Elhuyar Fundazioa
La desertización está destruyendo la capacidad de producción de alimentos en muchas grandes regiones de la tierra terrestre de todos los continentes poblados. La desertización no se produce en los desiertos actuales, que no tienen actividad agraria. Por el contrario, está sucediendo en regiones áridas y semiáridas junto a los cinco grandes desiertos del mundo. Éstas son:
El 7% de la superficie continental es desértica y el 35% tierra seca. En el mundo, la agricultura en tierra terrestre ocupa una superficie total de 5.200 millones de hectáreas, de las que el 69% se encuentra ya dañado o en riesgo de desertificación.
La pérdida de producción provocada por la desertificación en estos territorios, según la Organización de las Naciones Unidas, es de 42.000 millones de dólares anuales (5.460.000.000.000 de pesetas o 227.500.000.000 de libras). Por otra parte, entre los años 1977 y 1988 se han utilizado en la lucha contra el mismo unos 10.000 millones de dólares. Pero eso no es suficiente, porque el fenómeno no se ha conseguido parar. De los 99 estados afectados 18 están industrializados.
No necesitan ayuda externa para afrontar el problema, pero los 81 restantes sí (entre los que se encuentran uno de los estados más pobres del mundo: Mali, Burkina Faso, Niger, Chad, Sudán, Etiopía, Somalia). Estos pobres Estados deberán invertir entre 800 y 2.400 millones de dólares anuales, según la ONU, en medidas de previsión, más de 1.000 a 3.000 millones de dólares anuales en medidas correctoras, más de 2.400 a 3.000 millones de dólares anuales para rehabilitar los territorios afectados del año.
Hasta hace poco la pobreza y la desertificación nunca se vincularon, pero hoy en día la mayoría de los expertos coinciden en afirmar que ambos fenómenos están relacionados. A medida que la población aumenta, los agricultores de los países pobres no disponen de medios para aumentar su producción sin dañar las tierras de secano. Están obligados a aumentar los cultivos destinados a la exportación y que empobrecen la tierra. La relación entre la desertización y el subdesarrollo es muy clara en Sudán y la región del Sahel, una región seca que va de este a oeste de África.
Allí se encuentran muchos de los estados más pobres del mundo. La desertización y la degradación de la tierra sólo ayudan a los conflictos sociales y políticos, como demuestran las guerras de los años 70, 80 y esta década en el Sahara y el Cuerno de África. A pesar de que en las dos décadas anteriores la Guerra Fría aportó un componente ideológico al problema, en esta década el problema está apareciendo en estado puro.
Asia África Norteamérica Australia Sudamérica Europa TOTAL
21.000 9.000 5.000 3.000 3.000 1.000 42.000Entre 1968 y 73 la terrible sequía afectó a la región africana del Sahel, matando a cientos de miles de personas y animales. Fue entonces cuando comenzó a estudiar con seriedad la desertificación. Desde 1977 se pusieron en marcha programas contra la desertificación y se destinaron millones de dólares en Sahel, pero los resultados han sido mediocres. Hace 20 años la desertización es un problema más grande y complejo de lo esperado.
La propia definición del problema ha sufrido cambios. En 1991 el Programa de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente propuso definir la desertización como consecuencia del impacto humano, pero algunos Estados pidieron “flexibilizar” la definición. En consecuencia, en la reunión internacional sobre medio ambiente celebrada en Río de Janeiro en 1992 se acordó una nueva definición, reduciendo la importancia del impacto humano: la desertización es una “degradación de la tierra en regiones áridas, semiáridas o subhúmedas secas, provocada por el cambio climático o la actividad humana”. Pero el debate no ha terminado.
Varios expertos han propuesto prescindir del término “desertización” en territorios en los que confluyen diferentes procesos, ya que éstos deben ser separados y analizados individualmente. Por ejemplo, la definición de desertificación incluye la salinización de la tierra provocada por los sistemas de riego, problema que no tiene nada que ver con la erosión del suelo de las tierras secas.
Se ha ampliado el sentido del término, que antes era un problema de las regiones áridas y semi-áridas, y que ahora se utiliza también para denominar problemas de degradación de las regiones subhúmedas. Por su parte, otros expertos, tras este desorden de definiciones, observan el truco realizado por los Estados que tienen su territorio en riesgo de desertificación para obtener ayudas internacionales. A pesar de las definiciones, hay que distinguir tres procesos diferentes:
Estos tres procesos se pueden analizar uno a uno, utilizando diferentes políticas de lucha contra cada uno de ellos. En la zona afectada por la sequía tiene prioridad el acceso a alimentos para la población local. Para hacer frente al agotamiento es necesario poner en marcha programas de adaptación que permitan desarrollar la ganadería y la agricultura en condiciones más secas. Por último, las modificaciones legislativas que vayan a incidir sobre la propiedad del suelo en contra de la degradación de los suelos secos, así como el desarrollo de los medios adecuados para el mantenimiento y contención de las aguas en las cuencas.
La idea del “desierto invasor” es totalmente errónea. El desierto no se expande, las dunas no están cubriendo los territorios circundantes. Es cierto que el desierto se "expande" si se produce un año seco, pero al año siguiente se "contraerá" si el año lluvioso coincide. Estos movimientos del desierto son cíclicos y no deben confundirse con la desertización. Se entiende por desertificación la aparición de condiciones para que las tierras secas se conviertan en desiertos.
Cuatro son los culpables de la desertización: la deforestación (que es el caso más conocido y que no vamos a explicar aquí), el exceso de cultivo, el exceso de pastoreo y el mal riego. El crecimiento de la población, el cambio climático y el cambio en las condiciones económicas y sociales agravan estos cuatro fenómenos.
A fin de no drenar adecuadamente el territorio regado, el suelo se aclarará primero y las sales se depositarán en la superficie del suelo. La mitad de los regadíos de cultivo que se han convertido en desiertos en el mundo se encuentran en el sur de Asia, sobre todo en India y Pakistán. El 20% del territorio regado en la India está afectado por la salinidad. Tras la construcción de la presa de Asuan en Egipto en 1960, el territorio regado aumentó en 500.000 hectáreas y aumentó la producción de alimentos. Sin embargo, en la actualidad el 28% del territorio regado está salado y aclarado y la cosecha está disminuyendo.
En 1978 la Organización de las Naciones Unidas creó un programa de control de la desertificación, apoyó a los Estados en la elaboración de planes contra la desertificación, fomentó el apoyo de la comunidad internacional y desarrolló una metodología de coordinación, asesoramiento y cooperación entre instituciones nacionales, regionales e internacionales. El análisis retrospectivo realizado en 1990 demostró que las bases del programa eran las adecuadas, pero se le atribuyó al programa que no se había tenido en cuenta los factores socio-económicos locales y que se había actuado con menos recursos humanos de los necesarios.
Otras organizaciones internacionales creadas en África para luchar contra la desertificación son: United Nations Sudano-Sahelian Office (UNSO), fundada en 1973; Comite Inter-Etats de Lutte contre la Secheresse au Sahel (CILSS), fundada también en 1973; Inter-Governmental Authority on Drought and Desertification, Saharatory, 1990. Estas entidades han puesto en marcha varios programas, pero a menudo han competido conjuntamente por obtener subvenciones internacionales. A nivel estatal también se han creado diversas instituciones que diseñan planes para hacer frente al problema. Pero muchas veces los planes se han ido sucediendo, sin medir bien los costes y los recursos ni analizar los resultados. Además, la coordinación entre planes ha fallado a menudo.
Hoy en día todos los expertos coinciden en que para afrontar el problema es imprescindible la participación de la población de la comarca en peligro. Hasta hace poco se ha considerado que el cultivo tradicional y el pastoreo afectaban negativamente a terrenos secos. Sin embargo, los estudios han demostrado que las actuaciones tradicionales son más apropiadas de las esperadas y que los esfuerzos se están centrando en la asunción de la población local y en la transferencia de la gestión y responsabilidad del plan. En este campo se han producido numerosas iniciativas exitosas.
Por ejemplo, algunas ciudades de Burkina Faso y Níger se han rodeado de árboles capaces de soportar la sequía. Estos cinturones verdes protegen a las ciudades de las dunas de arena y de los fuertes vientos, además de proporcionar sombra y utilizar su madera como combustible o como material de construcción, es decir, para satisfacer las necesidades de la población local.
Sin embargo, en definitiva, el problema es económico. En la cumbre sobre la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 se decidió abordar el problema, pero no parece que los estados ricos del mundo tengan intención de moverse rápidamente.