Desde hace tiempo se han realizado experimentos con animales y se han generado diversas tensiones al respecto. Algunos creen que los ensayos con animales deben reducirse, sustituirse y mejorarse cuanto antes. La industria farmacéutica, cosmética y química está demandando constantemente la realización de ensayos libres de animales para estudiar la toxicidad de nuevos productos que deben estar relacionados con el hombre o el medio ambiente. Se ve la necesidad de regular el trabajo con animales en los laboratorios. Y es que el sufrimiento y la muerte de los animales genera discusiones e inquietudes.
Muchos de los cosméticos utilizados actualmente se han obtenido a través de experimentos realizados en animales. De hecho, más de 38.000 animales son utilizados anualmente para pruebas de cosmética en países europeos. En 2003 se estableció en la Unión Europea una ley que establece que a partir de 2009 estarán prohibidas las pruebas de cosméticos realizadas con animales. Asimismo, a partir de 2013 se prohíbe terminantemente la venta de los cosméticos realizados mediante estas sesiones.
Aunque en la investigación se utilizan distintos tipos de animales, las estrellas de los laboratorios son ratones, ratas y conejos, entre otros. El uso de estos animales se debe principalmente a su rápida reproducción y a la posibilidad de visualizar los procesos a corto plazo. Además, al ser mamíferos, su organismo tiene notables similitudes con el organismo humano. Otros mamíferos se utilizan por semejanza.
Sin embargo, a pesar de que los resultados de muchas investigaciones con animales generan una gran esperanza, en ocasiones las diferencias entre animales y seres humanos son demasiado grandes. En más de una ocasión se ha producido que un tratamiento con resultados espectaculares en animales no tenga la misma influencia en los seres humanos, o viceversa.
Una serie de productos y drogas, tras pruebas en animales, han sido probados y comercializados en humanos y a largo plazo se ha podido constatar que causan problemas inexistentes en los animales.
Ejemplo de ello es el caso de una mujer de 38 años que tras dar rimel en los ojos quedó ciega. Posteriormente vieron que el rimel tenía alguna derivada del alquitrán de hulla.
Algo parecido ocurre con la relación entre los cosméticos y el cáncer. Por ejemplo, para analizar si un producto cosmético puede causar cáncer se necesitan cinco años y 400 ratas. Más del 50% de los resultados son positivos, pero el 90% son falsos positivos. Surge, por tanto, una preocupación.
Para hacer frente a todos estos problemas, en 1993 se crea el Centro Europeo de Validación de Métodos Alternativos (ECVAM). Su principal objetivo es reducir los ensayos con animales. La validación de metodologías in vitro basadas en células cultivadas en laboratorio frente a metodologías convencionales in vivo. Pero no te lo pienses fácil.
El desarrollo de los nuevos métodos requiere de cinco grandes pasos: primero el desarrollo cuidadoso del test, a continuación la validación del test, que incluye una serie de pequeños ensayos en el laboratorio, a continuación una validez más formal del test y, finalmente, la valoración y seguimiento del mismo hasta la aprobación de los expertos.
El test de Draize, utilizado actualmente, mide la irritación y los daños producidos por los productos químicos. Para ello ponen el producto químico en los ojos del conejo. Pero la fiabilidad de este test es muy dudosa. Por ello, han desarrollado varias sesiones in vitro para sustituir al test de Draize. Sin embargo, de momento el test de Draize no puede ser sustituido por un único método innovador.
Todas estas nuevas sesiones in vitro tienen ventajas y limitaciones. Dependiendo de lo que se quiera detectar, se utilizará una sesión u otra. Algunos son mejores indicadores de irritación, otros tests son apropiados para productos químicos como detergentes, detección, etc.
ECVAM tiene ya 17 tests en estudio. Once están basados en métodos in vitro y otros seis están basados en métodos in vivo menos agresivos. Más de 40 tests están pendientes de la aprobación de expertos. En general, todos estos métodos alternativos se dividen en tres grandes grupos, con el objetivo de reducir, sustituir y afinar los ensayos con animales.
Estos tests miden la toxicidad aguda de cosméticos y otros productos, la irritación y corrosión cutánea, la irritación ocular, la sensibilización cutánea, la carcinogenicidad, etc. Si en estos test se detecta que el producto puede causar algún tipo de daño, se descartará de forma inmediata.
En la actualidad existen nuevos métodos para detectar de antemano si un producto puede quemar la piel, aspirar superficialmente o causar toxicidad aguda. Métodos aceptados. Y, por tanto, en estos casos, los nuevos métodos permiten descartar definitivamente los ensayos con animales. En otros ámbitos, todavía queda mucho trabajo por hacer, y los animales no se pueden alejar del laboratorio ni de los científicos. No obstante, de seguir por esta vía, y de acuerdo con los resultados obtenidos, el siguiente paso sería sustituir los ensayos con animales para evitar problemas de irritación cutánea y ocular. Los nuevos métodos están en vías de recibir las últimas aprobaciones.
Entre otras cosas, ensayan con animales para desarrollar sombras de ojos y jabones. Las sombras de ojos, por ejemplo, las prueban con conejos. De hecho, miden el daño y el grado de irritación que provocan en los conejos. Las cremas solares, por su parte, son probadas con acruras y pueden causar alergias o irritación. Todos estos tests producen pérdidas sanguíneas graves en los animales. Según las estadísticas, el 50% de los animales muere dos o tres semanas después de los experimentos.
A pesar de los problemas, los experimentos con animales todavía ocupan un lugar importante en la investigación de los cosméticos. Es cierto, sin embargo, que poco a poco van ganando fuerza las técnicas alternativas.