Hace unos años, pocos creían que el imperio romano descubriera la guarnición en la costa del Golfo de Bizkaia. Pero hay pruebas como en las minas de Arditurri, en Aiako Harria (Oiartzun). Las galerías y herramientas de trabajo encontradas en el lugar demuestran que fueron explotadas por los romanos.
En estas minas han trabajado hasta hace muy poco. Por lo tanto, en Arditurri trabajaron durante al menos dos mil años --probablemente antes de la llegada de los romanos se explotarían los minerales o minerales-. En 1984 la Real Compañía Asturiana de Minas dejó de trabajar en Arditurri. Y las primeras galerías romanas se encontraron antes de que se cerrara completamente la mina. Mertxe Urteaga y Txomin Ugalde fueron los autores del descubrimiento.
Dirige el centro Mertxe Urteaga Arkeolan y continúa con las labores de reconocimiento de las minas de Arditurri junto con otros arqueólogos de Arkeolan y espeleólogos de la Asociación Félix Ugarte.
La entrada a esta primera galería, llena de matorrales y a las sombras de los anzuelos. A simple vista era sólo un agujero. Pero nada más entrar se dieron cuenta de que se trataba de una época romana, con las características de sus minas: una altura de metro y ochenta centímetros, una anchura aproximada de metro... y con los restos de la piquita, en las paredes. De hecho, los romanos pulían con piqueta las paredes de la mina.
La minería romana se caracteriza también por bóvedas de galerías como bóvedas de medio cañón, bóvedas planas o intermedias. Además, en las paredes hay pequeños escalones que se utilizaban para colocar las palomitas de luz. Así se iluminaba el camino y la zona de trabajo.
El fuego era muy útil para estos mineros, no sólo para la luz, sino también para la apertura de pasos. El calentamiento facilita la trituración de la roca. Este método se llama torrefacción: con la madera se hacía fuego contra la roca y cuando se calentaba la roca se rompía. Posteriormente se utilizaba la piqueta para pulir las paredes. Trabajaban fino.
En algunos lugares se han encontrado restos de los fuegos que utilizaron para hacer el paso, restos que se han detenido al no encontrar venas minerales y haber abandonado el ensayo. Sin embargo, el uso del fuego en aquel lugar cerrado requería de los respiraderos. Por otra parte, en las galerías no se debía acumular agua, y teniendo en cuenta que algunas galerías iban por debajo del río, para evitar que la galería inundara las aguas, se utilizaba la técnica de drenaje de cunicula (técnica que los romanos aprendieron a los etruscos para secar los terrenos inundados). Se trataba, por tanto, de una gran labor de ingeniería que consistía en abrir pasos para buscar una vena de minerales.
Los romanos sacaban galena plateada en Arditurri. La galena es un mineral de sulfuro de plomo (UpS) que a menudo presenta plata mezclada. Por lo tanto, había que separar el plomo de la plata. Primero trituraban la roca y seleccionaban los trozos con más minerales. Una vez fundidos estos trozos, se extraía un producto que todavía mezclaba plomo y plata. Para distinguirlos se utilizaba el barril, es decir, se separaban por oxidación. El plomo y la plata tienen distinta afinidad por el oxígeno (el plomo se oxida más fácilmente que la plata).
Es de suponer que este proceso se realizaría cerca de la mina. Por lo tanto, alrededor de la mina se iba a reunir un mundo: ingenieros, mineros, comerciantes... y sus familias. Sería un pueblo. Los arqueólogos aún no han encontrado restos de este pueblo, pero están trabajando en la búsqueda del tesoro.
Sin embargo, no será fácil encontrar el pueblo de las minas de Arditurri, ya que la minería y la acumulación de residuos que se ha venido realizando a lo largo de los siglos han alterado notablemente el entorno, incluyendo el cauce del propio río.
En una perspectiva más amplia, Arditurri se encontraba dentro de una red minera. Para llevar la plata extraída a Roma había que zarpar y se cree que Arditurri estaba relacionada con el puerto de Pasajes, pero no se ha encontrado rastro de momento. Si en Irun sí, allí había una ciudad llamada Oiasso (o Oarso) y han aparecido restos del muelle. Además, Arditurri no es la única mina descubierta en la zona, sino que también existen en Lesaka y Bera (en torno a la cima del granito se dan este tipo de mineralizaciones, por lo que las galerías se encuentran a lo largo de toda la ronda de Aiako Harria). Era, sin duda, una región de gran movimiento.
Es difícil determinar su lugar en el imperio romano de la región de Arditurri. Pero las huellas van saliendo poco a poco y en la literatura también aparecen referencias a las minas de Arditurri. Algunas de ellas no se han tenido en cuenta hasta hace poco, cuando se han demostrado con huellas. Ejemplo de ello es el informe realizado en 1804 por el ingeniero Johann Wilhelm Thalacker.
Thalacker, recogedor en el Gabinete Real de Historia Natural de Madrid, vino a Arditurri a inspeccionar el trabajo que se estaba llevando a cabo en las minas, explotadas por la familia Sein de Oiartzun. Thalacker conocía muchas de las minas romanas de la península ibérica y gracias a esta experiencia escribió un extenso informe sobre las minas de Arditurri. En aquel informe, en cuanto a la importancia de la mina, equiparaba a las de Río Tinto o León.
En 1905, en un artículo escrito por el ingeniero Francisco de Gascue, menciona que en Arditurri había 15 kilómetros de galerías. Gracias a ellos sabemos cómo eran las minas. De hecho, muchos de los pasos realizados por los romanos se deterioraron: fueron ampliados para facilitar el trabajo y, a medida que cambiaron las técnicas mineras, también se produjo una explotación al aire libre.
Así, pocos restos de la explotación romana han perdurado. Por ello, no es de extrañar que los expertos consideraran que Thalacker se equivocó, describiendo otras minas que las de Arditurri. Esta convicción se extendió a lo largo del siglo pasado, pero los hallazgos realizados por los arqueólogos en los últimos años ponen de manifiesto que la obra de Thalacker fue muy precisa, ya que las galerías y restos encontrados hasta ahora coinciden con los descritos por él.
Por tanto, Arditurri es más que un paisaje singular, con siglos de historia. En la época romana dio plata, en la Edad Media el hierro (varias ferrerías en el cauce del río Arditurri) y hasta hace poco se han extraído otros once minerales de las laderas de Aiako Harria. Todo ello ha influido en la vida de sus gentes y forma parte de la historia general.
Los de Arkeolan trabajan para conocer esta historia en busca de pistas. Y, por otro lado, como es conveniente dar a conocer esta historia, el Ayuntamiento de Oiartzun, al amparo de la Diputación Foral de Gipuzkoa y del Gobierno Vasco, está a punto de construir un centro de interpretación en Arditurri. Será uno de los accesos al parque natural de Aiako Harria. En este centro de interpretación se explicará la historia de Arditurri y se realizarán paseos guiados por las minas, por lo que quien lo desee podrá ver con sus propios ojos las galerías abiertas con el sudor de tantos hombres.