Cuando se habla de anfibios, siempre se habla de la dependencia del agua de estos animales y de su necesidad de vivir entre el medio acuático y terrestre. A pesar de que estas ideas son tópicas, muchas veces no son muy concretas y la especie que se menciona hoy es un claro ejemplo de ello.
El arrabio común (Salamandra salamandra) es, sin duda, uno de los anfibios más secos de Europa en su biología general. Al igual que el resto de anfibios, el arrabio tiene una piel permeable, por lo que el riesgo de deshidratación es limitado para vivir en ambientes áridos. Pero además de este problema, podríamos decir que la dependencia del animal del agua es mínima, en el resto de aspectos de su actividad vital.
Es un bello animal que alcanza una longitud total de 15 a 16 cm, siendo el mayor urodelo del País Vasco. Su cabeza es más larga que ancha, dorsoventralmente oprimida, y en la parte posterior de la misma, situada dorsolateralmente, presenta claras glándulas parotoideas. Los ojos pardo-oscuros son también muy notorios en la parte dorsal debido al excelente tamaño de sus órbitas. Su tronco es cilíndrico y sus brazos y patas cortas difícilmente pueden levantarse del suelo cuando caminan.
En la parte dorsal, y como si se tratara de una continuación de las glándulas parotoideas, se despliegan dos líneas paralelas formadas por nueve bicorras desde el lado del cuello hacia la isata. La cola es más corta que el cuerpo y su sección transversal presenta una sección redondeada, lo que indica el carácter seco del animal y su inadaptabilidad manifiesta.
Pero el rasgo descriptivo más significativo del arrabio es sin duda su belleza llamativa. Y es que la piel húmeda del arrabio aparece adornada con una mancha longitudinal amarilla y un negro brillante, lo que hace que el animal sea muy popular para cualquier persona que haya pasado por el monte. Debido a esta peculiar coloración, la imagen del arrabio siempre ha estado rodeada de varias leyendas y creencias, muchas veces considerada como el hogar de la cocina de brujas y demonios. Por ejemplo, en las culturas de toda Europa abundan las leyendas que dicen que el arrabio se originaba del fuego o que no se quemaba allí. Sin embargo, y volviendo a la realidad, los llamativos colores vivos del arrabio, por supuesto, tienen razón de ser.
Este animal, al igual que la mayoría de los anfibios, está provisto de superficies venenosas. En el caso del arrabio común, el veneno se produce en los grumos dorsales dorsales dorsales dorsales dorsales dorsales y en las glándulas cerebrales parotoideas, pero también en las células glándulas que se desarrollan intercaladas a lo largo de toda la epidermi, con una piel generalmente irritante. Este veneno está formado por sustancias del grupo de alcaloides Salamandarina, y si tuviera acceso directo a la sangre de los enemigos, tendría una gran influencia sobre ellas.
Sin embargo, el veneno del arrabio tiene sólo una función defensiva, por lo que bastará con la boca del enemigo que le viene con la intención de comer con el fogón, que lo liberará inmediatamente. Por ello, cuando el arrabio detecta peligro, las células glándulas de la piel segregan veneno mojando inmediatamente todo el cuerpo con un zumo irritante. Además, los grumos dorsales y las glándulas parotoideas tienen la capacidad de lanzar el veneno como un spray.
Sin embargo, este peculiar mecanismo defensivo está formado por vivos colores superficiales. Y es que a pesar de que el veneno provoca la liberación del arrabio por parte del enemigo, la primera mordedura puede causar un gran daño al animal, por lo que es necesario evitar este primer ataque.
Por ello, el arrabio, al igual que muchos anfibios de la zona trópica, reivindica su carácter venenoso a través de una indumentaria viva y llamativa, dando a conocer este carácter a todos los posibles enemigos, lo que se conoce como coloración "aposemática". En cualquier caso, y a pesar de este complejo mecanismo defensivo, el arrabio tiene algún enemigo a los que parece que el veneno no les afecta. Entre ellas, destacan la urubia (Strix aluco) y el jabalí (Sus scrofa).
Como ya se ha mencionado, el arrabio es una especie especialmente seca y sólo se acerca al agua para desovar larvas. A pesar de su vida anochecer y nocturna, el tiempo lluvioso también puede verse durante el día en busca de insectos, arácnidos, miriápodos, bazos y lombrices que forman parte de su dieta. Aunque en general es solista, a veces se han visto grandes grupos, pero todavía no sabemos cuál es la causa de este hecho.
A diferencia del resto de urodelos de Euskal Herria, los arrabios se fecundan en seco. Cuando el macho se encuentra con una hembra, primero se sube, parándose así. A continuación, y atascando con sus brazos a los de la hembra, entra por debajo de ella, e inmediatamente comienza a frotar con el extremo la papa de la hembra, con la intención de que ésta le apriete. Al cabo de unos minutos el macho suelta un espermatoforo al suelo, tras el cual, curvando 90º el tronco, deja caer a la hembra sobre el espermatóforo para que la reciba con espadaña gruesa. Mediante este sistema, los arrabios han ideado el camino para llevar a cabo la fecundación interna en seco.
Pero probablemente el rasgo que mejor explica el carácter terrestre del arrabio es la ovibiparidad de este animal. Este tipo de reproducción es una excepción evidente entre los urodelos. De hecho, los arrabios nos indican que están en vías de superar el ciclo de vida anfibionte, dividido en dos medios diferentes. Los huevos fecundados, en lugar de ponerlos en contacto con el agua, permanecen en los oídos de la hembra hasta completar el desarrollo embrionario, incluso después de producirse la eclosión.
Finalmente, y cuando las larvas tienen una longitud aproximada de 25 mm, la hembra da a luz en un pozo o río. Estas larvas son cazadores insaciables y excelentes nadadores que se alimentan de pequeños invertebrados que habitan en el agua; a los dos o tres meses, cuando tienen una longitud aproximada de 5-6 cm. una vez terminada la metamorfosis y alcanzada ya la apariencia de adultos, se desembarcan para siempre, escondiéndose en las manchas y musgos circundantes.
A pesar de su marcado carácter terrestre, el arrabio necesita de ambientes húmedos y frescos para poder vivir, por lo que en el País Vasco se encuentra, sobre todo, en hojas caducas de bosque, siendo su hábitat principal el hayedo, el robledal y la selva mixta húmeda. En cuanto a la altitud, en el País Vasco se ha observado desde el nivel del mar hasta altitudes de 1 600 m, aunque en los Pirineos puede llegar a los 1800-1900 m. Sin embargo, la mayoría se encuentran en el estadio montañés de la región eurosiberiana.
En cuanto a su distribución geográfica, el arrabio común es una especie de región paleoártica encontrada en el centro y sur de Europa, al oeste de Asia y al noroeste de África. En la península Ibérica se puede decir que aparece en todo el norte, mientras que en el interior sólo aparece en los montes.
En cuanto al País Vasco, es habitual en la mayoría de los medios de la región eurosiberiana y en la mayoría de los montes de transición. En cambio, falta en llanuras y zonas áridas del sur debido a las condiciones climáticas.