Sputnik 1, la sorpresa soviética

Galarraga Aiestaran, Ana

Elhuyar Zientzia

Hace unas décadas los estadounidenses y soviéticos estaban en guerra. Le llamaban “guerra fría” porque no utilizaron armas de fuego, aunque ambas utilizaban la amenaza de armas nucleares para asustar al otro. Otro de los campos de juego de la guerra era el espacio, en el que, el 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética a los Estados Unidos de América. Quizás no, pero al menos ganó la batalla.
(Foto: ANDÉN).

Y es que ese día los soviéticos consiguieron poner en órbita la Tierra el primer satélite artificial. Visto con los ojos actuales, el satélite Sputnik 1 no parece nada grande: era una sencilla esfera de aluminio que pesaba 84 kilos y cuya misión era estudiar la densidad de la parte superior de la atmósfera. Enviaba los datos a la Tierra a través de un radiotransmisor y, tras 21 días en órbita, se mutó. Días después, el 4 de enero de 1958, entró en la atmósfera terrestre y se calcinó completamente. Sin embargo, esto fue suficiente para superar a los estadounidenses.

Esta guerra comenzó hace tiempo. Tras la Segunda Guerra Mundial, las dos principales potencias mundiales comenzaron a competir. Se centraron principalmente en dos campos: los misiles militares y los satélites de investigación de la parte alta de la atmósfera. También tenían fecha límite: 1957-1958 Año Internacional de la Geofísica, por lo que para entonces había que preparar el instrumento que ponía en órbita y enviaría los datos.

Las dos áreas mencionadas no estaban muy lejos una de otra, sino que la investigación militar les dio la llave para ganar la batalla a los soviéticos. Para lanzar armas nucleares, los estadounidenses tenían intención de usar aviones, mientras que los soviéticos tenían la idea de lanzarlos con cohetes. Los ingenieros soviéticos diseñaron los primeros misiles balísticos entre continentes. Pronto se dieron cuenta de que estos potentes cohetes tenían suficiente fuerza para atravesar la atmósfera.

En junio de 1957, un brillante satélite esférico con dos antenas estaba listo. Su nombre oficial era Iskustvennyi Sputnik Zemli, “Viajero artificial de la Tierra”. En agosto se probaron los cohetes y la primera ministra soviética, Nikita Khrunshchev, autorizó el lanzamiento del satélite Sputnik el 17 de septiembre. De hecho, ese día se cumplían cien años del nacimiento del padre de la cosmonauta Konstantin Tsiolkovsky. Sin embargo, debido a problemas técnicos, tuvieron que retrasar el lanzamiento.

El estímulo de la carrera espacial

Finalmente, el satélite fue montado el 2 de octubre en el cosmódromo Baiconur de Kazhakhstan, donde probaron la radio, cubrieron el satélite y prepararon el lanzador. El 4 de octubre, coincidiendo con los ruidos de trompeta, cuando en Moscú eran 10:28 p.m., el Sputnik 1 abandonó la Tierra. Sorprendentemente, los soviéticos mantuvieron el tiro en secreto y no sacaron fotos.

En el Kennedy Space Center también hay un Sputnik. (Foto: P. Pellechia).

Los minutos transcurridos desde el lanzamiento del satélite hasta la recepción de las señales de radio no fueron dulces, pero la espera merecía la pena: Tras 95 minutos de espera, llegó la señal de radio que verificaba que el Sputnik 1 estaba en órbita. La agencia oficial de noticias TASS difundió la noticia por todo el mundo.

En EEUU, a las 5:58 p.m. de Nueva York, recibieron la noticia. El presidente Eisenhower, con la intención de quitar importancia, le llamó “la pequeña bola que está en el aire”. Pero el golpe fue duro. A pesar de intentarlo, los soviéticos se adelantaron, había que responder.

El 29 de julio de 1958, Eisenhower firma la ley de creación de la agencia espacial estadounidense y NASA nace el 1 de octubre. Paralelamente, se puso en marcha un programa especial de formación de científicos e ingenieros, que en poco tiempo triplicó casi el presupuesto de la Sociedad de Ciencias.

Sin duda, Sputnik 1 se convirtió en el acicate de las investigaciones espaciales, y hasta que el 20 de julio de 1969 Neil Amstrong llegó a la Luna y dijo “un pequeño paso para el hombre, un paso terrible para la humanidad”, soviéticos y estadounidenses estuvieron igualados en la carrera espacial.

Venta de un sputnik

Sello de la Unión Soviética de 1976.

¡Quién diría que en aquella época los míticos satélites Sputnik se podían comprar algún día en el mercado! Pero es así: ahora en Internet, concretamente en los portales Sovietski.com y eBay Inc., se ha subastado un Sputnik, que ha salido al precio de 25.000 dólares. Si la sputnika es cierta, los expertos creen que es una auténtica chabola. Por ejemplo, hace dos años el Museo del Vuelo de Seattle (EEUU) pagó 100.000 dólares para comprar un Sputnik al Museo de Cosmonautas de Moscú.

Sin embargo, más de uno cuestiona la autenticidad del satélite. Aunque en la Unión Soviética se celebraron varios Sputnik, nadie sabe cuántos fueron. Un vendedor estadounidense de coches clásicos tiene dos auténticos Sputnik, y, basándose en su experiencia con los coches, no le parece nada difícil hacer una buena falsificación. Eso sí, los suyos son ciertos porque cuentan con el aval del Museo de Logros Técnicos de Moscú.

Dudas, seguro que hay alguien que está deseando comprar un Sputnik. Si eres uno de ellos, ¡suerte en la subasta!

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