Últimamente hemos trabajado intensamente en la exaltación de las peculiaridades del pescado azul, sin descuidar las propiedades del pescado blanco, como si no fuera uno. Saldremos de la orilla y traeremos a las siguientes líneas los beneficios del pescado blanco en la alimentación.
Al igual que el resto de pescados, los pescados de carne blanca nos ofrecen valiosas proteínas, pero con una diferencia importante: en el mismo número de proteínas tienen mucho menos grasa, por debajo del 5%.
Las proteínas presentes en todo tipo de pescados son fáciles de digerir debido a su bajo contenido en proteínas tipo colágeno. Por eso son tiernas para comer y ideales para los que van más allá de la edad o tienen problemas de dentición. La digestión del pescado es más fácil que la digestión de la carne, por dos razones: por su bajo contenido en grasa y por la presencia de proteínas sin colágeno. El pescado blanco no produce sensación de saciedad y los ruidos de los piojos de la tripa comienzan antes, por lo que el pescado blanco es perfecto para cenar.
Como ya se ha mencionado, el pescado blanco es rico en proteínas, poca grasa y sin hidratos de carbono. En cuanto a las vitaminas, nos ofrecen el tipo de vitamina B6 y la vitamina E del grupo B. En los minerales, como todos los productos marinos, tenemos los ricos en yodo junto con el selenio. Es curioso el pescado blanco, ya que sus proteínas ayudan a absorber un tipo de hierro difícil de absorber.
¿Cuáles son los peces blancos? Algunos de los más conocidos son: rape, lengorado, bacalao, gallo, merluza, trucha, faneca, mero, rodaballo y salmonete. Y para terminar unos sencillos consejos para que cuando vayáis a la pescadería sepáis que ese pescado que estáis comprando es realmente fresco:
Al igual que el pescado azul, se recomienda tomarlo dos veces por semana y, como ya se ha comentado, mejor por la noche.