En las siguientes líneas trataremos de aproximarnos a esta vida oculta y sorprendente, pero no debemos olvidar que una de las características más importantes de los humedales es su variabilidad.
En general, en los humedales se distinguen dos zonas principales: la zona inundada y las márgenes del humedal. Asimismo, estas zonas principales se dividen en diferentes compartimentos espaciales y en cada uno de ellos se desarrollan distintas comunidades de seres vivos. A continuación, teniendo en cuenta que la diversidad de tipos de humedales dificulta enormemente la generalización, trataremos de explicar la composición y características principales de la flora y fauna de estos sistemas naturales.
Debido a la presencia de agua y sobre todo a su profundidad variable, en los humedales aparecen gradientes ecológicos. La forma más sencilla de detectar estos gradientes es mediante el análisis de la vegetación, ya que en la mayoría de los humedales las plantas aparecen en cinturones con condiciones ecológicas. Dependiendo del tipo de humedal, aunque la composición de especies de los cinturones mencionados puede variar, las condiciones de vida de las plantas a lo largo de los gradientes son bastante similares en todos ellos. Por ello, en esta introducción analizaremos los cinturones de vegetación en general, describiendo detalladamente cada una de las formaciones de especies que los componen en cada tipo de humedal.
Con una simplificación quizás excesiva, la vegetación de los humedales puede dividirse en tres grandes cinturones: en las aguas abiertas, en las aguas someras y en las orillas.
En aguas abiertas aparecen las comunidades de vegetación espontánea más especializadas adaptadas para vivir en estos medios. En las zonas de mayor profundidad las plantas vasculares presentan grandes dificultades de desarrollo, por lo que los únicos productores primarios presentes son las algas unicelulares y cianobacterias del fitoplancton (componente vegetal del plancton). En las zonas en las que la profundidad no impide que los rayos del sol lleguen hasta el fondo, junto con el fitoplancton, se pueden desarrollar plantas de tamaño macroscópico (macrofitos), por lo que la diversidad vegetal es mucho mayor. En ellas tenemos una gran variedad de plantas acuáticas: aquellas que viven flotando en la superficie del agua, que siempre viven bajo el agua, con unos órganos en el agua y otros fuera del agua, etc.
En cuanto a las comunidades vegetales que se desarrollan en aguas someras, hay que tener en cuenta que para hacer frente a la variabilidad del nivel del agua, deben estar formadas por especies vegetales bien adaptadas, que son las que soportan las fluctuaciones del agua que se producen en los humedales a lo largo del tiempo. Las plantas que habitan en este cinturón de plantas son especies de hierbas duras y muy lignificadas que mantienen las raíces en el agua y el aparato vegetativo fuera del agua y que se conocen como heliofitos.
En las márgenes, sin embargo, en la zona en la que la alta humedad del suelo y la capa freática se separan de la superficie terrestre, se desarrolla un cinturón vegetal que limita la transición agua-seca. Junto a las distintas especies herbáceas adaptadas para vivir en terrenos bien impregnados, aparecen bosquetes de árboles y arbustos como sauces, alisos y millares.
La abundancia de los distintos tipos de humedales, la diversidad de ambientes que existen en cada uno de ellos, las especiales condiciones de desarrollo de la vida de los humedales y la riqueza alimentaria que aparece en la mayoría de los humedales hacen de estos ecosistemas un lugar de refugio de las comunidades animales más voraces e interesantes.
En el caso de la fauna, la zona del agua es la más rica, ya que tanto la producción fotosintética de las plantas como los caudales de los márgenes dan lugar a las mayores concentraciones de materia orgánica.
El zooplancton (componente animal del plancton) presenta un gran desarrollo en la mayoría de los humedales. El zooplancton está formado principalmente por dos grupos de animales: crustáceos (cladoceros, copépodos, larvas de diferentes crustáceos,...) y rotíferos, aunque también hay representantes de otros grupos.
Otros animales que habitan en las aguas de los humedales forman la nectona (conjunto de animales que nadan activamente). La mayoría son peces, sobre todo de las familias de salmónidos y ciprínidos en aguas continentales, pero tampoco faltan representantes de otros grupos de animales como anfibios (ranas, tritones...), reptiles (serpientes de agua, galápagos...) o mamíferos (nutrias, ratas de agua...). Otros, sin embargo, viven en la superficie del agua y forman un componente llamado neuston. Estos animales, que conservan esta fina capa y tienen adaptaciones para aprovecharse de la tensión superficial del agua para moverse por ella, se encuentran principalmente en humedales interiores y la mayoría son insectos, como zapateros, huracanes y heterópteros similares o algunos de los tipos de Gyrinus y Acillus.
Otro compartimento de vital importancia en el funcionamiento de estos ecosistemas es el denominado bentos que se desarrolla en fondos y sedimentos. La diversidad de condiciones de vida de esta interfase entre el agua y los materiales sólidos da lugar a un gran número de seres vivos. Los seres vivos de estas comunidades desempeñan un papel importante ya que, además de participar en el reciclaje de la materia orgánica, constituyen una de las bases de las complejas cadenas alimentarias de los humedales. Numerosos grupos de animales están representados en el bentos (crustáceos, moluscos, anélidos, insectos, nematodos...) y todos ellos han tenido que desarrollar curiosas adaptaciones fisiológicas y morfológicas para poder vivir en unas condiciones de vida particulares y duras que incluyen estos aspectos.
En cuanto a las márgenes de los humedales, si bien su naturaleza cambiante dificulta enormemente la vida de los animales, existen una serie de invertebrados y rasgos vertebrados que se han adaptado para vivir en ellos. Sin embargo, atraídos por la abundancia de recursos tróficos en estas zonas, son de gran importancia los animales que se acercan a alimentarse de los ecosistemas próximos al humedal.
Para finalizar este sencillo análisis de la vida en los humedales, hemos decidido dedicar un apartado a la ornitofauna de estos ecosistemas, que es la parte más conocida de los humedales y a la que debemos la fama y el reconocimiento de los humedales. Las razones de este prestigio deben buscarse en la abundancia y diversidad de las aves en los humedales. En los vertebrados, las aves son las que más éxito han conseguido para vivir en estos aspectos. Por un lado, el volar es un buen sistema locomotor para moverse en él, y por otro lado, el agua y la vegetación densa les ofrecen protección frente a los depredadores. Si a todo esto le sumamos la riqueza alimentaria predominante en la mayoría de los humedales, la grandeza avícola de estos espacios es fácilmente comprensible.
En cualquier caso, cabe destacar que en todas estas especies de aves el País Vasco sólo cuenta con unas pocas personas sedentarias, es decir, que pasen todo el año en un mismo humedal, ya que la mayoría son migratorias y en nuestros humedales sólo aparecen o viven en algunos embalses concretos. En los migrantes se pueden distinguir especies nidificantes, invernantes o de paso en el País Vasco.
En todos ellos, la diversidad y densidad de aves en los humedales es elevada, lo que provoca una fuerte competencia entre especies. Para reducir la competencia, las especies de aves acuáticas han recurrido a la especialización, principalmente en la explotación de recursos tróficos. Algunas especies son micrófagas y se alimentan de plancton, otras son fitófagas, otras son zoófagas (pescadores, cazadores, insectívoros, limítrofes...) y también hay especies omnívoras.
Para conocer mejor toda esta diversidad se pueden dividir las aves acuáticas en grupos diferentes. Analicemos más a fondo cada grupo.
Las características más importantes de las aves que forman parte de este grupo son el plumaje hidrófugo que, a pesar de estar mojadas, sirve para mantener la capacidad de vuelo y la temperatura corporal, así como las adaptaciones corporales para el buceo, como dedos unidos por membranas o aletas cortas.
Entre las aves nadadoras y buceadoras se pueden distinguir dos grupos principales: por un lado, los murciélagos y brezos que forman el orden Podicipediformes, y por otro, las gansos, patos, cercetas, paita, porrones, sierras y demás. En los humedales costeros tenemos otros dos grupos, el de los colimbos y cormoranes que forman la Orden Gaviiformes.
Dentro de las antserbiformes también se pueden distinguir dos grupos según los hábitos alimenticios: buceadores y nadadores. Los primeros, para moverse mejor bajo el agua, tienen patas y aletas cortas, por lo que no son buenos voladores. Este grupo está formado por especies de porrones y patos rojos. Los segundos, sin embargo, tienen collares y patas más largos y aletas más fuertes, por lo que son buenos voladores. Dentro de este grupo se incluyen el resto de antserantes.
En comparación con los anteriores, las aves que habitan en los carrizales que se desarrollan en las orillas de los humedales no presentan una adaptación significativa a la natación, ya que pasan la mayor parte del tiempo en zonas aereas o sustrato fangoso de estas zonas. Por ello, en estas aves predominan los dedos y los taros largos que permiten una mejor maduración de la vegetación y una fácil movilidad en suelos fangosos. Por otra parte, para poder moverse dentro de la densa vegetación, normalmente presentan cuerpos estrechos y pisados lateralmente. Por último, para protegerse de los depredadores, estas aves, además de ser solistas, suelen tener colores crípticos y disruptivos, ya que la estrategia defensiva se basa en que los enemigos no ven.
En cuanto a la alimentación, en estas aves predominan los zoofagos, ya que la lignificación de las plantas de carrizales hace que sea un alimento muy difícil de digerir.
En las aves de carrizales también se pueden distinguir dos grupos principales: por un lado, la familia Rallidae de la Orden Gruiformes (copetazurias, gallinas de agua y gallinas de agua) y, por otro, la familia Silvidae de la Orden Passerformes (carrizales, carrizales y pajarillos).
Estas aves de cuello y patas largas forman un grupo heterogéneo que incluye aves relacionadas con humedales (ardeidos, espátula...) y especies relacionadas ocasionalmente con humedales (amiamococos, grullas...).
Dentro de este grupo merece especial mención la familia Ardeidae, que agrupa a garzas, garcetas, amiltxos y aves de este tipo. Todos los ardeidos que se caracterizan por llevar collado al volar son aves rapaces de humedales. Sus principales características son las piernas y cuello largos, los cuerpos esbeltos y elegantes y los picos afilados en forma de azconas. Las patas largas y delgadas, sin ahuyentar a las presas, son idóneas para desplazarse en aguas someras. Sin embargo, los largos y flexibles collados y los picos en forma de azconas constituyen una eficaz herramienta de caza.
En los humedales de Euskal Herria se pueden ver nueve especies de ardeidos: garza real y roja, garceta común, garceta común, sombrero, cangrejo y grande, amiltxori común y pequeño y pájaro toro común. Sin embargo, aunque algunos son muy comunes (garza real, garceta pequeña...), otros viven en una situación muy preocupante en Euskal Herria y en todo el mundo (garceta cangrejera, toro común...).
Por otro lado, la Espátula es un migrante habitual en el País Vasco, por lo que no es difícil que durante el mes de septiembre los grupos de picoteo pasen por nuestros cielos o visiten nuestros humedales mejor conservados. Estos ejemplares que vemos en el País Vasco proceden de la única colonia nidificante de la zona central de Holanda, que ha sufrido un grave declive en los últimos años. Otras especies de limícolas que sólo quedan en nuestros humedales durante la migración son el amianto blanco y negro y la grulla común.
Los limícolas son aves zoófagas que se alimentan de los invertebrados de los lodos y balsas. Un amplio grupo de familias del orden de Charadriformes, en el que se incluyen toboganes, chorlitejos, bernagorras, agachos, jaquiscos, kurlints, zancudos, micas de mar y aves similares.
A pesar de pertenecer a varios grupos taxonómicamente, el hecho de que el tipo de alimentación sea el mismo provoca adaptaciones y características anatómicas y fisiológicas similares. En estas características, cabe destacar la presencia de zonas de alta sensibilidad en los picos de detección de presas o las patas y picos largos y fuertes necesarios para el barro y la captura de presas. Sin embargo, la búsqueda de alimentos en un mismo lugar provoca una fuerte competencia entre especies. En consecuencia, las especies de limícolas están altamente especializadas, alimentándose de diversos invertebrados que habitan en profundidades y sustratos diferentes según las longitudes de las piernas y los picos. Los limicolos de pequeño tamaño (timbres, chorlitejos, pedregales), siguiendo el columpio de las ondas, circulan continuamente de un lado a otro en el borde del agua. Detectan a sus presas (invertebrados superficiales) por medio de la vista y el oído y se mueven sin parar. Los limicolos de tamaño medio (bernagorras, pestañas, timbres) se introducen periódicamente en aguas someras para la captura de invertebrados superficiales y excavadores de poca profundidad. En este caso, además de la vista y el oído, el tacto es fundamental para atrapar a las presas. Por último, los limicolos de gran tamaño (kurlintas, balancines, abozas, zancudos) se alimentan siempre dentro del agua, aprovechando especialmente el tacto para detectar presas (invertebrados que excavan galerías profundas).
En general, en el País Vasco, la mayoría de las especies de limícolas son pasivas o invernantes, ya que los nidificantes son sólo el chorlitejo chico, el madroño, el archibebe común, la avefría, la becada, el zancudo y el taco.
La elevada producción de ecosistemas pantanosos produce enormes cantidades de biomasa. Toda esta energía se canaliza desde algas e invertebrados hasta consumidores especializados de segunda y tercera categoría, donde se encuentran las aves rapaces. Sin embargo, no son muchos los depredadores que se han adaptado a las condiciones de los humedales. En ellos merece especial mención el águila pescadora, cada año, durante la migración postnupcial, ya que en nuestros humedales algunos ejemplares son observables en la pesca. Otro depredador adaptado a las condiciones de los humedales es el aguilucho pantano, abundante en los humedales interiores. A pesar de no ser depredadores estrechamente relacionados con los humedales, el milano rojo y el milano negro se acercan a menudo en busca de carroña o presa. Otros depredadores del día que menos veces se acercan a la ría desde los montes cercanos son el halcón rojo, el halcón peregrino, el halcón común, el águila real y el aguilucho cenizo.
A pesar de no estar emparentados con los anteriores, los depredadores nocturnos como los diurnos son visitantes esporádicos que se acercan a los humedales desde los ecosistemas circundantes. Las especies que se observan serían el buhardilla, el lechuza, el abedul y, en menor medida, el mochuelo. El Búho Pantano es un ave que gusta de los campos abiertos cercanos al medio acuático.
Además de las ya mencionadas, existen durante todo el año o al menos en algún pantano, otras especies de aves que habitan en el mismo, explotando la abundancia de alimentos que ofrecen estos ricos ecosistemas.
En ellos se pueden citar varias especies de aves que habitualmente relacionamos con el mar, como son las gaviotas, las golondrinas marinas, las charranes, etc. En el caso de los humedales costeros, además de los ya mencionados, es fácil observar zanjas atlánticas con vida pelágica, diferentes especies de gaviotas, págalos, arándanos, alcas, cilanes o pájaros de tormenta, especialmente en los días de fuerte tormenta de otoño, en los que las fuertes rachas de viento obligan a estas aves a refugiarse en la bahía y las rías a seguir la línea de costa.
Otras aves son atraídas por insectos voladores que nacen en estas zonas como golondrinas, colmenas y sorbellos.
Por otra parte, la densa vegetación que se desarrolla en el entorno de los humedales, además de servir de residencia a las aves propias de los carrizales antes mencionados, es también un lugar idóneo para otras especies de paseriformes, como las verdinas, los chipirones, las alfareras, etc.
Por último, no podemos olvidar que la mayoría de las especies de aves oportunistas (cuervos, herbáceas, mijas, gorriones...) también son frecuentes en humedales.