Polvo interestelar en el Sistema Solar

Cuando hablamos de astros y otras estructuras del universo, la mayor parte de la información proviene del estudio de la radiación electromagnética procedente de los astros. La radiación electromagnética no es el único tipo de radiación que podríamos recibir del Universo. Otro ejemplo es el de la radiación gravitatoria, producida por el movimiento de masas. E F E M E R I D E S

Sin embargo, debido a la debilidad de la interacción entre esta radiación y la materia, todavía no se ha conseguido detectarla.

Sin embargo, los telescopios ópticos y radiotelescopios no son nuestra única conexión con el espacio interestelar. Tal y como conocemos las materias dispersas en planetas, cometas y espacio, los procesos que sufrió hasta su formación están parcialmente memorizados en su estructura. Por ello, la abundancia actual de algunos elementos indica las condiciones que se dieron en el Universo durante cientos de millones de años después del big-bang.

En los últimos años, además, parece que se ha abierto una nueva vía para obtener resultados interesantes del estudio de la materia. Al igual que en otras áreas, en esta también ha llegado el progreso gracias a un satélite. El satélite de la NASA, Long Duration Expasure Facility (LDEF), ha sido orbitando la Tierra desde abril de 1984 hasta enero de 1990 para recoger algunos de los meteoritos que pasan por sus alrededores. Para ello, el LDEF disponía de una encuadernación adecuada en la que las fitas de polvo que se golpeaban perdían su velocidad y quedaban atrapadas.

Analizando la profundidad y forma del cráter realizado por la foca se puede calcular su velocidad de ataque. De hecho, los valores de algunas de estas velocidades estimadas son los que han suscitado debate. J. A. M. Para McDonnell, la velocidad de algunas de las fracciones que golpearon el LDEF era tan elevada que debían ser ajenas al Sistema Solar. Si esto fuera así, se analizarían muestras de polvo interestelar, con noticias directas fuera de nuestro sistema planetario. La información que podíamos obtener tendría especial incidencia en el desarrollo de la teoría de la creación del Sistema Solar y otros sistemas planetarios. En definitiva, algunos de estos meteoritos no son más que los residuos generados tras la creación del sistema planetario. Analicemos esto un poco más.

Tal y como conocemos las materias dispersas en planetas, cometas y espacio, los procesos que sufrió hasta su formación están parcialmente memorizados en su estructura.

Los sistemas planetarios son consecuencia del proceso de contracción de enormes nubes moleculares. Estas nubes se rompen en muchas partes en las fases iniciales de la contracción, y de cada una de estas partes se forma la estrella y quizás el sistema planetario. A medida que avanza la contracción, la mayor parte de la materia de la parte de la nube se acumula en su zona, aumentando la temperatura con la presión.

De este modo se crea el protoestrella, y la materia que no ha caído al lugar se queda alrededor formando un disco. En este disco se crean planetas a partir de las grandes partes de la materia, debido a sus choques y a su atracción gravitatoria. La materia que no forma parte de los planetas, tal vez el 50% del disco, queda diseminada como residuo, formando pequeños cuerpos como cometas, asteroides o similares, o simplemente en fitsas de polvo.

Se cree que la mayor parte de estos residuos se expulsan de la región donde se encuentran los planetas recién creados a su paso por sus alrededores, gracias a la aceleración que la zona gravitatoria les produce. Se trata de una nube de Oort formada por las presuntas cometas del Sistema Solar. El radio de este caparazón esférico, en el caso del Sistema Solar, es de unos dos años luz. Por lo tanto, es incomparable con el radio medio de la órbita de Plutón, ya que éste es sólo 5.900 millones de km (5,4 horas luz). No tenemos razón para pensar que en otros sistemas planetarios no habría estructuras similares. Sin embargo, los cometas, y en general la mayoría de los residuos, no quedarían en la nube de Oort. Algunos de ellos serían los que llegarían hasta nosotros.

Ya se ha comentado anteriormente que entre las fitas de polvo que han golpeado el LDEF podrían haber alcanzado velocidades superiores desde un límite, fuera del Sistema Solar. La razón la hemos explicado casi en el párrafo anterior. La fracción que llega a nuestro entorno ha tenido que salir de la influencia de otra estrella y para ello su velocidad debía ser mayor que la velocidad de escape de la estrella.

Sin embargo, no todos los astrónomos coinciden con las conclusiones de McDonnell. Uno de los motivos que mencionan es: Si las fitas de polvo que han quedado incluidas en el LDEF han podido llegar hasta aquí, los cuerpos o cometas más grandes también deberían aparecer en las proximidades del Sol. Según algunos cálculos, en 150 años deberíamos ver unas seis cometas procedentes de fuera del Sistema Solar. Siendo procedentes del exterior, las órbitas de estos cometas deberían ser hiperbólicas, pero hasta ahora no se ha visto ninguna. En cualquier caso, este problema de la materia interestelar ha suscitado gran interés y pronto habrá más noticias. Según la mayoría, no se puede descartar que la materia interestelar pueda penetrar en el Sistema Solar, y ya los astrónomos están desarrollando nuevas vías para su detección. Por ejemplo, entrar en la atmósfera y analizarlo con radiotelescopio y radares mientras se queman.

Mencionaremos el último problema para completar la visión de la situación. Una vez diseñadas las formas fiables de detección de fracciones fuera del Sistema Solar, se necesitarán criterios de separación entre fracciones. Como se ha comentado al principio, el polvo procedente del exterior no es generado en el proceso de creación de los sistemas planetarios. Una parte importante es la emitida en las diferentes fases de la evolución de las estrellas (gigante rojo, novela...). En este sentido, también se han propuesto soluciones y, en cualquier caso, los estudios continúan.

SOL: el 22 de noviembre a las 13 h 5 min (UT) entra en Sagitario. El 3 de noviembre hay un eclipse solar que no se ve desde Euskal Herria.

LUNA:

LUNA NUEVA LUNA CRECIENTE
LUNA MENGUANTE día 3 10 18 26
hora (UT) 13 h 35 min 6 h 14 min 6 h 57 min 7 h 4 min

El 18 de noviembre, a la madrugada, tenemos un eclipse de Luna. Sólo es de luz.

PLANETAS:

MERCURIO: elongación máxima al Oeste el día 6. Por lo tanto, podemos intentar verlo a la madrugada. Es la mejor opción del año.

ARTIZARRA: en conjunción el 2 de noviembre. Por lo tanto, es invisible en el entorno de ese día, pero en la segunda quincena sale a la mañana.

MARIZ: Martitz sale antes de la medianoche (UT) y podremos verlo en la segunda mitad de la noche.

JÚPITER: este mes no lo podremos ver porque está en conjunción el día 17.

SATURNO: desaparece para la medianoche, pero tras el anochecer podremos verla alta en el cielo.

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