Ha llegado la primavera, el pozo ha empezado a resurgir y la brocheta debe recuperar su propiedad. En invierno no ha estado visible, la ninfa de la brocheta ha residido en el agua. Se ha alimentado de invertebrados y pequeños vertebrados y se ha ido preparando el cuerpo para el gran día. Cuando las condiciones de la zona sean adecuadas, se procederá a su evacuación. Sube por una rama y la piel que tiene ahora fijada se queda vacía como una vieja concha, de donde nacerá el brocheta alado, un elegante insecto vestido de cuerpo robusto y con grandes alas.
Con los primeros príncipes del día se abren las alas y se prepara para volar. Al igual que un helicóptero que se enciende para calentar el motor, vibra las alas para secarlas bien y poner los músculos en el punto de vuelo. Es un momento decisivo, tiene que volar cuanto antes para tomar el mejor territorio.
Para el Brocheta Macho es necesario ser propietario de un territorio, ser el rey del pozo, de manera que pueda cumplir los dos grandes objetivos de la edad adulta: para tomar fuerzas, debe alimentarse lo más rápidamente posible y lo más rápidamente posible, e intentar reproducirse después. No será tarea fácil, compite con otros machos y la hembra tampoco le facilitará las cosas. El rey del pozo, sin embargo, utilizará la fuerza: con las dos pares de claves que tiene en la cola, sujeta a la hembra por la parte posterior de la cabeza, que una vez inclinado el cuerpo hacia el tórax del macho, la tapa.
La lucha será algo cotidiano hasta que sea rey y tiene que ser duro para mantener el territorio. No es el único brocheta macho de la laguna. Mirando al entorno, ve un montón de broches tanto de su especie como de otras especies. Con todos ellos habrá que competir, conocerá el lado más crudo y cruel de la vida, pero no tiene otra opción si quiere avanzar. El instinto le dice que ahuyente a todos los que se acercan.
La brocheta está bien preparada para la llegada. Dispone de gruesas mordazas, de visión apuntada y de maquinaria de gran potencia para volar. Posee un tórax robusto, dotado de magníficos músculos, a los que se asocia el arma principal de la brocheta: las alas. Tiene cuatro alas, grandes y brillantes.
Pues bien, cada sur puede moverse por separado. Y eso le confiere una enorme capacidad de maniobra. No habrá dos en el mundo que tengan esa facilidad para retroceder y avanzar en el aire, arriba y abajo, a la izquierda y a la derecha... es más, puede quedarse quieto, como suspendido en el aire. A pesar de su habilidad no se piensa que sea lento, ni mucho menos; algunas especies de broches alcanzan velocidades de casi 60 km/h. Así que piensa en las pocas posibilidades que tienen las presas ante este avión preparado para la guerra.
La brocheta alcanza muy fácilmente la velocidad en poco tiempo. Esto se debe principalmente a algunas de sus estructuras en las alas. Estas estructuras son pterostigmas, una en cada sur, en el centro o en el borde, según la especie. El pterostigma es similar a un contrapeso y tiene la función de estabilizar el vuelo, similar a los equilibradores de las máquinas.
Sin embargo, la propia estructura del ala también tiene mucho que ver en el vuelo del brocheta. De hecho, el sur no es totalmente llano: está atravesado por una veta ancha y la membrana entre las venas no es plana, tiene relieve. Gracias a este relieve, al volar se producen turbulencias en la superficie de las alas que ayudan al vuelo.
El vuelo de la brocheta y las técnicas de caza son bastante complejas, y parece que el brocheta tiene muchas habilidades que aún no tienen explicación. Por ejemplo, el brocheta macho es capaz de acercarse a una hembra, a un macho competidor o a una presa sin darles cuenta. De hecho, el perseguido (otro brocheta o presa) ve la imagen de un objeto parado, es decir, el agresor se encuentra en la misma posición en la retina, a pesar de que la realidad está en marcha. Pero para cuando se da cuenta es demasiado tarde: el agresor está encima.
Se necesita una gran habilidad para hacerlo con la presa o con el otro barco parado. Pero la habilidad del brocheta macho va más allá, ya que, a pesar de que el jazz vuela, el brocheta agresor tomará un recorrido que le parecerá que sigue en el mismo lugar.
Este tipo de persecución se denomina camuflaje de movimiento, es muy complejo --como se ve– y se utiliza también por otros insectos. Desconoce desde cuándo se utiliza esta técnica en los machos de algunas especies de broches y, sin embargo, no nos damos cuenta. Tampoco es mucho tiempo que los investigadores observaron esta técnica --en el caso de la brocheta, ni una década después de descubrir el camuflaje de movimiento -. Y hoy en día son necesarias las tecnologías más avanzadas para investigar el camuflaje de movimiento, como cámaras de alta velocidad o modelos computacionales.
La vida del brocheta también te irá a toda velocidad. Sólo unos días será el rey del pozo. El paso del tiempo ha envejecido, ha tenido numerosos combates y otras tantas historias de amor. Hace unos días ha ido la temporada y está cansado. Por detrás, las nuevas generaciones empujan; la presión que ejercen los juveniles de broches es cada vez mayor, hasta el punto de que, a pesar de no querer, en una pelea se derrumba. Ese es el destino del rey.
Sin embargo, el pozo seguirá vivo; como cuando nació el rey caído, la vida está borda. El príncipe que le ha arrebatado cuidará el territorio tan bien como los reyes caídos: el otro gusano pasará el día ahuyentando, cazará, y las hembras que están a su paso las capturará con sus ganchos y las cubrirá para que ellos pongan sus huevos en el pozo. A la llegada del invierno, parece que la tranquilidad va a imponerse, ya que, aunque no veremos, las ninfas crecen y crecen en el agua, preparándose para la llegada de la primavera.
Desgraciadamente, el pozo en el que vivían los broches de este artículo sólo está en nuestra imaginación. Hubo alguna vez; de hecho, se encontraba en la zona de Alegia (Gipuzkoa) y fue destruida el pasado mes de septiembre por las excavadoras para crear un polígono industrial.
En este pozo se encontraban las ninfas de las nuevas generaciones de broches --29 de las 36 especies catalogadas en Gipuzkoa-, entre las que se encontraban las descendientes del rey caído y las posteriores. Pero esta primavera y verano no van a nacer los broches jóvenes. La fábula y el mundo pierden un pequeño reino lleno de vida.
Sin embargo, hemos sido afortunados: gracias a los recuerdos y a la cámara de uno de los pocos amigos que conocían aquel pozo, hemos conocido aquel reino.