El autismo es una enfermedad de la infancia con claras carencias de relación con otras personas. Sus síntomas aparecen entre los 2 y los 5 años; a esa edad los niños normales empiezan a afianzar su comportamiento social, pero los padres de los niños autistas empiezan a darse cuenta de que su hijo es “raro”.
Los niños autistas suelen ser demasiado buenos, casi nunca lloran o no se ponen nerviosos y pueden permanecer largos en su cuna, tranquilos, aunque estén solos. Se encuentran “distraídos” ante sus padres y no responden a sus actos amorosos.
Los niños autistas tienen problemas de lenguaje, más o menos graves. A veces el lenguaje no se desarrolla en absoluto, otras veces el niño empieza a hablar, pero a los 2 años se queda ahí sin retroceder ni avanzar. En el autismo es muy típico que palabras o frases pronunciadas por otra persona se repitan automáticamente en función de la edad del niño. Incluso en los casos en los que el lenguaje evoluciona bien, no se desarrolla normalmente (en la sintaxis aparecen curiosidades) y el lenguaje suele ser monótono.
Otra característica de los niños autistas es el interés por las cosas y las herramientas. Les gusta mantener su medio ambiente constante, siempre igual. Cualquier cambio, como un pequeño cambio en el camino que realiza habitualmente en el paseo diario, o un cambio de ubicación en la casa, genera una gran angustia y angustia. Este ámbito de su comportamiento se ve fuertemente limitado por la asunción de unos limitados conjuntos de comportamientos y ritmos recurrentes.
Todavía hoy no se conocen las raíces y razones del autismo. Al principio, los investigadores creían que se debía a una falta de amor hacia delante. Pero últimamente, en la mayoría de los casos, se reconoce la existencia de alguna raíz orgánica, genética. Prueba de ello es que tres de los cuatro autistas son niños y sólo una chica.
Como no se conoce la razón exacta del autismo, no existe un tratamiento específico para esta enfermedad, pero está demostrado que cuando los niños autistas se les ofrece una educación especial mejoran mucho.
En cuanto al pronóstico, es mucho mejor el del niño autista que a los cinco años tiene la forma de comunicarse con otras personas que el niño que no puede tener ninguna relación a través del lenguaje.
Muchos de estos datos han sido extraídos de un libro publicado por la Asociación de Padres y Madres de Autistas de Gipuzkoa, GAUTENA.
Desde que Leo Kanner describiera este Síndrome, durante 45 años el concepto de autismo ha tenido diferentes interpretaciones, lo que ha generado un gran lío.
En la actualidad, y siguiendo los criterios de la OMS, la mayoría de los expertos entiende el Autismo como un conjunto de conductas que aparecen antes del tercer año de vida y que sumergen al niño en vías muy diferentes al desarrollo normal.
Niños/as con discapacidad social
suelen ser. Por ejemplo, cuando sus padres viajan por casa no les siguen, ni con la mirada. No les gusta contacto o contacto físico. No tienen una sonrisa entre amigos, ni miedo ...
Retrasos y trastornos en el desarrollo del lenguaje
suelen tener. El lenguaje se puede desarrollar poco a poco, no desarrollarse en absoluto o empezar bien, pero se puede romper. La mitad de ellos, que han aprendido a decir algo, tendrán lo que se llama “ecolalia”, es decir, repetirán las últimas palabras del interrogante como eco para responder a las preguntas que se les plantean. Por otro lado, tú y yo también mezclan personas.
Niños que no aprenden a usar sus juguetes
son. No cultivan ninguna fantasía y sus juegos son destructivos (rompedores), monótonos, repetitivos.
Respuesta a estímulos sensoriales alterada
Suelen tener estos niños. El mismo niño autista, en diferentes momentos, responderá de forma diferente a los estímulos (luces, sonidos, olores, etc.), nada a veces y de forma terrible a otros. A veces, como si estuvieran locos. En otras ocasiones parece que ni los ven ni los perciben.
No se coordina armónicamente su desarrollo
... En estos niños la coordinación normal de las 3 fases del desarrollo (motor, conocimiento y social) no se realiza. El grado de desarrollo de estos niños presenta serias fluctuaciones, en algunos casos superiores al que corresponde a su edad.
Cuando un niño tiene todos estos comportamientos antes de los tres años, se puede decir que es autista.
El objetivo del programa de rehabilitación es que cada niño/a afectado/a alcance su mayor potencial o aptitud potencial. Para ello, estos programas deben aplicarse en un entorno lo más normalizado o normalizador posible.
Cada niño autista necesita un programa individualizado, elaborado por los técnicos junto con sus padres y que será revisado periódicamente.
Normalmente son cinco las áreas fundamentales a trabajar: actividades relacionadas con la vida cotidiana (vestir, lavar, comer, higiene y autonomía personal), pedagogía especializada, desarrollo de la capacidad comunicativa (o aprendizaje si fuera necesario), socialización y normalización del comportamiento y terapia ocupacional.