Los geólogos extraen los suelos para conocer las características del suelo de la pierna: características de las tierras o rocas, capas, profundidad, etc. Se utilizan para obras de infraestructura, localización de yacimientos o investigaciones paleontológicas, por ejemplo. Pero también se pueden obtener en el hielo y se utilizan para conocer el clima o las condiciones ambientales del pasado, la paleoclimatología.
Cuanto más profundo es el agujero, más antiguo es el hielo, y más atrás se puede hacer en la historia. En Groenlandia se han realizado sondeos de 3.053 metros de profundidad para extraer los hielos. Y en la roca bajo el hielo han excavado hasta 1,55 metros.
También en la Antártida se han excavado más de 3.500 metros en la estación de Concordia, obteniendo muestras de hace 900.000 años. Sobre el lago Vostok se han ganado los lechos hasta una profundidad similar. Sin embargo, el hielo no es tan antiguo y han obtenido muestras de hace 400.000 años.
Una de las cosas que estudian los investigadores es el espesor de las capas medulares, lo que les permite conocer las precipitaciones de cada época del año. Esto es información básica, por decirlo de alguna manera, del tiempo de cada época.
Pero también se puede acceder a la información de la atmósfera. Las burbujas de aire atrapadas al nevar y posteriormente encarceladas en el hielo informan sobre la composición de la atmósfera de la época (CO 2 , CH 4 ...). Además, el estudio de la composición isotópica del oxígeno de las nieves permite interpretar los cambios de las estaciones para conocer la temperatura a la que se formó cada capa.
Además, el tamaño y la magnitud de las partículas capturadas permiten deducir las circulaciones atmosféricas. Y analizando otros parámetros físico-químicos del hielo, como la conductividad eléctrica, se obtiene más información.
Al final, la suma de todas estas informaciones parciales permite a los investigadores conocer el clima de antaño.
Sin embargo, además de los directamente relacionados con el clima, también se puede obtener información adicional a través de los hielos. Por ejemplo, se encuentra la huella de las principales erupciones volcánicas. También restos de plomo producido hace 2.000 años por la actividad industrial romana, pruebas nucleares realizadas en la década de 1950 o el aumento de gases de efecto invernadero de los últimos 200 años.
Son muchos los estudios que se realizan tanto en el Polo Norte como en el Polo Sur. Sin embargo, la mayoría de los programas de investigación están relacionados de alguna manera con el clima. Y es muy habitual que las investigaciones se lleven a cabo entre varios grupos o estados, sobre todo en el Polo Sur, para reducir los gastos. Por ejemplo, desde 1995 está en marcha en la Antártida el Proyecto Europeo de Sondeo de Hielo, promovido por la Comisión Europea y la Fundación Europea de la Ciencia, en el que participan una decena de países europeos.
Desde el inicio del proyecto se han realizado sondeos en dos puntos: en la estación de Concordia, también conocida como Dome, y en la estación de Kohn. Al cabo de ocho años, se adquirieron núcleos de más de 3.500 metros de profundidad, obteniendo registros de los últimos 900.000 años. Los resultados fueron publicados en la revista Nature en 2004 y en el artículo destacan tres resultados.
Así, en los últimos 740.000 años, la Tierra ha conocido 8 ciclos climáticos alternando glaciaciones y períodos interglaciares, en los que se produjo un cambio brusco hace 420.000 años. Así, en las épocas más templadas de los últimos 420.000 años la temperatura era similar a la actual, mientras que las épocas más templadas anteriores fueron algo más frías pero más largas.
Además, han descubierto que en el período de cambio de hace 420.000 años se produjo el arte glaciar más largo: Duró unos 28.000 años. Lo consideran como el arte glaciar actual, ya que las condiciones astronómicas y la órbita y el eje de la Tierra eran iguales al actual. En consecuencia, la siguiente glaciación no llegaría hasta pasados unos milenios.
Y el tercer resultado del análisis de las burbujas de aire atrapadas en los hielos indica que la mayor concentración de gases de efecto invernadero en los últimos 440.000 años es la actual.
De hecho, en los Polos abundan también estudios relacionados con el efecto invernadero, además de estudios que analizan las características del clima.
El estudio de los hielos ha revelado que en los últimos 420.000 años la concentración atmosférica de CO 2 y CH 4 ha cambiado continuamente. Durante las glaciaciones, la concentración de ambos gases ha disminuido con la temperatura y ha aumentado en las interglaciaciones. Pero, ¿qué es lo que provoca? ¿Los cambios de temperatura modifican la concentración de gases o viceversa?
Parece ser que los cambios climáticos leídos en las métricas de hielo se debieron a acontecimientos astronómicos como la distancia al Sol o la inclinación del eje de la Tierra. Sin embargo, tras su puesta en marcha, los efectos producidos por el aumento o disminución de los gases atmosféricos han aumentado o disminuido.
Por ejemplo, el metano se produce en la fermentación realizada por bacterias de regiones periglacias pantanosas. Los eventos astronómicos al fundir el permafrost provocan una gran cantidad de metano por parte de las bacterias, lo que contribuye al efecto invernadero. Esto aumenta la temperatura y se funde más permafrost. Por el contrario, al inicio de la glaciación, los primeros fríos provocan la aparición de bacterias y reducen considerablemente la producción de metano y la concentración atmosférica de metano, al tiempo que disminuye el efecto invernadero y aumenta la disminución de las temperaturas.
Lo mismo habría sucedido con el CO 2 marino y el fitoplancton.
Se ha dicho que en los polos se realizan principalmente investigaciones relacionadas con el clima, pero no son las únicas. La glaciología, la circulación termohalina, el estudio de la atmósfera, la biología, las investigaciones astrofísicas, la recogida y análisis de meteoritos, la detección de neutrinos, las pruebas de tecnologías espaciales, las investigaciones psicobiológicas y psicosociológicas de científicos que trabajan aislados en estaciones, etc., se realizan en los polos. Por tanto, es comprensible que los científicos pretendan que los polos, y en especial la Antártida, sean utilizados exclusivamente para la investigación, al margen de otras explotaciones.