¿Y si la Tierra fuera plana?

Roa Zubia, Guillermo

Elhuyar Zientzia

Sabemos que la Tierra es un planeta y que, como todos los planetas que vemos, es más o menos esférico. Después de mil ocasiones, hemos aprendido eso. Es difícil darse cuenta de ello a simple vista; a nuestro alrededor vemos la Tierra cuatro. Sin embargo, sabemos que es 'circular'. Pero imaginemos que es plana...
(Foto: G. Roa).

Desde el punto de vista individual, además, no es tan difícil. Desde una gran llanura o mar abierto, visto a un lado o a otro, se ve una zona plana. Inagotable. De forma instintiva, esta geometría plana es fácilmente aceptable.

Pero la geometría plana trae algunas preguntas, ¿dónde acaba esa llanura? ¿Se extiende hasta el infinito? Habrá que terminar, si vemos que el Sol sale por el Este y se pone por el Oeste. La Tierra es finita, parece que se acaba.

En muchas civilizaciones antiguas se consideraba que tiene forma de disco, por lo que tenían solucionado el problema del Sol y con esta explicación se mantenía lo que la intuición había prometido: La tierra es plana y tiene un borde final. Los más atrevidos tampoco querían ir a esa arista, ya que había un gran peligro de caída.

No vayamos en contra. Aceptemos la idea de la Tierra Llana y que somos habitantes de un disco. ¿Cómo sería todo lo que nos rodea? No es lo mismo que lo que vemos ahora, en ningún caso.

El cambio más significativo sería la gravedad. Si bien la masa es la misma, estaría distribuida de otra manera, y además de la masa, la gravedad estaría dividida de otra manera, en definitiva, porque desde donde está la masa hace fuerza. En la tierra esférica la gravedad es la misma en todos los puntos de la superficie terrestre, pero en la forma discoidal variaría de un punto a otro.

Imagina… Imaginemos que cada cara del disco es un hemisferio, con el ecuador al borde y el polo en el centro. Si estuviéramos en un polo, en el centro de una de las caras del disco, la mayor parte de la materia de la Tierra no estaría debajo de nosotros. La mayor parte de la materia, por decirlo de alguna manera, estaría en nuestro entorno, sin embargo, en los pies. La materia nos atraería a la vez en todas las direcciones, de manera que la influencia de la materia de un lado compensaría la de otro. Sin embargo, en dirección descendente, notaríamos una fuerza débil, aunque directamente debajo tendríamos muy poca materia.

Según esto, si estuviéramos en el centro del disco, la gravedad sería muy baja y para flotar en el aire sería muy poco. Como los astronautas, viviríamos casi sin gravedad.

Mundial: no pesaríamos casi nada. Pero este broche sólo duraría en los centros del disco, es decir, en los polos. Si empezamos a viajar hacia el ecuador tendríamos que coger más peso.

Mundo incorrecto

A medida que nos alejemos del centro, la mayor parte de la materia del planeta se irá dejando atrás. Por lo tanto, la gravedad no sólo tiraría por abajo sino por detrás, es decir, la fuerza no sería vertical hacia abajo, sino inclinada. Bien dicho, la fuerza no sería perpendicular a la superficie terrestre.

Estar al borde de la tierra sería como estar en la cima de un monte.

En el camino de alejarnos del Polo, notaríamos que la fuerza que nos tiraría cambia, cuanto más alejado del centro, más fuerte e inclinada sería. En la práctica, desde nuestro punto de vista, nos sentiríamos como si estuviéramos ascendiendo por una cuesta cada vez más dura.

Por ejemplo, en Euskal Herria el efecto de la gravedad sería muy evidente: independientemente de que se trate de montañas, el propio País Vasco sería una gran cuesta; en la parte inferior Baiona y en la parte superior Tudela.

Por el mismo motivo, viajar al borde del disco sería como subir a un monte. La pendiente, cada vez más dura, y el ecuador mismo, serían la cima del monte.

Una vida dura

Seguramente, si las cosas son así, los vascos estaríamos perfectamente adaptados a vivir en la cuesta… todo ello si hubiera seres humanos.

Y es que las consecuencias de que la Tierra sea plana van más allá; dependiendo de la gravedad y de la rotación del planeta, muchas otras características cambiarían, por ejemplo, la atmósfera, y por tanto el clima, y por tanto los ecosistemas, y por tanto las especies, y el hombre, etc.

La gravedad en la Tierra en forma de disco tendría una extraña influencia. Por ejemplo, los arroyos caerían al centro del disco, y quizás en el centro del mismo se formaría un océano cubierto de vapor de agua. Y muchas otras cosas también tenderían a caer hacia el centro.

La fuerza ejercida por la gravedad dependería del lugar: en el centro del disco (a), muy pequeño; en el centro (b), mayor e inclinada que el anterior; y en el borde (c), grande y en dirección a la diagonal del disco.

Al igual que las piedras caen poco a poco en las laderas de los montes, caerían hacia el centro del planeta, con mucha aceleración en las esquinas y más lentamente en las interiores. La erosión provocada por los ríos también contribuiría a este proceso, en el que poco a poco se acumularían piedras y minerales en el centro. En consecuencia, acumulando la materia en el centro durante miles de años, se redondearía todo el planeta y la gravedad tendería a igualarla en todos los lugares.

Se convertiría en un planeta esférico. No es de extrañar, porque es el aspecto más estable. Por eso son redondos los planetas y satélites que vemos desde la Tierra.

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