Y Dios dijo: ¡Haz luz!. Y Dios vio que la luz era buena. Este puede ser el primer día del nacimiento del mundo según el libro Génesis. Sin embargo, en los cinco sentidos que tiene el ser humano para relacionarse con la naturaleza, la visión será la que ofrezca más información, por lo que es muy difícil pensar en el mundo de la oscuridad.
De hecho, la visión es el sentido humano más complejo, el más directamente relacionado con el cerebro y, por tanto, el más relacionado con las no conformidades de las opiniones que dos personas pueden expresar con una imagen. Por ello, en los trabajos científicos que requieren observaciones imparciales, la visión no es suficiente. En consecuencia, en los últimos años se ha planteado la posibilidad de desarrollar un ojo electrónico.
Además, la aparición de máquinas industriales y autómatas que requieren visión artificial obligaron a este ojo a ver las cosas como eran. Esto permitió crear analizadores automáticos de imágenes.
Para completar estos sistemas, se analizó la física del ojo y se comprobó que el instrumento que más parecía al ojo era la cámara de televisión. Ambos trabajan de la misma manera, es decir, un sistema óptico (llamado cristalino en el ojo y objetivo en la cámara de televisión) lleva los rayos de luz correspondientes a una imagen a una zona laun sensible a la luz (retina del ojo o fotodetector de la cámara de TV). Esta señal luminosa se convierte en pulso eléctrico que corre el nervio óptico o los circuitos de la cámara. Por tanto, y al igual que el ojo humano, el analizador de imágenes toma la información de lo que le rodea.
En el ser humano la información eléctrica va al cerebro. En él se reconstruye la imagen original mediante sistemas poco conocidos.
Muchas veces se sirve de las imágenes que el cerebro tiene en la memoria o en el subconsciente.
En el analizador de imágenes ocurre que un dispositivo de cuarzo en la cámara de televisión divide la imagen en cuadrículas pequeñas o puntos llamados píxeles. En el fotodetector de la cámara la luminosidad de estos píxeles se convierte en pulso eléctrico. La detección se realiza en blanco y negro. Sin embargo, si para poder analizar una imagen es necesario transportarla al cerebro en el caso del ser humano, en nuestro caso se deberá llevar a un ordenador. Para ello, los pulsos eléctricos deben convertirse en un número que se entiende por ordenador.
Esta operación se refiere al convertidor analógico digital en el que a cada punto se le añade un valor entre 0 y 255 en función de su luminosidad (Ejemplo: a un punto negro le corresponde el valor 0; a un punto blanco un valor entre 255 y un punto gris). Una vez hecho esto, el ordenador memoriza esta imagen numérica y siguiendo un camino similar (pero en sentido contrario) al anterior, será posible visualizar la imagen original en una pantalla de televisión. Las principales ventajas de este complicado proceso son dos:
Por todo ello, el análisis automático de imágenes se ha convertido en imprescindible en ámbitos como la cartografía, la meteorología, la biología o la metalurgia.