La infección del tracto urinario constituye un importante problema de salud pública por su gran influencia en la población, siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres.
En realidad el tracto urinario es estéril, es decir, sin microorganismos, aunque ocasionalmente los microorganismos colonizan este tracto y provocan infecciones en los seres humanos. El diagnóstico de la infección urinaria consiste en el estudio de la orina y el recuento de microorganismos. Si el resultado del recuento es igual o superior a 105 microorganismos por mililitro, se asegura la infección del paciente.
En general, la infección urinaria se puede clasificar en tres tipos: bacteriuria sin síntomas, infección del tracto inferior y infección del tracto superior. El primero es muy común y el paciente no es consciente de la infección, ya que se sufre sin síntomas. Las infecciones del tracto inferior se denominan cistitis y son también muy comunes; su incidencia es exclusiva en la vejiga urinaria y suelen presentar síntomas leves. Las infecciones del tracto superior, por el contrario, afectan a los riñones y son mucho más graves. Se llaman pielonefritis y los casos de estas infecciones son menores.
Las infecciones urinarias pueden ser causadas por diferentes microorganismos, pero en la mayoría de los casos, tanto dentro como fuera del hospital, la bacteria Escherichia coli es la responsable de las infecciones urinarias que se reciben. Este microorganismo vive en el intestino humano como parte de su flora normal, con un importante papel en el mantenimiento del estado fisiológico del intestino. En cambio, algunas de las cepas de esta especie Escherichia coli se han convertido en patógenos, es decir, son capaces de producir infección, tanto intestinal como extracentro, siendo las más importantes las infecciones urinarias.
En la mayoría de los casos, las cepas E. coli aisladas en infecciones urinarias presentan características especiales respecto a las cepas intestinales, siendo los factores de virulencia los que determinan la uropatogenicidad de estas bacterias. Uno de los factores de virulencia más importantes de las cepas uropatógenas E. coli son los pelos P. Debido a la anatomía del tracto urinario, es evidente que las bacterias procedentes del exterior deben elevarse para provocar una infección en la vejiga urinaria y en los riñones. Cualquier característica que contribuya a este aumento se convertirá en un factor importante de virulencia ya que facilitará la colonización del tracto urinario para estas cepas patógenas. La función de los pelos P de las cepas E. coli es fijar la adhesión bacteriana en el tracto urinario para que el vertido de la orina no expulse las bacterias y pueda seguir subiendo. Sin embargo, a pesar de ser los más importantes, los pelos P no son los únicos factores de virulencia de los uropatógenos E. coli. Otras son las hemolisinas capaces de destruir las células de la sangre, la enzima aerobactina que facilita la asimilación del hierro ligero, la resistencia a los antibióticos, los antígenos K encapsulados, etc.
El objetivo de este grupo de investigación en los últimos diez años ha sido analizar los factores de virulencia de las bacterias Escherichia coli. Se han estudiado los factores de virulencia que ayudan a las bacterias a retener el epitelio del tracto urinario, entre ellos el llamado pelo P. Asimismo, se ha estudiado la utilidad de ciertos antibióticos que pueden influir en la síntesis de estos cabellos, como es el efecto de las quinolonas en la inhibición de la síntesis de los pelos P. Las quinolonas, utilizadas en concentraciones subinhibitorias, evitan la síntesis de los pelos P de E.coli, impidiendo la adhesión de bacterias (ver foto). Por tanto, se ha comprobado que la utilización de estos antibióticos como medida preventiva en grupos de personas con riesgo de infección urinaria en la población es una opción interesante.
A lo largo de los últimos años, el avance del resto de las ciencias y, sobre todo, las tecnologías han ido cambiando las técnicas utilizadas en la investigación de la infección urinaria. Aunque en un principio utilizábamos principalmente técnicas fenotípicas para estudiar las características de las cepas E.coli que producían infecciones urinarias, existen ya seis años en los que buscamos nuevas aplicaciones de las técnicas genotípicas en la investigación de la infección urinaria. Por ejemplo, hemos adaptado una técnica genotípica basada en el PCR (Polymerase Chain Reaction) para detectar de forma ágil y sencilla la mayor parte de los factores de virulencia bacteriana aislados de orina infectada en una misma prueba. En esta línea de trabajo se ha descrito el método para la detección directa de los factores de virulencia de E. coli en la orina de los pacientes para evitar el aislamiento bacteriano. Si es posible utilizar este método en el trabajo habitual en los centros de salud, mejoraríamos el conocimiento de las infecciones urinarias que se producen en nuestro territorio, así como las medidas preventivas.