuentra muy repartido entre Alaska, Canadá, Nueva Zelanda y las nevadas permanentes (Alpes, Andes, Cáucaso, Himalaya, Pirineos…).
En zonas en las que el clima no es tan frío, en los meses templados por debajo de la nieve sostenible, el hielo desaparece reapareciendo en los meses más fríos. En estos casos, aunque el altorrelieve sea el propio hielo, el paisaje presenta características periglacias.
Desde el nacimiento de la Tierra hasta la actualidad se han sucedido numerosas glaciaciones. Cronológicamente hablando serían:
Las marcas existentes en Euskal Herria y en los Pirineos, sin embargo, corresponden a las Glaciaciones del Cuaternario. En Europa y América predominaron entonces cuatro glaciaciones, pero se conocen varios nombres y la duración es variable (ver tabla 1).
Se han planteado más de sesenta hipótesis para explicar estas “crisis” climáticas. No obstante, dado que su enumeración sería demasiado larga, sólo algunos de ellos aparecerán aquí:
- Hipótesis solares glacigénicas:
- Hipótesis glacigénicas de tierras:
En relación con las hipótesis glaciongénicas mencionadas anteriormente, la expansión de los glaciares depende de dos condiciones: la alimentación (cantidad de nieve que recibe el glaciar) y la ablación (fusión y evaporación de la nieve recibida). La relación entre ambos se denomina “balance glaciar” y el glaciar sólo avanza cuando el primero es mayor que el segundo.
Observando las masas de hielo distribuidas actualmente por todo el mundo, se pueden observar glaciares de diversos tamaños y formas, entre los que se puede realizar una clasificación concreta:
Las inlandiss son masas de hielo extensas desarrolladas en regiones donde el clima es muy frío y la ablación es muy baja. La alimentación también es baja, ya que las precipitaciones no son abundantes. El recubrimiento de hielo puede llegar a alcanzar los 2.000 metros de espesor y en ocasiones se pueden ver las cotas más altas de la base topográfica fuera del hielo como si fueran fantasmas de roca. La antártida sería el mejor ejemplo.
Las tapas de hielo tienen menor superficie y se extraen los lienzos en todas las direcciones. Abundan en latitudes altas como Alaska.
Los glaciares de montaña son masas de hielo situadas por encima de las nieves perennes en las sierras más altas. En los Pirineos el límite de las nieves perennes se encuentra en 3.200 metros, por encima de los cuales la nieve se acumula en los circos, transformando la nieve de la parte inferior en hielo. En verano, en zonas sombrías en las que los rayos solares no llegan más de 2.500 metros, se pueden observar masas de nieve persistentes que pueden tomar las propiedades de los glaciares, que son neveros. Los ejemplos más cercanos se encuentran en los Pirineos y Alpes (ver foto 1).
Los glaciares del valle aparecen como una red dendrítica. Las lengüetas procedentes de los circos superiores se juntan abajo formando una sola lengüeta. A pesar de la desaparición de este tipo de glaciares en los Pirineos, se pueden ver numerosos valles glaciares modelados por ellos mismos (ver figura 2).
Está claro que las primeras nieves que formará el glaciar no pueden acumularse por doquier, ya que en las paredes desnudas la nieve caería por gravedad. Así, a menudo, estas cimas rojas que rodean estas morfologías glaciares se denominan nunatas (Nu). La nieve necesita zonas no muy inclinadas para poder acumularse y compactarse en ellas y producir hielo. Con el paso del tiempo, además, el propio hielo adaptará estos lugares con formas en tonel debido a la erosión.
Los circos (Zi) son las principales zonas de alimentación del glaciar. A partir de ahí, la lengua de hielo formará, en la mayoría de los casos, un extenso glaciar de valle (Hg) en forma de U, dejando indicios de su capacidad erosiva en todo el entorno. Existen, sin embargo, glaciares de valle en forma de V que pueden deberse a avenidas subglaciares, es decir, a inundaciones de los ríos de deshielo que discurren bajo la lengüeta de hielo. En las altas cordilleras es frecuente observar las formas producidas por las glaciaciones. En consecuencia, So sería la superficie de inflexión entre un valle afectado por una glaciación más antigua y el valle principal. De la misma manera, los valles colgantes (He) podrían ser creados en una edad de hielo más antigua. Sin embargo, es posible que estos valles colgantes estén ligados a un alto circo y desde allí las lengüetas de hielo alimenten el valle principal.
La capacidad del hielo para romper la roca circundante y transportar fragmentos es enorme, más aún si se trata de una espiga de hielo de unos cientos de metros de profundidad y unos kilómetros de longitud. Estos bloques de roca son totalmente heterométricos y pueden situarse en cualquier posición de la lengua de hielo: en la superficie, en el fondo, en los bordes o en el centro de la masa de hielo. A veces estas rocas tienen la superficie totalmente cubierta del glaciar y el hielo no es visible. Estas rocas son morrenas (ver Foto 4) y, al igual que el hielo, confieren características especiales al sustrato en contacto, formando estrías en la erosión.
En otras ocasiones, el propio hielo puede moldear las heterogeneidades del sustrato inferior mediante la aplicación de rocas en forma de oveja (fotos 5 y 6). Dado que el camino que sigue la masa de hielo sufre numerosas fluctuaciones, pierde energía para superar estos glaciares, por lo que algunos de los bloques de roca que lleva en su interior se acumulan en el fondo y el hielo que viene detrás los moldea formando estructuras llamadas drumlin.
Debido al cambio climático, la temperatura de la Tierra ha aumentado y muchos glaciares han retrocedido, abandonando las morrenas (ver foto 7) y descubriendo las estrías generadas. Al desaparecer el glaciar, la presencia de morrenas transportadas por la lengua en su parte delantera o de “morrenas delanteras”, permite conocer hasta qué punto la lengua de hielo se expandió. A su vez, la observación de estrías, rocas en forma de oveja y drumlinas permite deducir la dirección y dirección del movimiento del glaciar.
A mediados de siglo se descubrieron en Aralar estructuras singulares provocadas por el hielo. Debido a la amplia configuración de algunos valles, a sus singulares estructuras y a las morrenas descubiertas en el barranco de Arritzaga, la montaña circundante le llevó a pensar que alguna era de hielo del Cuaternario había influido.
El barranco de Arritzaga, con dirección NW-SE, es el camino más corto para ascender al refugio de Igaratza desde Amezketa y está situado al noreste del monte Txindoki. Los Sres. Gómez de Llarena, Schmidt y Kopp concluyeron, a través de sus investigaciones en estas zonas:
En Würma (Figura 2), el límite de las nieves perennes se encontraba a 1.050 metros y un glaciar de 4–5 km de longitud se encontró a una cota de 800 metros las morrenas extremas situadas en el barranco de Arritzaga. El glaciar tenía unos 100 metros de espesor y podía llegar a alcanzar los 200 metros de anchura. El circo estaría situado entre los montes Ganbo e Irumugarrieta. A unos 100 metros por debajo de la mina de cobre, por debajo del lugar donde se encuentra la morrena extrema (ver foto 8), el valle, inicialmente bastante ancho, pierde su forma de “U” y adopta la forma de “V”. El extremo del glaciar se desarrolló hasta el lugar donde se encuentran las morrenas y su extremo calizo le impidió prosperar. En este punto el hielo se derretió y con el tiempo el agua desarrolló un barranco en forma de “V” (ver figura 10).
Puede que el hielo haya dejado otras pistas, pero si es así, la karstificación posterior ha eliminado todas. Más al noroeste, cerca de Azkarate, un glaciar de 1.700 metros de longitud dejó otra morrena.
En los sistemas periglaciares el hielo tiene una influencia importante durante buena parte del año, pero no de forma continua. Además, no está unida únicamente a un medio y, condicionada por la vegetación, tiene muchas intensidades. El periglaciarismo se concentra hoy en el 16,5% de la superficie total de la tierra emergida.
Al igual que ocurre con el glaciarismo, en los sistemas periglaciales se dan procesos concretos que dan lugar a formas particulares. A continuación se verán algunas de ellas.
Si bien en el País Vasco se han encontrado grëzes liteés, restos de solifluxio, signos de gelivación y formas de crioturbación, no son muy abundantes. Por ello, siempre se han considerado imprevistos y nunca han sido debidamente analizados. Es interesante, sin embargo, que algunos de estos ejemplos se hayan encontrado en cuevas. Esto podría dar lugar a problemas o contradicciones con la forma de explicar las huellas de procesos fríos en superficie.
Todas las pistas observadas parecen de Cuaternario. Los restos más antiguos son los bloques crioclásticos encontrados en la cueva de Lezetxiki (Arrasate-Mondragón), es decir, la acumulación de rocas angulosas generadas por la rotura de rocas por heladas duras. Como resultado de las investigaciones, se ha concluido que estos depósitos se acumularon en dos fases, la primera correspondiente a la glaciación de Würm y la segunda a la retracción postwürmiana.
Los procesos periglaciares se produjeron en torno a las masas glaciares, cuyo límite superior estaba situado por debajo del límite inferior de las nieves permanentes. Según los investigadores, los hielos del Cuaternario alcanzaron cotas muy bajas, con el límite de las nieves perpetuas de Würmiar en 650 metros. Por lo tanto, si se quiere encontrar estructuras periglaciares de la época, se deberá buscar por debajo de ese límite.
En las cuevas de Xalbador (Zumaia) e Igitegi (Oñati) se han encontrado crioturbaciones que han afectado a los depósitos aluviales acumulados en los conductos kársticos y este descubrimiento indica que en esta época del Cuaternario habría mucho frío.
La inexistencia de estas estructuras de crioturación no significa, sin embargo, que no se crearon. Puede haber sido destruida por transporte y erosión de materiales detríticos. La acumulación de sedimentos tipo “grëzes liteés” entre Oñati y el santuario de Arantzazu ha mostrado el control litológico de estos depósitos crioclásticos. Son algunas de las marcas más frías y requieren de grandes ciclos hielo-fusión para su formación.
Los restos de la gelifracción se encuentran en los acantilados de Aloñamendi (Oñati). Los materiales coluviales desprendidos por el propio hielo se pueden ver dispersos.
Las zonas afectadas por la tectónica conservan sus orígenes en diaclasas y fracturas. En Atxarte se encuentran los acantilados, en forma de prados, no consolidados, y acortados. Está claro, además, que el origen de los nuevos coluviones se debe en gran medida a la tectónica y no al hielo.
En nuestro territorio se han encontrado restos de dos tipos de solifluxios: el frío y el templado. La separación genética de estos dos tipos de solifluxio suele ser bastante difícil, sobre todo cuando no es posible separarlos mediante procesos sedimentológicos. En el País Vasco las coladas de origen frío tienen un espesor mínimo de centímetros. En la cueva de Igitegi (Oñati) aparecen materiales de aspecto solifluidal, pero su gran espesor cuestiona el origen periglaciano.
Parece ser que los fríos que afectaron a Euskal Herria no fueron excesivamente violentos, influyeron muy puntualmente y sólo en períodos cortos de tiempo. Se deduce de la aparición de una pequeña variedad de estructuras. Además, las coladas de solifluxio no sirven para demostrar la existencia de un dominio periglaciar.
En Europa | Tiempo (año) | En América | Tiempo (año) |
GUNZ Gunz-Mindel | 75.000 | NEBRASKA Afton | 200.000 |
MINDEL Mindel-Riss | 300.000 € | KANSAS Yarmouth | 300.000 € |
RISS Riss-Würm | 75.000 | ILLINOIS Sargamar | 120.000 |
WÜRM PostWürm | 25.000 | WISCONSIN PostWisconsin | 25.000 |