Eso es lo que dice, al menos, la Asociación del Corazón de América, American Heart Association, casi todopoderosa. En este sentido, la asociación recomienda la utilización de aspirina por sus efectos cardiovasculares favorables. Parece ser que los estadounidenses le han atendido, ya que la mayoría de los 80 millones de aspirinas que reciben diariamente no son para aliviar los dolores y molestias cotidianas, sino para reducir el riesgo de enfermedades del corazón.
Si se utiliza correctamente, este medicamento (ácido acetilsalicílico, en definitiva) es capaz de salvar vidas, tiene muy pocos efectos secundarios y permite a los médicos identificar mejor a los pacientes y conocer las necesidades reales de su uso.
Sin ningún tipo de impedimento para hacer propaganda a la aspirina, a lo largo de más de cien años de historia, este medicamento casi milagroso ha demostrado que reduce el riesgo de padecer enfermedades como:
En resumen, en España más de 2.000 personas se salvarían si al año la gente sintiera los primeros síntomas del infarto tomara aspirina. Así mismo, se recomienda tomar dosis de 75-325 mg una vez al día para prevenir problemas cardiovasculares.
Además, en comparación con la aspirina, otros analgésicos o antitérmicos como el paracetamol, el ibuprofeno, el naproxeno o el ketoprofeno que pueden competir con ella no presentan ninguna ventaja en salud cardiovascular.
Los científicos saben que la aspirina reduce la producción de prostaglandinas, por eso es capaz de aliviar el dolor, reducir las inflamaciones o protegerse de los infartos o los ictus. Las prostaglandinas favorecen o favorecen la agregación de plaquetas en sangre, lo que puede ocasionar, en definitiva, una obstrucción de los vasos sanguíneos y, al mismo tiempo, evitar la liberación de oxígeno de la sangre a los tejidos.
Por ejemplo, cuando se forma un coágulo en el cerebro puede aparecer un ictus. Cuando el coágulo se produce en el corazón, la consecuencia es un infarto. La disminución de las prostaglandinas reduce considerablemente la probabilidad de sufrir coáculos sanguíneos peligrosos, infartos de miocardio e ictus cerebrales.
La aspirina es un medicamento excelente, eficaz, económico y bastante seguro. Durante tantos años, en tantos lugares y después de tantas personas, ha quedado un poco obsoleto para muchos, le falta el atractivo aparente de los nuevos fármacos o fármacos, pero si los usamos correctamente, sigue siendo muy beneficioso y seguirá siendo así en los próximos años. A pesar de su bajo coste, el efecto de la aspirina en la prevención de los infartos es como mínimo y a menudo mejor que otras terapias farmacológicas más recientes, por un valor de miles de euros.
¿A quién puede beneficiarse la aspirina?
La aspirina puede hacer un gran favor a muchos pacientes, a pesar de que la experiencia nos aporta datos de uso muy precarios. Según la American Heart Association, de entre 5.000 y 10.000 personas que mueren cada año por enfermedades cardiovasculares en EE.UU., si la gente cogiera una aspirina nada más notar los primeros síntomas del infarto.
La práctica totalidad de los “supervivientes” que han sufrido un infarto de aspirina miocárdica o un ictus deberían tomarlo. Sin embargo, aunque la administración de aspirina en los primeros momentos del infarto de miocardio sirve de terapia inicial, y esta sencilla medida mejora el pronóstico posterior, no puede ser considerada como sustituto del cuidado médico. Y por supuesto, coger la aspirina no debe olvidarnos de llevar una vida sana.
En definitiva, la aspirina debería ser vista como parte del cuidado del médico, dentro de un plan general de tratamiento para personas con riesgo de sufrir un infarto o un ictus.