Controlar el consumo de grasas

Breves

En el número anterior, nuestro compañero Jabier Agirre nos habló sobre el buen comer. Tiene razón cuando Javier insiste en que la dieta tiene mucho que ver con nuestras aficiones. Sin embargo, hay conceptos o hábitos totalmente aceptados, como el control del consumo de grasas, que nadie duda. ¿Por qué? En el artículo de la página 40 ya hemos explicado las principales propiedades de las grasas, pasamos a dar algunos consejos.

Hace 10-20 años el consumo de grasa aumentó considerablemente hasta alcanzar el 45-50%, es decir, la mitad de la energía que se consumía procedía de la grasa. Como consecuencia de ello, las enfermedades del corazón y de la circulación sanguínea son muy abundantes en la población adulta actual, y podemos afirmar sin duda que ello es consecuencia de unos malos hábitos alimenticios en la infancia.

Las recomendaciones que se nos dan en la actualidad prácticamente en cualquier parte, indican que la grasa sólo debe contener entre un 25 y un 30% de la energía consumida durante el día. Esto es, por supuesto, una buena medida a tener en cuenta, pero como todos sabemos, muchos grupos humanos superan con creces esta cifra, ya que el niño, por ejemplo, consume intestinos, bollería o dulces de forma abusiva, por lo que ataca continuamente a la salud.

Te has escuchado una y otra vez, lector, pero no nos cansaremos de decirlo: podrás reducir el consumo de lípidos y evitar el colesterol, las enfermedades del corazón, los tipos de cáncer y otras enfermedades.

Como ya se ha indicado en el artículo de la grasa (página 40), las grasas más nocivas para la salud son las de origen animal (excepto el pescado), por lo que se recomienda consumir carne tres veces por semana y huevos hasta tres veces por semana, mientras que el pescado puede consumirse hasta cuatro veces. Evitar que embutidos y cavidades (hígado, sesos…) se conviertan en habituales, pero teniendo en cuenta que los niños pueden comer dos o tres veces por semana en bocadillos.

No descartar los productos lácteos, imprescindibles para cubrir las necesidades de calcio. Además de todo lo anterior, los croissants, bollería, pasta, pasteles, etc. no deberían tener sitio en una dieta sana; por no excluirse del todo sólo para alguna ocasión especial.

Tomar la medida del aceite; 3 cucharadas de aceite repartidas entre todas las comidas es suficiente por persona y día. Y no olvides que el aceite crudo es mejor que el asado. Por último, si la mantequilla, la margarina y similares no se utilizan para situaciones fisiológicas (embarazo, lactancia…) o físicas en las que se requiere mucha energía.

  • Esquimales: ni enfermedades del corazón, ni diabetes Estas patologías tan habituales entre nosotros apenas se dan entre los esquimales. Todo apunta a que los productos marinos básicos en la dieta de este grupo humano tienen mucho que ver con el bajo grado de aparición de estas enfermedades. De hecho, los peces son muy ricos en grasas poliinsaturadas y, como sabemos, ayudan a reducir los niveles de colesterol. Esta hipótesis es favorable, entre otros, al dato de que los esquimales ingieren 14 g de grasa insaturada por día y que los ciudadanos de los EEUU sólo consumen 0,2 g por día.
  • La relación entre las grasas de la dieta y las enfermedades oculares Una encuesta realizada el año pasado en Madison de los EEUU nos muestra que el exceso de grasa saturada y colesterol en nuestra dieta, además de las enfermedades del corazón y del aparato circulatorio, genera problemas de visión. En concreto, se ha detectado que el consumo de grasas puede provocar la aparición de una enfermedad llamada maculopatía. Este estudio, realizado entre personas de entre 45 y 84 años, puso de manifiesto que el riesgo de sufrir maculopatía por las grasas y el colesterol aumenta entre un 60-80%.
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