En un principio se pensaba que el medio era casi inalterable y que los recursos eran casi inagotables; que la capacidad del aire, el agua y la tierra para recoger, dispersar o depurar los residuos no tenía límites.
En los años 70 y 80 se produjeron una serie de accidentes con graves impactos ambientales: Seveso, Basilea, Exxon-Valdez, Txernobil… Para entonces la sociedad era consciente de la influencia que la industria tiene sobre los seres humanos y el medio ambiente y, desde entonces, la presión de la propia sociedad ha llevado a las empresas a hacerse cargo de los daños producidos en esta actividad.
Debido a la importante pérdida económica que suponen estos accidentes, las compañías aseguradoras también han pedido a sus clientes medidas de prevención y control más estrictas y deben demostrar que en la actualidad se cumplen todas las medidas para abaratar las pólizas. Estas han sido las principales razones que han impulsado la certificación ambiental.
Los empresarios actuales, por tanto, tienen conocimiento del medio ambiente y poco a poco se está integrando dentro de los planes de gestión de las empresas, con la prevención como principal objetivo. Por ejemplo, la empresa Sandoz —1986. En 2012, el principal culpable del accidente de Basilea, ha subvencionado estudios sobre la calidad del agua y el estado de los ríos para mejorar su imagen y destina el 16% de sus inversiones a mejorar la seguridad y reducir los impactos ambientales.
Si se quiere tener en cuenta el medio ambiente en las empresas, se puede optar por diferentes formas de trabajar dependiendo del objetivo y hasta dónde se quiera llegar. En general, existen dos vías principales: las auditorías y los sistemas de gestión ambiental.
Auditorías
son básicamente estudios concretos, que se realizan con una finalidad concreta y concreta y que se inician y finalizan. Las auditorías concluyen con una descripción detallada de la situación de la empresa, es decir, cómo y hasta qué punto la contaminación que se genera, si cumple la legislación, si utiliza la tecnología adecuada, etc.
Dependiendo del objetivo que se quiera cumplir, existen diferentes tipos de inspecciones, siendo algunas de las más frecuentes las siguientes:
Sistemas de Gestión Medioambiental
La integración del medio ambiente en los planes de gestión de la empresa. Esto significa que el medio ambiente no se trabaja por separado y se tiene en cuenta en todas las áreas y actividades de la empresa, al igual que la propia producción o la innovación tecnológica. Por tanto, mediante estos sistemas se pretende lograr un compromiso de mejora ambiental continua con objetivos cada vez más exigentes.
En cuanto a los sistemas de gestión medioambiental, los principales apartados que se abordan son:
Este concepto de gestión ambiental se ha desarrollado en el ámbito industrial. Las asociaciones industriales defienden la teoría de que la propia industria dispone de tecnología y experiencia para gestionar adecuadamente el medio ambiente. Consideran que el mercado será la fuerza que impulse los sistemas de gestión ambiental, es decir, que el consumo responsable con el medio ambiente escoja el producto menos perjudicial para el medio ambiente. Así, las fuerzas del mercado sustituirían a las leyes impuestas por los gobiernos y bastaría con establecer reglas que marquen el camino.
Sin embargo, quienes se oponen a esta teoría afirman que, debido a las fuerzas que tienen una gran influencia en la sociedad (la publicidad), esa teoría que defienden las asociaciones industriales es difícilmente alcanzable.
Por otro lado, los grupos ecologistas consideran que no se puede dejar la protección del medio ambiente en manos privadas porque sus intereses principales son económicos. Hay que tener en cuenta que la fuerza de las asociaciones industriales fue determinante para que no se cumpliese la normativa 1836/93 o de ecogestión y auditoría y para que no se canalice la participación de los trabajadores en la política ambiental de la empresa.
El primer reglamento que se ocupó de la relación entre empresas y medio ambiente es el 1836/93 sobre el EMAS o sistema comunitario de ecogestión y auditoría. Los trabajos para llegar a esta normativa comenzaron en 1990 teniendo en cuenta las opiniones de expertos y asociaciones industriales. El Reglamento fue aprobado por los ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea el 23 de marzo de 1993 y publicado el mismo año.
El presente reglamento permite a las empresas, de forma voluntaria y no forzada, integrarse en el sistema comunitario de gestión medioambiental y auditoría.
Además, la mayoría de los países han desarrollado normativa medioambiental, como el IS 3310 en Irlanda, el BS 7750 (British Standard) en el Reino Unido y el UNE-77801 en España, que regula los sistemas de gestión medioambiental y la UNE-77802, que se encarga de la supervisión del control de dichos sistemas.
Estas normas son elaboradas por diferentes organizaciones como AENOR (Asociación Española de Normalización) en España, CEN (Comité Europeo de Normalización) e ISO (International Standards Organization) a nivel mundial.
Esta última entidad publicó en 1996 la Norma sobre el Sistema de Gestión Medioambiental, la Norma ISO 14001, con la que se han unificado las normas de la mayoría de los países, siendo ésta la más utilizada actualmente. En España, por ejemplo, actualmente está en vigor la UNE-EN ISO 14001 que antes era la UNE-77801. Para su comprensión, la norma ISO 14001 es equivalente a la norma de calidad ISO 9000. Hay secciones y formas de trabajo muy similares.
Por tanto, el Reglamento 1836/93 (EMAS) y las normas ISO 14001 son actualmente las principales directrices para la implantación y certificación de un sistema de gestión medioambiental.
La principal diferencia entre ambos es: Una vez obtenida la certificación en virtud del Reglamento 1836/93, se procederá a la declaración pública, que además deberá obtener el visto bueno para que aparezca el nombre de la empresa en el Diario Oficial de la Unión Europea.
Hasta mayo de 1996, en toda Europa el Reglamento 1836/93/CEE había registrado 829 empresas. En el caso del País Vasco, 8 empresas han obtenido la certificación de su sistema de gestión ambiental según la norma ISO 14001, siete de ellas de la mano de AENOR y una de la empresa Lloyd’s Register. Sin embargo, existen otras empresas en vías de certificación.
A partir de nuestra experiencia, la auditoría realizada en una fundición que trabaja la fundición gris, analizaremos la situación actual en las siguientes líneas. Y es que en nuestro territorio hay un gran número de empresas de este tipo que tuvieron un gran éxito en el pasado, que no han renovado en ningún momento su infraestructura.
La fundición analizada consta de cuatro procesos principales:
Una vez analizados estos procesos, el cubilote es uno de los principales problemas que hemos encontrado. Este tipo de hornos trabaja a través de la combustión, generando gran cantidad de CO2, SH2 y partículas metálicas. El sistema más utilizado para la limpieza de estos gases que se forman, ya que es el más barato, es la precipitación con agua, pero el volumen de lodos que se genera es enorme. Además, el barro puede ser tóxico por su alta concentración de metales. La solución correcta consiste, por un lado, en sustituir el horno de combustión por el horno eléctrico y, por otro, en sustituir la depuración por agua por depuración seca.
Por otra parte, el uso de arena en la fabricación de los moldes implica la liberación de gran cantidad de partículas durante el proceso; en el caso que hemos estudiado, los sistemas de absorción y filtrado eran inadecuados o no estaban correctamente colocados.
La arena para la fabricación de machos necesita un tratamiento de reutilización y, al tener cinco procesos, se necesitan otros tantos tratamientos. Para ello la infraestructura es muy costosa y en la práctica es más barato tirar la arena junto con los residuos que reutilizarla. La única solución es llegar a un acuerdo entre las empresas y a una infraestructura de reciclaje de arena, que además serviría para reducir la cantidad de residuos.
Por otro lado, la recogida de materias primas y residuos es un problema básico. De hecho, dentro de la fábrica, en una parcela, se acumulan sin ningún tipo de protección, dependiendo de la lluvia o del viento.
Además, la falta de precisión de los procedimientos hace que ocasionalmente se produzcan accidentes de trabajo o manipulaciones inadecuadas, lo que provoca la dispersión de olores y partículas en el entorno. Las medidas que se han propuesto para evitar estos problemas son costosas y, a pesar de contar con subvenciones para ello, la situación económica de la mayoría de las empresas les impide afrontar estas medidas y la gestión ambiental queda fuera de su plan.
En cuanto a la Administración, quiere impulsar planes de gestión ambiental, pero no puede incidir demasiado en empresas con problemas económicos, ya que en algunos casos habría que cerrar empresas dejando a los trabajadores en la calle.
Un informe dirigido al Gobierno Vasco por la asociación de fundiciones señala que se necesitarían 600 millones de pesetas para reducir el número de partículas generadas por los cubilotes y 2.800 millones de pesetas para preparar los procesos de reutilización de arena.
Una forma de hacer frente a la inversión que requiere la gestión ambiental sería añadir este coste al precio final del producto. Para ello es imprescindible un alto grado de sensibilización social que permita estar dispuestos a pagar esta diferencia de precios, aunque ello suponga una disminución de la capacidad de consumo.
Razones a favor y en contra para la auditoría o implantación del SGMAFavorables:
Desfavorables:
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