El código de barras EAN (European Article Numbering), que se dio a conocer en 1977, comenzó a usarse en tiendas en 1982 y actualmente está implantado en más de cincuenta países.
En los supermercados vemos que los productos llevan un código de barras formado por rayas blancas y negras. Sin embargo, viendo esta secuencia de rayas, los compradores no sabemos el precio del producto. En caso de hacerlo, también deberíamos consultar con el responsable del supermercado y él realizará el proceso que ahora explicaremos para conocer el precio.
El sistema de control por código de barras se divide en cuatro partes: en primer lugar, como acabamos de mencionar, tenemos la secuencia de rayas blancas y negras que podemos ver escritas en el propio producto; en segundo lugar, hay un escáner que envía los rayos láser hacia el código de barras; en tercer lugar, tenemos un detector que recogerá los rayos reflejados en el código de barras y finalmente, un ordenador que clasifica y procesa la información obtenida por el detector.
Muchas veces hemos visto al cajero del supermercado pasar los productos uno a uno en una mesita. Esa mesita, por supuesto, no es cualquiera. En la mesa hay una ventanita transparente que hace pasar el producto por encima de ella. Es ahí donde comienza el proceso que hemos mencionado anteriormente. Y es que en los supermercados, bajo la mesa que nos hace pasar todos los productos comprados, hay un escáner láser tipo disco duro.
El láser envía rayos infrarrojos que actúan sobre un espejo plateado. Debajo de esa ventana transparente que vemos hay un disco que gira. Los rayos infrarrojos que han sonado en el espejo remontan por este disco y comienzan a explorar el código de barras del producto. El disco giratorio permite leer el código de barras del producto desde cualquier ángulo. Esto facilita al cajero el trabajo ya que no tiene que encontrar la parte con código de barras del producto y mirar la ventanilla.
Tras leer el código de barras, estos rayos láser se reflejan. Los rayos reflejados se dirigen al detector atravesando el disco y el espejo y los rayos se convierten en señales eléctricas. El siguiente paso es enviar al ordenador la señal eléctrica que se ha convertido en código binario. Entonces, el ordenador descodificará la información contenida en el código binario y encontrará en su memoria el precio del producto. Todo este proceso se realiza en la actualidad con cierta rapidez. Una vez pasado el producto en la mesa, el cajero podrá leer el precio en la pantalla del ordenador.
Se ha explicado, por tanto, el funcionamiento general del código de barras, pero más concretamente, el número de partes del código de barras. Ya se ha comentado anteriormente que los rayos láser rastrean el código de barras, ya que en definitiva la información sobre el producto se encuentra en esas líneas blanco y negro. Así pues, las rayas negras y las puntas no están dispuestas de cualquier manera; si nos damos cuenta, las líneas negras tienen anchuras diferentes y las puntas son más estrechas y anchas en diferentes productos. La composición de la secuencia de rayas determina la información que se guarda en ella. La anchura del código de barras oscila entre 0,26 y 0,66 milímetros y puede variar en función del tamaño del producto.
La sucesión de rayas negras y pálidas está formada por tres partes bien diferenciadas. El primer grupo de marcas nos indica el país en el que se ha producido el producto, la segunda parte lleva la información de la empresa que lo realiza y la tercera identifica el producto. Las líneas negras absorben casi totalmente la luz de los rayos láser, por lo que la cantidad de luz que reflejan es muy pequeña. Las zonas blanqueadas, por el contrario, reflejan mucho la luz y esta potente señal se dirige al detector. El detector, por tanto, recibe diferentes cantidades de luz o señales para cada país, productor y producto diferente. A continuación, el ordenador, conociendo estos tres datos, encontrará en su memoria el precio del producto.
Como podemos observar, esta invención ofrece al cliente un servicio rápido y sin errores. Sin duda, el nuevo sistema también ha beneficiado a los supermercados. El personal del supermercado puede obtener información detallada de las ventas y de los productos que tiene en el almacén. Además, cuando algún producto esté a punto de agotarse, el ordenador realizará el pedido automáticamente. El ordenador también es capaz de informar sobre la demanda de cada producto.
El código de barras, aunque parezca el siguiente descubrimiento del vacío, es un gran avance para ciertos servicios.