A unos 50 km al norte de la ciudad estadounidense de Tucson, en medio del desierto de Arizona, se encuentra un singular edificio de acero y vidrio. Parece un invernadero gigantesco, una construcción del futuro. Desde septiembre de 1991 viven en ella 8 personas (4 hombres y 4 mujeres), encarceladas en la jaula gigante. Deberán transcurrir 24 meses sin salir. Pero no están solos, sino que conviven con 3.800 especies diferentes, tanto animales como vegetales, en esta nueva caja de Noé.
Sin embargo, la reconstrucción de la caja de Noé no ha sido un deseo de los creadores. Van más allá: han querido construir el modelo a pequeña escala de nuestro planeta. Más concretamente, han construido el modelo de la biosfera, parte de la Tierra en la que se encuentran los seres vivos, de ahí el nombre de BIOSFERA II.
A través de la creación de un ecosistema en un área cerrada, se espera que se pueda comprender mejor el comportamiento de nuestro planeta, como el efecto invernadero o las lluvias ácidas. Asimismo, se realizarán ensayos de reciclaje de aire y depuración de agua con nuevas técnicas. Y el objetivo final, el más atrevido, es demostrar que puede vivir en un sistema cerrado y, en consecuencia, ser pionero y probador de las colonias humanas que se instalarán algún día en la Luna o en Marte. En realidad, el proyecto de la Biosfera II no tiene ninguna vinculación oficial con la NASA o proyectos espaciales, pero si los resultados de la experiencia son satisfactorios, resultará útil en el diseño de bases espaciales. De hecho, la idea de establecer una base en Marte ya no es una ficción.
Parece un palacio de cristal o un megancalendario: 170 m de longitud, 110 m de anchura y 30 m de altura en el punto más alto. 12.000 m 2 de superficie y 200.000 m 3 de volumen interior. Se encuentra herméticamente aislado de la atmósfera mediante bóveda de vidrio y separado del suelo por un muro de hormigón y acero. Por lo tanto, los "biosferos" que se encuentran en su interior respirarán su atmósfera, tomarán su agua y la utilizarán para regar la tierra que trabajarán y comerán solo comida producida por ellos. En este ecosistema se reciclará toda la materia y sólo se recogerá energía solar.
El ecosistema de la biosfera es un macroecosistema formado por diferentes ecosistemas menores. Estos sistemas más pequeños son las Momas. Por lo tanto, en la Biosfera II se han tenido que construir los principales Momas: selva, sabana, desierto, océano y pantano. Además, existe un territorio de cultivo y ganadería intensiva. Por último, el "pueblo" de los Biosfera: habitaciones, lavaderos, biblioteca y observatorio astronómico, todos ellos situados en un módulo de cinco pies.
La selva tropical húmeda ocupa 1.900 m 2. En el interior de un cinturón de jenjibre y plátano hay 300 plantas y árboles diferentes y 150 especies de insectos. En el centro se encuentra un abrupto monte de 20 m de altura. La parte superior es muy húmeda, alternativamente niebla y brumosa. Por ello, la vegetación de la parte superior es diferente. Junto a la selva se encuentra la sabana, compuesta por 40 especies herbáceas diferentes. ¿Y quién comerá esa hierba? No se permite la introducción de cebra y gacelas. En su lugar se han introducido tortugas y termitas, que también comen la hierba de la misma manera, pero necesitan un territorio más pequeño para vivir.
El desierto de la II tiene una superficie de 1.400 m 2 y numerosos cactus. A construir un verdadero desierto, el cambio debía ser muy grande (de 0 ºC a 60 ºC según las distintas estaciones del año). Por ello, se han buscado condiciones climáticas más fáciles de crear y se ha construido un desierto marino, es decir, de menor alteración y con una alta tasa de humedad del aire, como lo que realmente ocurre en el desierto de Baja California en México.
El océano tiene una profundidad de 8 m, incluyendo una albufera y un arrecife de coral. Peces, animales, plantas marinas, ... un total de 1.000 especies diferentes. Una maquinaria especial afecta al agua y produce olas. A su lado y separado del agua salada del océano, se encuentra un pantano de 3.600 m 2. En ella se ha reconstruido el biotopo de Everglades en Florida: mangos, tortugas, cangrejos, ranas, etc. colocado.
El bioma para cultivos intensivos tiene una superficie de 2.000 m 2, por lo que los ocho biosferos deben extraer la comida diaria. Se plantarán 150 plantas diferentes alternativamente. Los residuos serán tratados para su utilización como abono. No podrán utilizar fertilizantes artificiales ni pesticidas. Junto a los campos y las huertas hay barreras para el ganado: gallinas, cerdos enanos y cabras enanas. Finalmente se encuentra la piscifactoría. En los contenedores se encuentran los peces tilapia. Estos peces africanos pueden vivir en aguas dulces y saladas, comiendo algas que crecen con luz y calor del sol.
El aire interior de la biosfera II se dilata y contrae en función de la temperatura y la estructura de vidrio no puede resistir la variación de presión. La dilatación puede provocar la explosión de la construcción e incluso la implosión por contracción. A este problema se han colocado dos membranas gigantes de caucho de 28.000 m 3 de capacidad exterior de té. Estas membranas, unidas por tubos subterráneos con la Biosfera II, regulan la presión atmosférica: al aumentar la temperatura se hinchan y al bajar se vacían.
2.500 captadores electrónicos controlan constantemente la calidad atmosférica, el grado de humedad, el grado de salinidad y evaporación del agua oceánica, el crecimiento de las plantas, etc. También se controla el nivel de soleamiento a través de los puertos de techo. Para suministrar energía a toda la maquinaria se ha construido una central eléctrica subterránea de 5, 5 megavatios formada por tres generadores. Las turbinas de gasto utilizadas para accionar los generadores son de gas natural.
Este es uno de los aspectos oscuros de este proyecto ecológico. ¿Por qué no usar la energía solar estando en el desierto? Los responsables han dado la razón de que no se ha hecho así: dinero. Sólo con energía solar se necesitarían 1.800 millones de pesetas (100 millones de libras) más.
El proyecto de la Biosfera II, creado en 1984, ha contado con cerca de 200 científicos y técnicos. No cuenta con ninguna ayuda oficial, es totalmente privada. Uno de los empresarios petroleros de Texas, Edward P. Bas incluyó en el proyecto 2.700 millones de pesetas (150 millones de libras). Y el coste total se estima en unos 13.500 millones de pesetas (750 millones de libras). Es de esperar que tenga intención de recuperar esa cantidad. ¿Cómo? La respuesta es sencilla: Convirtiendo la biosfera en espectáculo.
En septiembre de 1991 se dio a conocer de forma reiterada el proyecto en todas las cadenas de televisión y medios escritos. Tras esta gran campaña publicitaria se ha iniciado la explotación económica del proyecto Biosfera II. Cada día llegan autobuses llenos de turistas a ver el nuevo circo. Sólo en 1991 se esperaba la llegada de un millón de turistas.
Pagarán la entrada y observarán el interior, el suelo suboceánico, el arrecife coralino, etc. desde los escaparates de cristal, como en el acuarium. Además, podrán observar a través de una cámara de vídeo el resto de rincones que no se pueden ver desde fuera a simple vista, así como la vida de los 8 “bionautas” que hay en su interior. Para finalizar, pasarán por la tienda de souvenirs y comprarán todo tipo de recuerdos. Bien pensado, ¿no?
En junio de 1991 un grupo de científicos de EEUU y la Unión Soviética realiza un estudio en la universidad de Standford en California para calcular el coste de la instalación de una base permanente en Marte. La cantidad no es tan astronómica: 60.000 millones de dólares, es decir, algo más de 6 billones de pesetas o unos 350.000 millones de libras. Si Estados Unidos, las potencias europeas, la Unión Soviética y Japón se reunieran, el proyecto podría iniciarse en 1994. En el estudio realizado también se han establecido plazos. Éstas son: La tecnología actual sería suficiente para poder llevar a cabo las primeras fases del proyecto. El proyector soviético denominado Energía serviría para colocar los elementos básicos de la base en una órbita geoestable: por un lado, las casas prefabricadas, dos vehículos de exploración y un espacio para realizar los desplazamientos entre la órbita de Martitz y el suelo de Martitz. Por otro lado, también habría que orbitar un depósito de combustible. La ejecución de esta primera fase es técnicamente sencilla. En la órbita terrestre el depósito de combustible y los demás elementos se unirían, pero la maniobra de asociación ya no es nueva en la órbita. Ha sido realizada en varias ocasiones por astronautas soviéticos y estadounidenses. A continuación, todos los elementos se iniciarían en Marte. Para ello necesitarían algo de energía para poder salir de la órbita terrestre, pero no necesitarían energía para viajar, ya que las leyes de mecánica espacial les llevarían hacia Marte. Tras un viaje de 9 meses deberían utilizar motores para frenar e introducirlos en la órbita de Martitz. Por último, en el módulo pilotable los astronautas bajan hasta el cielo de Marte. Todo el equipamiento de base se colocaría en la órbita de Martitz dos años antes de la llegada de los astronautas. Una vez llegados los seres humanos cumplirían dos años de estancia en Marte y, posteriormente, con una vuelta de 9 meses, volverían a la Tierra dejando el espacio a otro equipo. |